El crimen de Joaquín, en la mirada local: las primeras versiones de lo que pasó

El tranquilo pueblo de Laboulaye se encuentra conmocionado por el trágico suceso que ha golpeado a toda la comunidad. Joaquín Sperani, un adolescente de 14 años, fue encontrado muerto después de varios días de intensa búsqueda. 

César Abdala, intendente de la localidad, confirmó en diálogo con Cadena 3 que se trató de un homicidio. 

El principal sospechoso del crimen es un compañero de colegio y vecino de Joaquín, también de 14 años, quien tenía en su poder el celular del adolescente. Fue el propio menor quien tras ser consultado por los investigadores habría confesado ser el responsable del crimen. 

Esta revelación ha generado un profundo impacto en la comunidad, que aún no puede comprender cómo un hecho tan terrible pudo ocurrir entre dos jóvenes de corta edad.

Tamara Tomás, periodista de Te Veo, medio de General Levalle, dio detalles a Cadena 3 sobre las declaraciones de la madre de Joaquín, Mariela Flores, quien pidió cambios en las autoridades encargadas de la investigación. Flores también ha solicitado que el joven acusado sea juzgado como adulto, a pesar de ser inimputable debido a su edad. 

Según Tomás, el menor de 14 años entorpeció la investigación desde el inicio al proporcionar información falsa a los peritos policiales, lo que llevó a un desvío de la investigación.

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La madre de Joaquín relató que, según el amigo implicado, ambos se encontraron en la escuela y salieron juntos. De acuerdo al testimonio del joven, Joaquín le habría confesado que se iba a ir de casa porque había encontrado una nueva familia que lo quería más que sus propios padres. Estas declaraciones se convirtieron en la primera hipótesis de la Policía, pero pronto se derrumbaron a medida que avanzaba la investigación.

Desesperados por la falta de información sobre Joaquín, los padres y los vecinos de Laboulaye se unieron en una búsqueda exhaustiva, distribuyendo volantes y contactando a organizaciones internacionales como Missing Children Argentina para recibir orientación sobre cómo proceder. Durante la búsqueda, una cámara de seguridad capturó a los dos amigos juntos cerca de la escuela, pero sólo el menor implicado regresó. Fue en ese momento que el padre de Joaquín notó que el teléfono que se le cayó al sospechoso era el de su hijo.

Los padres confrontaron al joven, instándolo a revelar lo que sabía y a ayudar a encontrar a Joaquín. Finalmente, el menor se quebró y confesó su autoría en el crimen. Además, admitió haber cambiado la carcasa del teléfono de Joaquín para ocultar su implicación en el suceso. 

La noticia de la confesión del sospechoso se propagó rápidamente entre los compañeros de Joaquín y llegó a oídos de sus padres, quienes se dirigieron de inmediato al lugar donde se encontraba el cuerpo del adolescente. 

La Policía llegó después de que los vecinos establecieran una valla perimetral para preservar posibles pruebas en la casa abandonada donde se hallaron los restos de Joaquín. 

Actualmente, los restos del joven están siendo sometidos a una autopsia para determinar las causas exactas de su muerte y recopilar evidencia forense que pueda ser utilizada en el juicio. Mientras tanto, se espera que se realicen más investigaciones para esclarecer todos los detalles del caso.

Hay un resultado parcial de la autopsia que indica que a Joaquín lo mataron de 18 golpes en el cráneo, con un hierro y además con un trozo de mampostería, como "un trozo de cordón de vereda que tiene unos hierros salidos, porque estos dos objetos han sido secuestrados, quedaron tirados ahí". 

En ningún momento el asesino o este joven intentó tapar la escena del crimen, sino que se fue del lugar y dejó todo como estaba. 

El sindicado homicida habría admitido, además, que hubo una discusión previa a la agresión. Trascendió que tanto Joaquín como el supuesto criminal eran víctimas de bullying en el colegio. 

Entrevista de Rodolfo Barilli.