Una mujer asesinada en su casa.
Un proceso viciado con prejuicios e influencias políticas.
Seis fiscales.
Seis hipótesis.
Cuatro imputados.
Y 18 años de impunidad.
/Inicio Código Embebido/
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El crimen ocurrió en 2006
/Fin Código Embebido/
El 26 de noviembre de 2006, Río Cuarto, se vio sacudida por el hallazgo del cuerpo sin vida de Nora Dalmasso.
Norita, un diminutivo que se extendió más allá de los límites de su ciudad natal.
Venía de una familia de sólida raigambre riocuartense.
Tenía 51 años, estaba casada con el traumatólogo Marcelo Macarrón, con quien tenía dos hijos.
Nora había regresado a su hogar luego una cena con amigas la noche del 24 de noviembre.
Al no responder sus llamadas, su madre le pidió a un vecino que verificara su estado.
Fue este hombre quien encontró el cuerpo en la tarde del domingo.
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/Fin Código Embebido/
Estaba en la habitación de su hija, desnuda y con un cinto de su bata atado al cuello, lo que evidenció que había sido víctima de un femicidio.
La autopsia reveló que había sido estrangulada y presentaba signos de haber sufrido violencia física.
Esto llevó a los investigadores a considerar diversas hipótesis sobre su muerte, incluyendo un posible juego sexual que terminó en tragedia.
Desde el inicio, el caso estuvo rodeado por un intenso escrutinio mediático que no solo se centró en los detalles del crimen, sino también en la vida privada de Nora.
Se especuló sobre sus relaciones extramaritales y se difundieron rumores infundados que revictimizaban a la víctima.
La investigación apuntó inicialmente a varios sospechosos, incluidos amigos y conocidos.
Sin embargo, el principal foco recayó sobre su esposo, Marcelo Macarrón, quien se encontraba en un torneo de golf en Punta del Este durante el crimen.
Se dijo que Macarrón hizo un viaje meteórico desde el balneario uruguayo, estranguló a su mujer y luego volvió al hotel en el que se hospedaba sin dejar huellas en Migraciones.
Sin embargo, Macarrón fue absuelto en 2022 por falta de pruebas concluyentes.
A pesar de las múltiples pruebas y testimonios, el crimen sigue sin resolverse, lo que ha llevado a la familia Dalmasso a continuar buscando justicia.
En 2023, se solicitaron más de 200 nuevas pruebas de ADN para intentar esclarecer el caso.
Ahora apareció el perfil genético de un parquetista, como supuesto asesino.
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/Fin Código Embebido/
La sospecha no es nueva. En 2007, Marcelo Brito asumió la defensa de Facundo Macarrón, el hijo de Nora, que tenía 18 años y fue puesto en la lista de sospechosos acusado de haber agredido sexualmente a su madre.
Pero entonces Brito pidió que se “profundizara la investigación” sobre unos parquetistas que trabajaban en la casa.
"El perejil" y después
El primer acusado fue un pintor llamado Gastón Zárate, detenido e imputado en 2007, y luego sobreseído.
Por eso, se lo conoció como “el perejil”, que dio lugar a manifestaciones callejeras en su apoyo.
Desde el inicio, la investigación del asesinato de Dalmasso estuvo marcada por una fuerte politización.
La muerte de Dalmasso también implicó a figuras clave del entonces gobierno provincial de José Manuel de la Sota.
La falta de avances en la investigación y las acusaciones de encubrimiento político llevaron a que muchos cuestionaran la imparcialidad de los fiscales y policías involucrados.
El caso expuso fallas graves en el sistema judicial y policial de Córdoba.
La investigación fue criticada por desviarse hacia hipótesis infundadas sobre la vida personal de Dalmasso.
Esto llevó a una percepción generalizada de que se había priorizado la protección de figuras políticas sobre la búsqueda de justicia.
El reino de la desconfianza
Y alimentó un clima de desconfianza hacia las instituciones judiciales en Córdoba: muchos sintieron desde entonces que el poder político puede influir en el resultado de investigaciones criminales.
El juicio por el asesinato reavivó viejas rencillas que involucró a a figuras del peronismo cordobés.
Acusaciones entre miembros de la familia Dalmasso y políticos resaltaron cómo el crimen fue utilizado como un arma de campaña.
Por ejemplo, el viudo, Marcelo Macarrón, señaló a exfuncionarios como posibles sospechosos, lo que generó tensiones y recriminaciones públicas.
En resumen, el caso Dalmasso expuso gravísimas debilidades en el sistema judicial y sirvió como un recordatorio del poder que las dinámicas políticas pueden ejercer sobre los procesos legales.
¿Hay que creer ahora?
Aunque tardía, ¿llegó la hora de la verdad?
El final sigue abierto.
