El peronismo, como el mercurio

Partamos de la hipótesis de que la situación económica se estabiliza y el gobierno de Alberto Fernández llega más o menos tranquilo a las elecciones de agosto del año que viene.

¿Qué chances tiene el peronismo de intentar un mandato más?

O mejor, ¿qué peronismo?

Se trata de ver cuán capaz es de reconfigurarse y mostrarse superador de lo que va a ser, como mínimo, un gobierno de mediocre a malo.

Desdoblarse y rearticularse forma parte, parece, de un ejercicio casi natural.

La historia nos muestra un justicialismo conformado por tres ramas: la política, la sindical y la femenina.

Nada de eso existe desde hace muchos años. Sólo es parte del folklore.

La política se divide entre gobernadores, legisladores, dirigentes…

El sindicalismo sigue ahí, pero bien preocupado que está por las cajas de las obras sociales.

Y la rama femenina, desapareció desde que hay ley de cupo.

Lo que conocimos como “la gloriosa” Juventud Peronista hoy tiene su espejo en La Cámpora.

El activismo en la calle dejó lugar a la militancia rentada por el Estado.

Cada uno cuida sus intereses…

Y sin embargo, cuando huelen la cercanía de la derrota se abroquelan.

No importa lo que se hayan dicho antes…

Dos ejemplos. El de Sergio Massa.

El mismo que había dicho que la quería a Cristina presa.

Los gobernadores, que pasaron de haber amagado con apoyar a Alberto, a tener una actitud pasiva y finalmente a jugar con Cristina.

No hay amor, hay intereses…

Los muchachos peronistas son como el mercurio.

Cuando se rompe un termómetro, se desparrama en muchas gotitas.

Sólo basta acercarlas un poco para que vuelvan a formar una sola gota.

La oposición debería tomar nota.

Que no crea que el fracaso de Alberto los acerca a ellos a la victoria.