Gomila: “Un niño en tratamiento no tiene limitación en su dieta y actividad física".

Día de Lucha contra el Sida

Nacer con VIH: de una condena de muerte a una vida plena

30/11/2019 | 22:00 | Actualmente, el tratamiento médico permite a los niños tener una buena calidad y expectativa de vida. El paso de la niñez a la adolescencia es uno de los mayores desafíos en el VIH pediátrico.

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Gomila: “Un niño en tratamiento no tiene limitación en su dieta y actividad física".

Andrés Gomila, médico pediatra infectólogo (M.P.: 27952) que se desempeña en el Hospital de Niños y en la Clínica Reina Fabiola de la ciudad de Córdoba, precisó cómo es el tratamiento de un chico que nació y convive con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que hoy le permite tener una buena calidad de vida.

“El tratamiento médico es exactamente igual al de un adulto, no difiere en medicamentos, sí algunas drogas son de prevalencia en los chicos y otras en adultos”, señaló el profesional a Cadena 3.

No obstante, recordó que “anteriormente los tratamientos consistían en combos de múltiples pastillas en dos o tres oportunidades al día, pero ahora existen esquemas antirretrovirales de una o máximo dos pastillas diarias”.

El especialista indicó que “un niño que se encuentra en tratamiento no tiene ningún tipo de limitación en cuanto a su dieta y a la actividad física en relación a un chico no VIH, puede hacer cualquier tipo de ejercicio o deporte, incluso se lo recomienda”.

Un niño con VIH en la familia y la escuela

“Si la transmisión ha sido vertical la madre está infectada, o ésta murió y el niño está a cargo de un familiar o pareja que ha adoptado; esto implica una gran responsabilidad y compromiso porque el nene depende completamente del cuidado de su tutor”, subrayó.

En cuanto a la dinámica familiar, analizó: “Cada familia es única y lo transita de manera diferente, algunas lo aceptan inmediatamente, otras pueden tener una especie de culpa, algunas se encuentran en situación vulnerable, no hay una respuesta única, depende mucho del contexto social y económico de cada familia”.

Hoy en día ante cualquier lesión o accidente se toman las precauciones universales

Respecto al ámbito escolar, Gomila afirmó que no es necesario y no es obligación comunicar que un estudiante convive con VIH.

“Hoy en día ante cualquier lesión o accidente se toman las precauciones universales, la protección propia para atender a una persona que esté sangrando, sea un chico infectado, o no, se adoptan las mismas medidas”, advirtió.

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Adolescencia y debut sexual

El paso de la niñez a la adolescencia es uno de los mayores desafíos en el VIH pediátrico. “Durante muchos años ese niño era atendido completamente por sus cuidadores en la adherencia al tratamiento y una vez llegado a la adolescencia el chico por lo general ya no depende de otros sino de sí mismo”, apuntó el médico.

Y agregó: “La adolescencia es una etapa en la cual se generan muchos cuestionamientos, dudas, inseguridades, planteos, interrogantes, rebeldía, que hacen que muchas veces todo el trabajo que se ha hecho en los años previos se ponga en juego”.

“Por eso acompañamos mucho al pre púber y al púber con el equipo interdisciplinario, con los profesionales de salud mental y se habla mucho con la familia”, completó.

En cuanto a la sexualidad, “se trabaja en el consultorio y con el resto del equipo de psicólogos y trabajadores sociales, no se espera al momento que el chico comienza su actividad sexual; y por supuesto que la escuela ya debería estar haciendo un trabajo paralelamente en relación a la salud reproductiva y sexual”.

Nacer y crecer con VIH

“La calidad y expectativa de vida es otro aspecto que ha cambiado radicalmente, en los comienzos era casi una condena de muerte, no había tratamiento, los test de diagnóstico no eran buenos, se llegaba muy tarde, por lo tanto la morbo y mortalidad era muy alta, y el pronóstico era muy malo”, comparó Gomila.

En ese aspecto, describió que “la instrucción de las nuevas antirretrovirales y nuevos test diagnósticos han hecho que la mortalidad cayera drásticamente al igual que la morbilidad, mejorando el pronóstico a largo plazo”.

“En la actualidad un paciente pediátrico o adulto con acceso al tratamiento y con buena adherencia tiene una expectativa de vida que no difiere de la persona no infectada”, sostuvo.

Ese estigma ha disminuido, pero persiste y se nota en las consultas: los padres y los niños aún no se animan a develar el diagnóstico a sus pares

Remarcó, además, que el VIH pediátrico es producto de transmisión vertical que se ha ido reduciendo debido a la implementación de estrategias preventivas.

Pese a estos avances, el especialista admitió que convivir con VIH sigue siendo un estigma: “Si uno lo compara con el comienzo de la epidemia en los años ‘80 o ‘90 eso ha cambiado, ese estigma ha disminuido, pero persiste y se nota en las consultas: los padres y los niños aún no se animan a develar el diagnóstico a sus pares, mientras que hay un montón de enfermedades crónicas en que los pacientes no tienen problema en comunicarlo, ya sea diabetes, hipertensión, etc”.

Informe de Débora Loza. Producción multimedia de Fátima Varela.