Liga Profesional
29/07/2021 | 16:24 | Por Gustavo Gutiérrez.
Gustavo Gutiérrez
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Talleres se equivocó siempre y Central Córdoba ganó bien
Lo más preocupante es la postura deportiva del equipo: es mucho más profundo que un resultado, que un gol en contra, que una gambeta que no fue, que un pase que se falló, que un control inapropiado. La postura deportiva del equipo que se mete en el hueso, que va hasta las entrañas del equipo.
Talleres nunca tuvo reacción. Vivió parado el partido. Esa postura deportiva que tienen los equipos de Medina, que ejerce un liderazgo en sus jugadores, mucho más allá de que la mano venga mal. Sus jugadores saben y tienen ese IVA espiritual, diríamos ese rebelarse contra lo que uno va detectando en el equipo. Esa actitud soporífera frente a un rival que marca desde los vestuarios y que de pronto se queda con esa ventaja a la cual se aferra casi desesperadamente.
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Y este equipo sabe que deben sumar, que deben sumar y que deben seguir sumando. Esa desesperación por convertir es donde Talleres le allana el camino con la defección de Komar. Me imagino que si el técnico lo pone en Primera es porque mínimamente Komar puede ejercer esa prestación. Bueno, hoy jugó un partido para el olvido, pero todo Talleres jugó un partido para el olvido, no sólo Komar, porque detrás del error del defensor, el equipo nunca se hizo de la pelota.
El equipo no pudo salir del arco porque cuando intentó jugar una pelota por abajo para que naciera más o menos segura, el que llevaba el balón no se le mostraba nadie. Entonces, generalmente, el que lleva el balón, presionado por el rival, se la da uno que está parado y el rival, con muy poquito, con muy poquito, se le arrimaba y se la robaba.
Pero estamos hablando que Talleres jugó dos pelotas adentro del área que el rival robó y que tuvo a punto de liquidar el partido cuando no había pasado ni el primer tercio del juego. Eso es lo insólito. Eso es lo nunca visto de este Talleres de Medina.
Lo que uno no entiende cómo esa misma situación se vuelve a repetir con el equipo parado. No existe el fútbol de jugadores parados. Existe el movimiento, la movilidad, el buscar, el espacio libre para que esa pelota que tiene un compañero o dado por rivales encuentre a otro que tiene la misma camiseta en una situación de recepción del pase.
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Esa cosa de no moverse, de no transitar ese terreno de la solidaridad con ese que tiene la pelota. Si el que tiene la pelota no tiene opciones de pase, el rival lo va acorralando, lo va acercando, le va quitando espacio y se la quita. Estamos hablando de salita de tres, de inferiores, de cuestiones básicas que tienen que ver con el juego.
Talleres ni eso hizo y el rival, de pronto, se encontró con tres o cuatro situaciones para ponerlo en nocaut. Si este rival hubiera tenido mano de nocaut, creo que el partido se termina en el primer tiempo y casi que el segundo tiempo iba a ser un trámite administrativo porque el partido estaba servido en bandeja.
Por eso decíamos del mozo que primero le ofreció un sándwich y después medialuna, pero no aceptó nada por su propia incapacidad para resolver el partido. Estaba Talleres como cómplice que le seguía ofertando. Insistió en situaciones nunca vistas en este equipo en desconexión total, porque ni uno se salva del aplazo.
El empate de Díaz es fruto de una corazonada. Pero antes el rival había desaprovechado un montón de situaciones para ser el ganador justo del partido. Talleres lo empata y cuando uno creía que a partir de eso se metía en partido, porque era un milagro el empate, se volvió a equivocar.
Se equivocó su arquero por un remate desde lejos. No puso bien el cuerpo, no puso bien las manos y Central Córdoba aprovechó lo que no había podido aprovechar por aquellos horrores que Talleres les había ofertado ante un error más, ante un error suplementario, ante un error que en ese momento del partido ya no podía pasar porque Talleres la había hecho a todas.
En materia de errores, el rival se dio cuenta que era su momento, que era su lugar, que era su espacio, que era esa la pelota del partido. La aprovechó y ganó. Ganó el mejor de los dos o ganó el que menos se equivocó a estas alturas. Ganó el que mínimamente tuvo una mínima postura deportiva. Hay que ser muy claros: es el peor partido de Talleres bajo la conducción de Medina. Todo esto de la postura deportiva es mucho más grave que raro.
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