El violador serial que estuvo suelto durante cinco horas

Juan Federico

En su prontuario figuran dos identidades: Emilio Bustos y Jorge Omar Emilio Zacarías. Nació el 3 de abril de 1960 y durante su vida sólo acumuló fojas en el peor currículum: fue condenado por abuso sexual con acceso carnal, robo con uso de arma calificado y violación de domicilio. Traducido: un ladrón que terminó por convertirse en un violador serial.

El lunes 19 de diciembre de 2011, hace ya largos 11 años, la Cámara 9ª del Crimen de Córdoba lo condenó a 21 años y seis meses de prisión, luego de que él mismo admitiera, ante la prueba abrumadora en su contra, haber abusado sexualmente de cinco mujeres en distintos ataques domiciliarios en las ciudades de Córdoba y Villa Allende.

Cada uno de estos casos demostraron que se trataba de un depredador. Si bien en ese momento dijo ante los jueces sentirse arrepentido, nadie le creyó. El entonces fiscal Carlos Ferrer había pedido que quedara encerrado al menos durante 26 años.

Los ataques se produjeron con una secuencia que aún genera escozor entre los que debieron investigarlo: entre junio de 2008 y junio de 2009, cuando finalmente fue detenido. Al menos cinco violaciones en sólo 12 meses. 

Recién el 17 de marzo de 2030 iba a estar en condiciones de pedir la libertad condicional. A esa altura, ya va a tener 70 años. Pero este lunes, Bustos volvió a los portales de las noticias policiales.

El Servicio Penitenciario de Córdoba (depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que dirige Laura Echenique) lo trasladó desde la cárcel de Bouwer hacia el Hospital Córdoba, de la Capital provincial. Desde hace un tiempo, Bustos debe someterse a diálisis tres veces por semana. Incluso, ya perdió dos dedos de la mano izquierda.

Una práctica que demanda toda una logística estatal para mantenerlo bajo supervición constante. Algo que ayer falló.

Luego de que Bustos ingresara al consultorio del tercer piso, los guardias lo perdieron de vista. Quedó esposado, en el asiento especial para realizar la diálisis. Hasta que la médica que lo debía atender no lo vio más. 

El violador se zafó de la esposa y sin mayor plan corrió hacia el ascensor. Descendió a la planta baja, ganó la playa de estacionamiento y salió caminando por calle Armenia.

De esta forma, un delincuente de suma peligrosidad volvió a la libertad. Cuando los guardiacárceles se percataron de la fuga, avisaron a las autoridades. Por la radio policial y por los grupos de Whatsapp, comenzó a divulgarse el rostro del fugado. Para la fuerza azul, su recaptura se convirtió en una prioridad absoluta.

De manera oficial, se demoró un par de horas en confirmar que Bustos se había fugado. Cadena 3 lo adelantó a las 20.30 de ayer, cuando todavía nada se sabía sobre él.

El operativo se diagramó contrarreloj. Se fijó como objetivo uno de sus últimos domicilios, hace más de una década, en barrio Yapeyú, de la ciudad de Córdoba, y también la Terminal de Ómnibus, ante la presunción de que buscara viajar a Cruz del Eje, donde también supo tener residencia.

Y sobre todo, la zona cercana al Hospital Córdoba, atentos a que había escapado corriendo.

Recién minutos después de las 23, cuando ya la intranquilidad social iba en aumento -con el recuerdo fresco de la última fuga del múltiple asesino Roberto Carmona, en diciembre pasado-, Bustos fue localizado en barrio Avellaneda. 

Un vecino lo vio caminando cerca de la planta depuradora, para luego ingresar en la casa de un familiar en calle Ángel Zerda al 6100. Hasta allí se dirigieron varios móviles, que rodearon el domicilio. Pero no fue necesario utilizar la fuerza . El dueño abrió la puerta y permitió que los agentes ingresaran para llevarse a Bustos, ahora bien esposado.

Fueron larguísimas cinco horas en las que un depredador sexual otra vez había vuelto a las calles de Córdoba.

Ahora, ya recapturado, el fiscal Andrés Godoy quedó a cargo de la investigación por su fuga. Ya imputó a los dos guardiacárceles por el presunto delito de favorecimiento de evasión culposa, aunque por ahora, no ordenó que quedaran detenidos.

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