La promesa de Fassi a Mario Pereyra al asumir: "Devolverle al hincha la alegría"

El 16 de noviembre de 2014, Mario Pereyra, con su inconfundible tono apasionado, preguntó en Cadena 3 a Andrés Fassi, flamante presidente de "la T": ¿Qué le promete al hincha de Talleres? La respuesta, hoy, resuena como un eco en las calles de Córdoba: "Devolverle la alegría". 

Poco más de una década después, aquella promesa se materializó en Asunción del Paraguay: Talleres venció a River Plate en penales y alzó su primera Supercopa Internacional. 

El génesis de una era: la entrevista que lo contenía todo

El 16 de noviembre de 2014, Fassi ganó las elecciones con el 80% de los votos. En diálogo con Mario Pereyra, esbozó un plan quijotesco: "Haremos un equipo competitivo para salir de esta división -la tercera del fútbol local- lo antes posible". En 10 años, no sólo que ascendió a la máxima categoría, sino que conquistó un título, y frente a un gigante.

Las frases que hoy suenan a profecías:

"La hinchada es nuestro patrimonio".

"Lo que se comporte mal no tendrá cabida".

"Buscaremos jugadores extranjeros".

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El partido de la vida: así se escribió la hazaña

En el estadio La Nueva Olla, Talleres y River Plate libraron 120 minutos sin goles. Pero en los penales, la historia se tiñó de albiazul: Guido Herrera atajó un remate, Gastón Benavídez convirtió el penal definitivo, y River extendió su maldición (7 derrotas consecutivas desde los 12 pasos). "Hoy nos sacamos una mochila muy pesada", declaró Herrera, héroe de una noche donde hasta el smog paraguayo pareció teñirse de azul y blanco.

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El alma de Mario Pereyra: la nostalgia de una voz profética

Mario, no pudo ver este título (o sí). Pero en 2014, intuyó el cambio: "Usted habla de alegría, ¿cree que es posible?", insistió. Fassi, contundente: "Sí, y será pronto". Hoy, esas palabras son un mantra.

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El legado: más allá de la copa

Fassi no solo devolvió la alegría: reinventó Talleres. Del viaje a Rosario en 2014 para "fichar jugadores" al modelo de cantera que hoy forma talentos. Del club del "ojalá" al "aquí estamos".

La postal final: la ciudad sabe que algunas promesas, aunque tarden una década, se cumplen. Y que algunas voces, como la de Mario Pereyra, aunque ya no estén, nunca dejan de narrar.