La inseguridad, un problema de todos, un problema electoral

Sergio Suppo

Es indispensable poner en contexto el episodio del asesinato del quiosquero Roberto Sabo, ocurrido el domingo en Ramos Mejía. Este lugar es una zona de clase media alta de La Matanza. Para que tengamos dimensión del territorio del que se trata, La Matanza tiene una superficie menor a la de la ciudad de Córdoba, pero tiene un 55% más de población: dos millones de habitantes.

Es la capital del peronismo y donde Cristina Kirchner cuenta con su principal capital político. Lo que ocurrió anoche, particularmente con las protestas de los vecinos y los días posteriores a este trágico hecho, enmarcan simbólicamente un rumbo. Es un dato que no es solo un dato social acerca de una de las principales inquietudes que los argentinos tenemos desde hace 25 años. La inseguridad es un tema de preocupación siempre en la Argentina. Cada tanto lamentamos tener este tipo de episodios que agitan la conciencia de cada uno y que ponen en entredicho la forma en que el Estado y los gobiernos a lo largo del tiempo han manejado la cuestión.

Es inevitable poner en contexto esta situación porque estamos a muy pocos días de las elecciones y lo que ocurrió el domingo en Ramos Mejía atravesó a todo el país. En igual medida, también conmovieron a toda la Argentina las manifestaciones en Rosario por la muerte de un arquitecto; o dos semanas atrás, las protestas por el asesinato de un chico de 17 años al que mataron en Quilmes para robarle una mochila.

Hay crímenes todos los días. Ustedes me dirán que estos últimos han sido particularmente conmovedores y catalizaron el interés público.

La seguridad es un problema social, pero también es un problema político y es un problema electoral para el Gobierno. Esta mañana escuchamos al ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, haciendo piruetas verbales, dando explicaciones inentendibles. Estaba dicho, era de prever que Aníbal Fernández en ese lugar no iba a generar otra cosa que escándalo, en lugar de remediar o empezar a remediar problemas que son de complicadísima solución.

Otro que da explicaciones inentendibles, a veces en sentido opuesto al de Aníbal Fernández es el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, que aparece después de todos los crímenes dando explicaciones pero sin brindar las cifras oficiales de inseguridad en la provincia de Buenos Aires.

El gobierno de esa provincia le oculta a los bonaerenses y por lo tanto, también a todos los argentinos, la verdadera dimensión del drama que es la inseguridad.

Me pregunto si realmente tiene las cifras. Me pregunto, si las tiene, qué hace con ellas. ¿Por qué no remedia al menos lo más importante?

El domingo hay elecciones y ayer, después de ver las imágenes el Ramos Mejía, me quedó la duda de estar asistiendo a un episodio simbólico que se ha clavado como otro alfiler en la posibilidad electoral y política del actual gobierno.