Con la marca de Ferrari. Los siete ladrillos de clorhidrato de cocaína secuestrados a mediados de diciembre último en medio de un raid de 29 allanamientos simultáneos ejecutados por la Policía Federal Argentina en Córdoba tenían un sello especial: "il cavallino rampante".
Se trató de la caída del denominado "clan Tejada", una organización criminal que desde hacía tiempo ingresaba cocaína para distribuirla en territorio cordobés, según apuntó en la acusación el fiscal federal Maximiliano Hairabedian.
En la causa se sostiene que el principal imputado, Ramón Iván Tejeda, dirigía el narcotráfico desde su cómoda celda de la cárcel de Bouwer. Está alojado allí desde 2016 por el mismo delito que continuó ejecutando desde el penal: venta de drogas.
Se trata de una red que hoy tiene a 16 imputados, varones y mujeres con domicilios en barrios de la zona noreste de la ciudad y, también, en Montecristo.
En el expediente se apuna a un núcleo central, el "clan Tejeda": Ramón, el líder que mandaba desde la cárcel, con la activa colaboración muros afuera de sus hijos Lautaro y Braian, quienes se habrían ocupado de la compra mayorista de la droga para luego distribuirla en la ciudad.
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Además, otra hija, Mayra, y la esposa Ramón, Silvia Beatriz Flores, habrían tenido como rol la gestión y la cobranza del dinero obtenido del narcotráfico. "También facilitarían sus cuentas bancarias para recibir trasferencias de dinero en pago de la venta de estupefacientes, y aportarían sus nombres para registrar bienes que son adquiridos producto de la actividad ilícita", se agrega en la acusación.
Al allanar y secuestrar casi ocho kilos de cocaína de muy buena pureza, los investigadores federales se detuvieron en el logo de Ferrari pintado en los paquetes que envolvían al polvo blanco.
"Ya ha sido probado su uso por carteles en Estados Unidos de acuerdo a informes de la DEA y la Fiscalía del Departamento de Justica de ese país. También aparece en cocaína con origen en la zona de Perú y Ecuador con destino al mercado europeo, lo que habla de su calidad y globalización", apuntó un experimentado funcionario.
El mismo logo de Ferrari fue detectado en cocaína comerciada al por mayor en otros lugares "calientes" del narcotráfico en el país, como Rosario y Buenos Aires.
En Córdoba este mismo logo, que apunta hacia un proveedor "exclusivo", se había detectado en 2022 en un domicilio de barrio General Urquiza en medio de otra causa que llevaba hacia el narco Alejandro René "el Chancho" Sosa, que también operaba desde la cárcel, según se investigó en ese momento.
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La caída del "clan Tejeda" fue consecuencia de un largo y paciente trabajo de investigación que se desarrolló durante más de un año y que involucró tanto a fuerzas federales como provinciales. Además del fiscal Hairabedian, intervinieron la fiscal federal de Villa María María Marta Schianni y la fiscalía provincial de lucha contra el narcotráfico a cargo de Carlos Cornejo; mientras que la investigación de calle (seguimientos, vigilancias, escuchas y allanamientos) la realizaron en paralelo la Policía Federal y la Fuerza Policial Antinarcotráfico.
Sucede que en esta causa se entrecruzó el narcomenudeo (la venta de la cocaína, ya en dosis, en "quioscos") con el narcotráfico (el ingreso de grandes volúmenes de droga).
"Hacía muchos años que no se trabajaba de manera conjunta como se hizo en este caso", subrayó otro informante, en relación a que en Córdoba a fines de 2012 se desfederalizó la venta minorista de drogas, lo que generó, en muchos casos, que las investigaciones se cortaran sólo en el eslabón dedicado a la comercialización barrial.
A un paso del Panal
La pesquisa no sólo puso al descubierto el ingreso de droga con "marca" internacional en territorio cordobés, sino que se agregó a una serie de golpes contra los narcos ocurridos en los dos últimos meses.
Estas causas, analizadas bajo la misma trama, permiten dimensionar en parte hasta dónde han proliferado este tipo de organizaciones en la provincia.
