Boleta Única: las trampas que quedaron pendientes

Sergio Suppo

Vamos a decir que lo que finalmente se votó en el Congreso es un paso adelante, es un dato positivo: la Cámara de Diputados convirtió este martes en ley el proyecto de Boleta Única de Papel (BUP) para cargos nacionales, un sistema que empezará a utilizarse en las elecciones legislativas de 2025.

Hace ya más de 10 años que los sectores de oposición al kirchnerismo venían intentando reunir el número y varias veces salieron derrotados. El kirchnerismo siempre impidió que se constituyera la Boleta Única como recurso electoral, como instrumento electoral en las elecciones nacionales.

Ahora queda por ver cómo se va a instrumentar junto al enjambre, a la infinita cantidad de sistemas electorales que tiene la Argentina. Y ahí hay una primera trampa. O sea, la boleta electoral se va a aplicar para los cargos nacionales. Es, desde ese punto de vista, un gran avance porque, como ya se dijo, se va a impedir el robo de boletas, se va a terminar con el negocio de la impresión de las boletas, con las cuales muchos hacían su veranito, su agosto, cobrando o facturando de más al Estado por la impresión de esas boletas, etcétera, etcétera.

Se va a transparentar la forma de votar. Desde ese punto de vista, fantástico, es un paso adelante. Ahora, junto al sistema electoral nacional, como este es un país federal (no me parece mal que este sea un país federal, sino todo lo contrario) cada provincia tiene un sistema electoral propio.

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Cuestiones que quedan por resolver

El enorme gasto, inexplicable gasto, escandaloso gasto que hacemos cada dos años en casi todas las provincias argentinas en las que también, además de cargos nacionales, se votan cargos provinciales. Ni hablar de las elecciones, de los años de elecciones de cargos ejecutivos con provincias como Córdoba, donde hubo gente que votó hasta cinco veces: las tres elecciones nacionales, más la elección de intendente del pueblo en el que cada uno viva, más la elección de gobernador. Una barbaridad. Un año de gastos electorales, de distracción de los funcionarios y de la política en hacer lo que tienen que hacer, que se supone gobernar o legislar, etc.

• Primera trampa, ¿se va a acomodar el calendario electoral argentino o nos van a seguir haciendo votar según la conveniencia de cada caudillejo local?

• Segundo lugar, la provincia de Buenos Aires, donde vota casi el 40% del padrón electoral nacional, cuatro de cada diez argentinos votan en la provincia de Buenos Aires, tiene elecciones municipales y provinciales cada dos años. Esas elecciones se van a seguir haciendo, salvo que se reforme la ley electoral bonaerense con los viejos votos individuales por partido. Entonces, el día que se vaya a votar, ¿cómo se va a votar?

Por un lado, con boleta única en una urna; por otro lado, con las viejas boletas individuales en otra urna. Un lío tremendo.

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Otra posibilidad enorme de trampa o de confusión. Porque, aunque los cordobeses estemos habituados desde el año 2011 a votar con boleta única, la mayoría del resto del país, empezando por la provincia de Buenos Aires, el 40% del padrón, no sabe cómo votar con boleta única. Entonces puede haber una enorme confusión también ahí.

Hay otra cuestión política, más que electoral, que es el arrastre que tienen los candidatos. Como ahora va a haber boleta única para cargos nacionales y boletas comunes, digámosle, en la provincia de Buenos Aires y en muchas otras provincias, con excepción de Córdoba, Mendoza y Santa Fe, ¿Qué va a ocurrir? Se termina el arrastre del candidato principal de la elección porque van a ir en urnas separadas. Eso, para los políticos y para algunas fuerzas políticas, le va a generar una complicación.

Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires puede ocurrir que Cristina Kirchner vaya como candidata nacional, pero los intendentes de su partido se hagan los zonzos y se arreglen por abajo de la mesa con otros partidos políticos, por ejemplo, con Milei, porque le arregló tal o cual cosa.

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Hay un montón de trampas. Las principales están en cada una de las provincias. Porque cada una de las provincias, o cada caudillo de cada una de esas provincias, ha ido amaneando el sistema electoral según su conveniencia, con algunas excepciones: la provincia de Santa Fe; la provincia de Córdoba, que reformó su sistema electoral porque quedó obligada después del escándalo de la elección del 2007.

Pero el resto tiene sistemas que son engendros, sistemas que son para favorecer al que gobierna, al oficialismo de turno. Los dados están cargados en la mayoría de las elecciones en la provincia. Y esa historia todavía no se modificó. 

¿Hubo el martes un paso importante? Sí, muy importante. Quedan muchos pasos importantes por dar para tener un sistema electoral razonable e imparcial respecto de quienes compiten.

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