Chistes en Washington, pobreza sin freno y un consejo de Mandela

Julio Perotti

Venimos de una semana, la pasada, en la que debimos tragar saliva. Y estamos en otra que arrancó demasiado mal.

Por si hiciera falta, el Indec nos blanqueó que el 39,2 por ciento de los argentinos es pobre y cerca del 8,2 por ciento no logra tan siquiera comer.

O sea, 18.600.000 de personas pobres y 3.900.000 de indigentes.

Vemos sus rostros por las calles todos los días. Y duelen más todavía cuando nos detenemos a pensar que el 50 por ciento de los chicos y jóvenes son pobres, con todo lo que significa para su futuro: mala alimentación, mal cuidado de la salud, poca o nula educación.

Y que nos quede claro: esta es una foto vieja. Es de fin del 2022, con lo cual todavía resta ver cuántos cayeron en la pobreza y la indigencia con la indomable inflación de lo que va de este año.

Sumemos a todo esto los datos que ofreció el Centro de Almaceneros de Córdoba publicados en nuestra web

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Y analizados por Federico Albarenque en El dato confiable. 

La gente está vendiendo pertenencias para atender gastos esenciales. O pide ayuda a familiares y personas cercanas para sobrevivir.

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Pobreza: 23% de las familias vendió alguna pertenencia para gastos esenciales

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¿Qué nos devuelven los políticos, los que gobiernan y los que quieren gobernar?

Revisemos lo que pasó el fin de semana, o sea horas después de conocerse esos datos.

El presidente de la Nación nos cuenta anécdotas.

Por ejemplo, que con su colega de Estados Unidos, Joe Biden, se rió del antecesor de Biden, Donald Trump, porque ambos tienen “una mala opinión” de él. Y de paso, lo metió en la zaranda a Mauricio Macri.

Le atribuye a Biden haber afirmado lo siguiente:

"Dice que él y yo tenemos algo en común, que heredamos una economía desquiciada de quienes nos precedieron en el gobierno y que por eso me entiende muy bien".

Primero, lo de la risa sobre Trump es inverosímil porque en Estados Unidos a los expresidentes, no importa quién haya sido y qué haya hecho, se los respeta. No ventilan ante cualquiera sus cuitas internas, como los argentinos.

Segundo en Washington hubo una reunión de Estado, no un café entre amigos.

Los estadounidenses también son respetuosos de estas formas y no ventilan sus problemas internos ante la visita.

Y tercer, los gobiernos extranjeros esperan coherencia: no deben de entender cómo es que el presidente pide ayuda mientras la vicepresidenta ataca al gobierno y a la Justicia de ese país. Difícil de comprender.,

Digámoslo de manera simple: en las relaciones internacionales, no te podés hacer el canchero.

¿Qué más dijo Alberto Fernández?

Que querría competir en las Paso con Cristina.

Y les dejo una frase más:

“Voy a terminar mi mandato con la tranquilidad de haber dejado todo de mí y de haberme llevado solamente el honor de haber sido el Presidente de los argentinos. Yo tengo un cariño enorme por este pueblo”.

De los principales problemas de la Argentina ni una sola palabra.

Inflación que viene de mal en peor.

Inseguridad, que pocas horas después derivó en un colectivero muerto y una agresión a un ministro, Sergio Berni, con derivaciones que no podemos predecir.

Pobreza con un bebé muerto frente a la misma Casa Rosada.

De esto, desentendimiento total.

¿Cómo pretende ser reelegido alguien que está dejando un 100 por ciento de inflación y la mitad de la Argentina pobre?

Porque no es un problema de estos cuatro años, pero que se agravaron ahora, eso es evidente.

¿Y la oposición? Bien, gracias. Creen que van a combatir la pobreza y el hambre desde Twitter.

El plan para dar una “respuesta definitiva” al problema, dicen, todavía está en elaboración en los equipos técnicos de Juntos por el Cambio…

Estaría bueno que todos vayamos sabiendo qué nos espera.

¿Acaso estamos condenados a seguir cayendo como en una pesadilla sin final?

¿Un consejo final? Que lean a Nelson Mandela:

“Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.