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El 25 de noviembre último, en un coqueto departamento del complejo Cardinales Nuevo Suquía, a menos de 10 minutos del Panal, que los sospechosos le habían alquilado de manera temporal al exjuez federal Mario Garzón, los gendarmes lograron secuestrar 15 kilos de cocaína que acababan de llegar de Salta a Córdoba en una camioneta Volkswagen Amarok.
Según la investigación, un grupo de presuntos narcos de Córdoba ("los González") se habían asociado con narcos de Salta ("los Ruiz Díaz") para introducir cocaína procedente de la frontera con Bolivia.
Tras meses de seguimientos, los gendarmes describieron al "clan González" como un grupo violento con un importante caudal de armas. Incluso, durante los allanamientos, se secuestró un arsenal e indumentaria de la Policía de Córdoba.
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Pero esto no es todo: al entrecruzar las intervenciones telefónicas de la causa narco con otra investigación que llevaba adelante la división Homicidios de la Policía por un crimen a balazos ocurrido en marzo pasado en barrio Ampliación Cabildo, se permitió llegar a un familiar de los González como el principal sospechoso de aquel asesinato que tuvo como víctima a Carlos Toranzo (27).
"Lo agarré con una Glock y lo exploté como un sapo", se escuchó en una de las charlas intervenidas.
Roco González, primo de los investigados en la causa por narcotráfico, terminó detenido por el asesinato a fin de año. Al ser allanadado, mientras buscaban el arma utilizada en el crimen, los detectives de Homicidios cavaron en el patio de su casa y encontraron una importante cantidad de joyas enterradas, entre otros elementos que llamaron la atención.
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Según se sostiene en el expediente de la causa por narcotráfico, los hermanos Roque Mauricio González y Miguel Ángel González junto a Héctor Daniel “Mono” López habrían conformado esta banda narco local que buscaba vender estupefacientes en la zona sudeste de la ciudad, en La Calera y en Villa Carlos Paz.
Para llevar la cocaína a Córdoba, se contactaron en Salta con otra organización conformada por Juan Alberto Ruiz Díaz, su hermano Fabio Miguel Ruiz Díaz, María Luz del Huerto Arévalo Luna y su novio, José María Gaona, un exgendarme. Ellos se habrían encargado de traficar la droga desde Bolivia para luego trasladarla al interior de la Argentina, siempre según la acusación.
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Para despistar los controles en la ruta que lleva de Salta a Córdoba, los González se habrían valido de los servicios de Carlos Alberto “Charly” Herrera, a quien se acusa de hacer acondicionar los vehículos en un taller de barrio Yapeyú para poder camuflar la droga.
Fue en la casa de Herrera, en la avenida 24 de Septiembre al 1800, Bajo General Paz, que se halló el arsenal: una carabina calibre 10/2, con la numeración limada, que tenía mira telescópia y silenciador; dos pistolas nueve milímetros (una con puntero láser); un revólver calibre .357; una pistola 40 y otra Glock 40, además de más de 200 municiones de diferentes calibres.
En esa misma vivienda los gendarmes encontraron un chaleco antibalas de la Policía de Córdoba, una campera y un pantalón de la división Motos de la fuerza, un handy y un receptor de frecuencias.
En el Lejano Oeste
También fue importante el golpe que los investigadores dieron en diferentes domicilios de barrio San Roque, en el lejano oeste de la ciudad de Córdoba, 10 días antes de terminar el 2023.
Once personas, todas relacionadas entre sí, quedaron detenidas acusadas de haber montado una organización que traía la cocaína desde Tucumán para luego venderla al menudeo en esa zona de la Capital cordobesa. Se trata de un sector en el que abundan los puntos de venta de todo tipo de drogas.
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Para el fiscal Hairabedian, la pareja conformada por Miguel Rafael "Beco" Díaz (42) y Yohana Samanta Olguín (38) lideraba esta organización. Los acusa de haber planificado, coordinado y organizado la distribución, almacenamiento y comercialización ilegal de estupefacientes en ese sector la ciudad.
En una vivienda en la que se sospecha guardaban la droga, se hallaron 10 kilos de cocaína, además de una suma millonaria: tres millones de pesos en efectivo y 3.300 dólares.
