Pasado medieval: 5 castillos ocultos para conocer en el Valle de Punilla

A lo largo de 80 kilómetros, el Valle de Punilla invita a viajar en el tiempo para sumergirse en una atmósfera medieval. Una ruta poco conocida y un circuito poco explorado, permiten descubrir cinco castillos en la provincia. 

Se trata de construcciones que, a pesar de su belleza arquitectónica, suelen pasar desapercibidas. Son edificios antiguos y majestuosos, con muchos años. Un paseo ideal para los que disfrutan de conocer nuevas y originales historias. 

1. Castillo de Mandl

Su origen se debe a un médico rosarino, Bartolomé Vasallo, quien lo mandó a construir como residencia veraniega. Por sus características, era conocido como “el fuerte”. 

Una década más tarde, pasaría a pertenecer al aristócrata austríaco Fritz Mandl, quien había desembarcado en la Argentina buscando refugio de la peligrosa Europa. Dueño de un espíritu de vanguardia, Mandl llevó a cabo una remodelación plena de modernismo para la época. Es así que la construcción se alejó de su estilo original, caracterizada por sus rasgos de fortaleza. Tras su muerte, el edificio permaneció cerrado por varias décadas.

El castillo se alza como un testigo vivo de la historia de la región, que cautivó a la aristocracia a partir de la década del ’30. Hoy funciona como un hotel en el que se ofrecen servicios de primer nivel como gastronomía de autor. ideal para descansar en medio de un paisaje natural.

Se encuentra en La Cumbre, a 90 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Ya en el ingreso de la ciudad, puede observarse esta gran construcción impuesta sobre la ladera de la montaña. Para más información y reservas, se puede visitar su sitio oficial. 

2. Castillo de Fábrega

El castillo fue construido como atracción principal de la estancia “Las Playas”, en un momento en que en la provincia aún no existían los grandes diques y el turismo se centraba en lugares como Valle Hermoso o La Falda.

Data de 1870 y en el Siglo XX fue comprado y remodelado por una familia que ya pensaba en transformarlo en hotel. En 1930 fue adquirido por el inmigrante José Ferrarini, quien continuó la ampliación respetando su arquitectura y le dio su fisonomía de hotel. Sin embargo, falleció 4 años después de su apertura y, como no dejó a nadie a cargo, permaneció cerrado durante 30 años. 

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En el año 2000 la familia Fábrega se hizo cargo y en el 2002 comenzó su refacción. Hoy funciona como un hotel 5 estrellas especializado en turismo familiar, eventos corporativos y programas de capacitación. El complejo ofrece las comodidades características de la modernidad, amalgamadas con el aura gótica de la construcción original. Cuenta con 45 habitaciones y está rodeado por cuatro hectáreas de parque.

Para llegar hasta Valle Hermoso hay que continuar desde el cruce con las rutas 38 y 28. Son 70 kilómetros desde Córdoba, que conducen al impresionante castillo hoy convertido en hotel.

3. Castillo de Wilkins

Se encuentra a 56 kilómetros de Córdoba, en Tanti. Si bien este castillo era conocido originalmente con el nombre de San Alberto, tomó el nombre del cantante puertorriqueño -conocido por su canción Sopa de caracol- cuando adquirió la propiedad en el año 1998. 

Es la única construcción hecha totalmente de piedra en la provincia. Una verdadera fortificación de piedra, obra del arquitecto yugoslavo Reljak. Su construcción llevó 26 años, porque cada torre fue cincelada a mano por 50 picapedreros de la zona.

Esta construcción de influencia francesa tiene varias torres y un jardín de especies de arbustos verdes que lo rodea. Luego de reformarlo y ponerlo en valor, Wilkins decidió cerrar sus puertas a los visitantes en 2002, eligiéndolo como casa de descanso personal en varias temporadas.

Para llegar hay que desviarse 10 kilómetros por la ruta 28 hasta la localidad de Tanti y adentrarse unos 500 metros en una zona residencial, hasta la calle Monseñor De Andrea donde se encuentra su imponente acceso de piedra. Desde allí, puede observarse casi en su totalidad.

4. Castillo de Furt 

Sobre la ruta 38 que une Tanti y Carlos Paz, se alza frente al lago San Roque la fortaleza que Jorge Furt mandó a construir a mediados de 1930, motivado por su profunda admiración por este tipo de arquitectura europea. El Castillo de Furt, da nombre a una serie de curvas serpenteantes que se extienden sobre el camino, llegando a la localidad de Estancia Vieja. Por su ubicación, se puede ver a gran distancia y es el protagonista de numerosas postales de la villa serrana.

Esta construcción de cal y canto se completó en dos etapas. Su fachada se asemeja a las fortalezas europeas. Lo que más llama la atención es la torre principal, de 12 metros de altura, que es una copia de la que se alza en el Palacio de Pitti, en Florencia, donde vivió su creador antes de radicarse en Córdoba.

Hasta hace algunos años, el Castillo Furt funcionó como museo y podía ser recorrido en su interior para conocer más sobre el estilo que ostenta. Actualmente es privado y de uso familiar.

5. Castillo Garlot

Fue construido en el año 1934 y se emplaza a orillas del Lago San Roque, en Villa del Lago. El encargo fue realizado por doctor Enrique Zárate, un desarrollista de principios del siglo XX.

El arquitecto Miguel Arrambide fue quien materializó esta construcción, que cuenta con nueve habitaciones principales y dos de servicio, además de comedor, living con mobiliario de origen europeo, cuatro baños con ducha, 2 toilette y 1 baño secundario.

El predio tiene 700 metros cuadrados, que incluyen también una cocina y ante-cocina amplia, comedor de servicio, lavadero, una terraza principal, y una segunda terraza más chica en la torre, una galería de invierno, pileta y hamacas. Además hay espacio para una casa para el cuidador con dos habitaciones, baño y una cocina-living-comedor.

Esta propiedad fue residencia del Monseñor Miguel De Andrea, obispo auxiliar de Buenos Aires, hasta el año 1952, cuando fue adquirida por el hombre que le daría su nombre actual. Se trata del empresario de la construcción Marcel Garlot,  fundador y presidente de la Corporación Cementera Argentina.

En el año 2021 se puso a la venta y, valuado en USD 4.700.000, se transformó en uno de los inmuebles en venta más costosos de la Argentina.

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