Un Joe Biden en picada, el anfitrión de Alberto Fernández

Julio Perotti

El presidente argentino Alberto Fernández espera que su visita de esta tarde en Washington a su colega de Estados Unidos, Joe Biden, sea más que una foto, que no es poco, pero no suficiente.

Argentina hoy necesita más que la selfie presidencial, porque por estas mismas horas anda por la región el ministro de Economía, Sergio Massa, buscando que le mantengan abierto el grifo de los recursos.

Presidente y ministro están en la línea de fuego de una economía que, lejos de despegar, se hunde cada día más con una inflación persistente en valores entre los más altos del mundo y reservas al límite del rojo.

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Biden quizá pueda empujar alguna ayuda, pero va a poner condiciones. Que la agenda incluya “cooperación económica” no significa que Estados Unidos meta la mano en el bolsillo.

Pero hay un elemento más: el mal momento que pasa Biden, con su popularidad en baja.

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Una encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research muestra leves cambios en el apoyo a Biden en los últimos meses.

Tuvo un nivel de aprobación de 38 por ciento, cuando en febrero tenía el 45 y en enero el 41.

Había bajado hasta el 36 por ciento en julio, cuando subieron los combustibles y los alimentos.

Como Alberto se espera que, pese a estos datos poco alentadores, Biden anuncie pronto su intención de postularse a reelección en los próximos meses.

Claramente, hay un contexto distinto. En Estados Unidos, hubo un paquete de 1,9 billones de dólares para combatir el coronavirus en 2021, inversiones en infraestructura, apoyo a las fábricas de semiconductores e impuestos a las grandes empresas y los ricos para ayudar a financiar la salud pública y la transición hacia las energías limpias.

Pero aun así, los estadounidenses no son optimistas. Porque a poco de salir del coronavirus, hubo quiebra de bancos.

Esto hace que el manejo de la economía sólo sea aprobado por el 31 por ciento.

La economía, en definitiva, es también el punto débil de Biden. Como Alberto. Pero sin un gobierno detonado por las internas. Y eso, le da una ventaja incomparable.