Se lavó las manos, se puso lentes de contacto y quedó ciega

La escocesa Charlotte Clarkson quedó ciega de un ojo a causa de unos parásitos que habitan en el agua del grifo.

La joven, de 24 años, contrajo la infección durante un viaje a Canadá. Antes de acostarse, se colocó en los ojos unas lentes de contacto que usa sólo por las noches para restaurar la visión.

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Esta vez lo hizo con las manos mojadas, porque se las lavó bajo el grifo y no se las secó. A la mañana siguiente, su ojo derecho estaba irritado y a los pocos días se puso rojo e inflamado.

El especialista al que acudió Clarkson consideró que la causa de la irritación fue un tipo agresivo de orzuelo. Dos semanas después, el dolor se intensificó, por lo que la joven decidió consultar a otro médico. Este le confirmó el diagnóstico y le recetó gotas antibióticas.

La inflamación no desapareció y, tras más exámenes médicos, otro oftalmólogo le diagnosticó queratitis, presumiblemente causada por el virus del herpes simple. Sin embargo, el tratamiento con esteroides que le recetó tampoco funcionó, informó The Daily Mail.

Dos meses después, la condición de Clarkson empeoró hasta el punto de que requirió de hospitalización. Una vez ingresada, le preguntaron por primera vez si había usado lentes de contacto y si estos habían estado expuestos al agua.

La visión de la joven siguió deteriorándose. Cuando ya no pudo distinguir ni siquiera las letras más grandes en la tabla de agudeza visual, un médico canadiense le aconsejó que regresara a su tierra natal.

Ya en Escocia, seis meses después de contraer la dolencia, otra prueba confirmó que la infección del ojo derecho era queratitis por Acanthamoeba, una enfermedad rara en la que ese tipo de ameba penetra en la córnea del ojo.

El tratamiento ayudó a la joven a volver a la vida normal, pero antes tuvo que pasar tres meses en casa. Debido al dolor que le causaba la luz, no podía leer ni mirar la televisión. Incluso después de recuperarse, debe tomar medicamentos para evitar la aparición de nuevos focos de infección.

"Sabía que era peligroso bañarse o nadar con lentes de contacto, pero no tenía idea de que incluso un contacto mínimo con el agua podía tener consecuencias tan desastrosas", confesó Clarkson.