En una fecha que todos amamos, ellos sólo quieren una foto

Julio Perotti

Domingo 9 de julio. Día de la Independencia. Jornada patria que aprendimos a querer desde chicos. No importaba el frío. Guardapolvos o uniformes planchaditos. Gomina o colita en el pelo.

Más grandes, nos tocó acompañar a nuestros hijos a sus actos escolares.

Un sentimiento que guardamos siempre porque valoramos lo que ocurrió aquel 9 de julio de 1816 durante la sesión del Congreso de Tucumán.

Entonces, las Provincias Unidas del Río de la Plata proclamaron su Independencia política de la monarquía española y renunciaron a cualquier otra dominación extranjera.

Todos sabemos el valor de las fechas patria. Esta y otra. Menos lo que están en el Gobierno o cerca de él.

Recordemos que el pasado 25 de Mayo, Cristina Fernández armó un acto partidario para recordar los 20 años de la llegada de Néstor Kirchner al poder.

Horas antes, ese día se lo vio a Alberto Fernández cruzar desde la Casa Rosada a la Catedral Metropolitana acompañada por algunos funcionarios. Lo hizo sin siquiera llevar los atributos del mando, el bastón y la banda.

¿Qué va a pasar este domingo 9 de Julio? Los argentinos encontrarán modo de festejar.

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Los que están en el Gobierno ya decidieron que, para ellos, se tratará del momento de dar una muestra de unidad cuando inauguren del gasoducto Néstor Kirchner.

Allí van a estar los mismos que, hasta hace pocos días, se sacaban chispas.

El acto, obviamente, no va a ser en Tucumán sino en la ruta 285, cerca de la localidad bonaerense de Salliqueló, adonde llegará el gas de Vaca Muerta.

Allí se espera que posen juntos Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Kirchner para una foto de supuesta unidad.

Pero hay un riesgo que nadie puede controlar: lo que diga Cristina en su discurso. La última vez que estuvo con Massa fue cuando se hizo un acto por la recuperación de uno de los aviones utilizados durante en los vuelos de la muerte de la última dictadura.

Allí Cristina criticó a Alberto Fernández, pero también le marcó la cancha a Massa, a quien tenía sentado a su lado. Le dijo, por ejemplo, que "para ganar hay que apostar" y que él no era su candidato, sino Wado de Pedro.

Y sobre la inflación y la ganancia de las empresas, ironizó: "Hola, qué tal. Teléfono para el ministro. Para el ministro y candidato, para vos".

¿Resistirá la señora la tentación de bajar línea para demostrar que, al final, ella es la que manda?

No hay certezas, pero tampoco dudas de que, una vez más, la interna partidaria les importa mucho más que una fecha icónica en el calendario de la Argentina.

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