Por qué Milei se divorció ahora de Villarruel

Sergio Suppo

Hay una cuestión que ha llevado a miles de personas al psicólogo: la famosa pregunta que a veces se les hace a los chicos: “¿A quién querés más? ¿A la mamá o al papá?”. Este interrogante, que puede resultar inocente, a menudo deja huellas en quienes la reciben. De manera similar, surge otra pregunta en el ámbito político argentino: “¿A quién querés más? ¿A Milei o a Villarruel?”.

La diferencia de peso político entre el presidente Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel es evidente. Sin embargo, lo que resulta confuso es el fenómeno de la opinión pública, que otorga a Villarruel una imagen positiva comparable a la del presidente. Esta situación se vuelve incómoda para Milei, ya que en un contexto de cultura política excluyente, no puede haber dos figuras con igual peso político en un mismo espacio.

Milei busca, en su mejor momento de opinión pública, ajustar cuentas con Villarruel. Al hacerlo, intenta que sus seguidores se posicionen claramente: “¿Me siguen a mí, que estoy liderando el proceso de reacomodo económico, o a la vicepresidenta?”. Es un movimiento estratégico, pues en política, los ataques suelen realizarse cuando uno está en la cúspide, no en medio de una crisis.

La relación entre Milei y Villarruel se quebró antes de comenzar. El círculo íntimo del presidente, liderado por su hermana Karina, no confía en la vicepresidenta, a quien consideran que puede tener un proyecto político propio. Esta desconfianza lleva a la exclusión de Villarruel de las decisiones importantes, lo que se evidencia en el incumplimiento de compromisos previos, como la designación de ministros.

La situación actual no permite proyectar un futuro ideal. Villarruel podría haber sido una candidata fuerte en la Provincia de Buenos Aires, pero la falta de confianza entre ella y Milei limita sus posibilidades. A pesar de que algunos pueden considerar erróneas las decisiones de Milei, la realidad es que estas decisiones deben ser vistas en un contexto más amplio, no solo en el presente.

El mensaje que Milei envía a su base es claro: “¿Me quieren a mí o quieren a Victoria Villarruel?”. En este momento crucial de su gobierno, intenta desvincularse de ella, afirmando que todo el mérito recae en su gestión. Mientras tanto, la respuesta de Villarruel no parece inminente, ya que opta por la cautela, anticipando nuevos ataques.

Este escenario político se asemeja a un divorcio que se ha ido gestando con el tiempo. La popularidad de Villarruel se convierte en un obstáculo para Milei, quien no puede permitir que su figura crezca, dado el contexto de la cultura política argentina, que ha favorecido históricamente el liderazgo excluyente.