Una corrida de toros en la plaza San Martín

Marcos Calligaris

¿Quién podría imaginarse a una multitud asistiendo a una corrida de toros en la plaza principal de la ciudad? Aunque hoy suene extraño, esta práctica llegó a ser habitual en la Córdoba colonial.

El 30 de septiembre de 1949, el ingeniero Aníbal Montes publicó en La Voz del Interior un documento del Archivo Histórico de Córdoba, en el que Juan Célis de Quiroga, quien en 1673 era alcalde de la ciudad, ordena los preparativos para la corrida.

"En la ciudad de Córdoba, en 24 días del mes de septiembre de 1673, el señor capitán Juan Célis de Quiroga, alcalde ordinario de esta ciudad y su jurisdicción por su Majestad —que Dios guarde— por cuanto, el día y fiesta del patrón de esta ciudad, San Jerónimo, se llega, como es costumbre y obligación, a celebrar y regocijar con juego de toros y cañas".

El texto continúa, citando a un reconocido personaje de la historia de Córdoba como el encargado de proveer los animales. "En consecuencia, y para que se consigan y celebren, mandó su merced a Pedro de Encinas [...] que vaya a la estancia del Sr. doctor Ignacio Duarte y Quirós [...] y traiga a esta ciudad los toros que le diere".

En cuanto al juego de cañas, reseña Montes, se trataba de un "verdadero combate de lanceros", divididos en dos bandos contrapuestos de cuatro jinetes. Se realizaba a galope tendido, "utilizando cañas tacuaras de más de tres metros de largo". Los golpes se paraban con una adarga o escudo que llevaban en el brazo izquierdo. Según Montes, se trataba de un juego de origen árabe, y un jurado dictaminaba cuál era el bando ganador, "si es que el vencido no quedaba mordiendo el polvo de la plaza".

La última referencia tiene que ver con la plaza Mayor, la actual plaza San Martín, donde se desarrollaba la festividad.

Tras la independencia de Argentina, y con el nacionalismo a flor de piel, las corridas no volvieron a celebrarse, al tratarse de un entretenimiento típicamente español.