El peronismo, ante el desenlace de un enorme conflicto

Sergio Suppo

La campaña electoral ha sido tan obvia, y en algún caso tan burda, que ha dado realmente para poco análisis. Los resultados guardan pocas incógnitas a partir de los números que dejaron las PASO. Hemos dicho varias veces que tiene mucha importancia el día después de las elecciones. Y no es una cuestión casual; está condicionada por la dimensión de los enormes problemas que tiene la Argentina para resolver.

El Gobierno no se ha querido ni siquiera asomar a estos problemas durante toda esta campaña. De hecho, el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, dijo ayer que después de las elecciones el Gobierno se iba a ocupar de los temas esenciales. A confesión de parte relevo de pruebas.

Ayer hubo una reunión nada menos que en el despacho presidencial en el que Alberto Fernández recibió a la cúpula de la CGT y de los movimientos sociales, los piqueteros. Le fueron a anunciar que iban a hacer un acto en su apoyo el miércoles de la semana que viene. Es raro, ¿no? Después de la campaña electoral en la que supuestamente se hacen los actos políticos y las grandes manifestaciones buscando votos, la CGT y los piqueteros van a hacer una gran demostración de fuerza en la ciudad de Buenos Aires.

Allí está la señal de que lo que le está preocupando fuertemente al peronismo, que es cómo se va a redistribuir el poder, cómo se van a acomodar las cargas dentro de la coalición gobernante, que tiene varias fracturas expuestas.

Es una coalición que tiene un presidente muy debilitado políticamente no sólo por la derrota electoral, sino porque fue empequeñecido desde el comienzo de la gestión por la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández.

La vicepresidenta de la Nación se esta red recuperando afortunadamente de su operación y eso le da también la oportunidad para guardarse de la exposición pública. Los gobernadores peronistas han empezado a hablar mucho más de lo que se sabe entre ellos, inclusive también con un gobernador que no está alineado con el peronismo nacional, como el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. Hay especulaciones sobre el rumbo que el Gobierno va a dar; especulaciones sobre si el Gobierno va a continuar. Sobre esto último reitero una serie de prevenciones, porque claramente estamos hablando de la hipótesis de una crisis institucional posterior a las elecciones, que ojalá no ocurra, pero dentro del oficialismo se está especulando con la posibilidad de que haya un recambio institucional grave en la Argentina, al estilo de lo que pasó en 2001 con la famosa semana de los cinco presidentes, la renuncia de De la Rua y la llegada de Eduardo Duhalde.

Es en el marco de ese juego que la CGT se moviliza para avisar: “Nosotros somos una parte y queremos sentarnos a la mesa de la decisión del futuro”. Falta saber qué va a hacer la Vicepresidenta de la Nación, qué carácter tendrá el Presidente para afrontar los cambios y si se va nutrir o va a tratar de nutrirse de sectores que hasta el momento no le eran afines o que no podían expresar su afinidad con él por temor al kirchnerismo.

El gran diálogo con la oposición puede esperar. En realidad, de lo que se está hablando ahora en el Gobierno es de un diálogo inevitable, o un conflicto inevitable que ojalá termine con un buen diálogo dentro de la coalición gobernante.

Es inimaginable que el Gobierno pueda conversar con la oposición después de las elecciones si previamente no llega a un acuerdo, un realineamiento, y se define un nuevo esquema de poder con Alberto Fernández, con Cristina Kirchner, sin Alberto Fernández o sin Cristina.