Un tesoro incalculable
16/06/2023 | 08:42
Redacción Cadena 3
La labor de perseguir a unas gallinas inquietas llevó a un hombre turco a descubrir lo inimaginable: una ciudad subterránea que en su momento llegó a acoger hasta 20.000 personas.
El propietario, que se encontraba intentando recuperar a sus gallinas en fuga, decidió romper una pared en su sótano, desentrañando la entrada a un mundo escondido bajo la superficie de Anatolia Central.
Lo que comenzó como una hazaña peculiar se transformó en un hallazgo arqueológico extraordinario. El oscuro túnel que apareció tras la pared conducía a la antigua ciudad de Elengubu, hoy conocida como Derinkuyu. Excavada a más de 85 metros de profundidad, esta ciudad subterránea se conecta con al menos 200 ciudades subterráneas más pequeñas, convirtiéndola en la más profunda de su tipo en el mundo, según fuentes turísticas citadas por la BBC.
Derinkuyu, una maravilla de la ingeniería antigua, consta de 18 niveles de túneles. En su interior, los investigadores descubrieron viviendas, almacenes de alimentos, establos, escuelas, bodegas y una capilla. A pesar de estar bajo tierra, la ciudad contaba con un sistema de ventilación que suministraba aire fresco y agua a sus habitantes. La vida, sin embargo, debía ser desafiante, con la iluminación proporcionada por antorchas y los residentes teniendo que vivir en condiciones estrechas y precarias.
La construcción de esta ciudad impresionante sigue siendo tema de debate, pero se sabe que Derinkuyu ya existía en el 370 a.C. Los investigadores postulan que los hititas, un antiguo pueblo de Anatolia, podrían haber sido los primeros en excavar la ciudad en la roca, usando esta red subterránea como un lugar de almacenamiento seguro y, posteriormente, como un refugio en tiempos de invasiones extranjeras.
El diseño de los pasillos oscuros, estrechos y bajos fue intencional. Este diseño dificultaba el acceso a los invasores, obligándolos a entrar de uno en uno. Las puertas estaban aseguradas con rocas pesadas que solo podían ser movidas desde el interior, proporcionando una ventaja estratégica a los residentes.
Derinkuyu pasó por varias manos: desde los persas hasta los cristianos y los griegos capadocios. Alcanzó su máxima población durante las incursiones islámicas en el Siglo VII. Tras 2.000 años de uso, la ciudad subterránea fue abandonada por los griegos capadocios en 1923, durante la guerra greco-turca.
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Hoy en día, un siglo después de su redescubrimiento, Derinkuyu ofrece una ventana única al pasado para los visitantes que quieren entender cómo era la vida en la antigüedad. Aunque es impresionante pensar en las condiciones de vida difíciles que los antiguos habitantes tuvieron que enfrentar, la ciudad es también una muestra sorprendente de cómo los humanos se adaptaron e innovaron en respuesta a sus circunstancias.
La arquitectura subterránea de Derinkuyu representa una hazaña de ingeniería única. Los hititas, y luego los frigios, excavaron en la roca sólida para crear esta ciudad. Diseñaron un sistema de ventilación para proporcionar aire fresco a los residentes y cavaron un sistema de túneles que conectaba con otras ciudades, permitiendo un escape rápido en caso de invasión.
Esta red subterránea de ciudades no solo servía como un refugio en tiempos de guerra, sino que también era un centro de vida comunitaria en tiempos de paz, con almacenes de alimentos, establos, escuelas y bodegas.
El impresionante legado de Derinkuyu se reconoció en 1985, cuando fue incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Hoy en día, los visitantes pueden explorar los antiguos pasillos, habitaciones y túneles, maravillándose con la habilidad y la resistencia de los habitantes de la antigüedad.
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