Encomiendas y mulas
Otra modalidad que quedó en evidencia en dos investigaciones que se ejecutaron a fines de 2023 apunta a la utilización de "mulas" para retirar la cocaína que viaja camuflada en encomiendas.
En ambos casos, fue clave el control que Gendarmería Nacional realiza sobra la ruta nacional 9, en cercanías de Sinsacate.
Fue en uno de estos registros aleatorios que los efectivos de verde detectaron que entre las encomiendas que un ómnibus llevaba desde la frontera con Bolivia hacia Buenos Aires viajaban ocultos 25 kilos de cocaína.
Ante esto, entre el fiscal Hairabedian y el juez Alejandro Sánchez Freytes decidieron realizar una "entrega vigilada" con el objetivo de identificar a los destinatarios de la droga.
Los investigadores de Gendarmería encubiertamente vigilaron el envío y luego fueron tras una mujer que los retiró en Buenos Aires. El seguimiento los llevó hasta Villa Celina, en La Matanza, donde pudieron identificar los domicilios de las personas involucradas. Fue entonces que se libraron las órdenes de allanamiento y se secuestraron 24 kilos de cocaína.
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En esos operativos, varias mujeres oriundas de Bolivia fueron detenidas, pero la fiscalía sospecha que no eran las reales dueñas de la carga, sino que los narcos les pagaban para que ellas guardaran o trasladaran la cocaína. O sea, eran el eslabón con más chances de ser atrapado en la cadena de esta organización.
Un caso similar terminó en un local de comidas ubicado a sólo 200 metros de la Jefatura de la Policía de Córdoba. Tras detectar la encomienda de cocaína, los gendarmes se camuflaron en una empresa de transporte de Córdoba y observaron cómo una joven pasaba a retirar los paquetes. La siguieron hasta que el taxi en el que ella se movilizaba frenó frente a un comedor peruano de calle Chubut casi Colón.
En sólo ocho años y medio, entre 2008 y 2017, ese local fue allanado en siete oportunidades. En estos operativos, su dueña, Rosa Elvira Calderón Guevara (51, oriunda de Perú), marchó presa por infringir la ley de estupefacientes. Se sospecha que ella, hoy presa, continúa comandando la actividad ilegal de su organización.
Cuando el taxi frenó frente a este bar-comedor y la joven utilizada como "mula" bajó a entregar los bultos, un hombre le abrió del lado de adentro. Fue en ese momento que los gendarmes se quitaron sus disfraces. Se constató, tal como se sospechaba, que les habían enviado casi ocho kilos de cocaína distribuidos en siete paquetes con el sello de la mitología egipcia "Anubis". Otra vez, droga con "marca" internacional.
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Adentro, hallaron más de medio kilo de cocaína, cinco mil dólares en efectivo y más de 100 mil pesos, entre otros objetos de valor.
El destinatario, que respondería a Calderón, quedó detenido. También se ordenó que se le otorgara la prisión preventiva a la "mula", quien en total tiene cuatro hijos pequeños a su cargo.
"Búnker"
Entre fines de noviembre y comienzos de enero, la División Antidrogas Córdoba de la Policía Federal Argentina y la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA) desbarataron tres importantes células narco que operaban entre los barrios Bajo Pueyrredón y Barranca Yaco, a ambos lados del acceso a la ciudad de Córdoba por la ruta nacional 19. Se trata de uno de los varios territorios capitalinos en el que el "pipazo" está haciendo estragos.
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Los agentes se toparon, a lo largo de la pesquisa, con que los traficantes no sólo utilizaban a jóvenes como “teros” en los accesos para alertar sobre cualquier “desconocido” que ingresara, sino que también habían levantado lomadas para impedir y dificultar el tránsito de las fuerzas de seguridad por la zona y, de este modo, contar con el tiempo necesario para ocultar o hacer desaparecer el estupefaciente entre las distintas viviendas precarias allí existentes.
Los jóvenes del sector también eran utilizados por los traficantes para que vendieran la droga en distintos búnkeres, divididos en turnos por horas. A diferencia de los "quioscos", que pueden funcionar en viviendas familiares o en locales "truchos", los "búnkeres" son construcciones pequeñas especialmente diseñadas para la venta de drogas, ya que no tienen espacio para ninguna otra actividad.
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