En barrio Los Químicos se roban hasta los portones

Juan Federico

"Trabajo de 9 de la mañana a 9 de la noche. ¿Acaso no puedo tener la libertad para querer caminar 50 metros alrededor de mi casa?". Sentada en la cocina de su casa, la mujer de 49 años no puede contener las lágrimas de dolor y de impotencia. Su pómulo, un hombre, el brazo y dos rodillas muestran las quemaduras del asfalto.

El pasado viernes a la noche, ella quiso caminar media cuadra, hasta la casa de un familiar. Dos motochoros la arrastraron por la calle, hasta que un joven en bicicleta les gritó que tuvieran clemencia. Un pequeño bolso con un celular y un perfume fue el botín con el que se alzaron.

"Ni siquiera tuve ganas de ir a denunciar. ¿Para qué?", rezonga todavía con los magullones del alma a flor de piel. 

Horas antes, un jubilado también había sido atacado por los ladrones en moto. En esa cuadra de calle Chaquira al 7500, a metros de Chacal -corre paralela a Donato Álvarez- no hay vecino que haya logrado escapar de la inseguridad.

La nomenclatura indica que se trata de barrio Los Químicos, ubicado entre Uocra y 19 de Noviembre, muy cerca de Villa Cornú. Para los cordobeses, toda esa zona se puede englobar dentro de Argüello. En ese sector de familias de trabajo, hace pocas semanas un comerciante mató a dos delincuentes que pretendieron asaltaron. También en esas cuadras, fue asesinada una joven a la que dos ladrones le dispararon a quemarropa para quitarle su moto. De allí cerca eran los dos jóvenes que terminaron presos por este salvaje crimen.

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El conteo en Los Químicos es inverso a lo que se pueda suponer: no hay que buscar víctimas, sino alguien que hasta ahora se haya mantenido indemne a los delincuentes.

Al frente, en un gimnasio, su propietaria muestra la gruesa cicatriz que le quedó en una rodilla. Hace tres meses los ladrones la encañonaron, la arrastraron, la molieron a golpes, hasta que al fin soltó lo poco que llevaba encima. 

Diez metros a la derecha, las rejas no alcanzaron. Fue necesario incorporar alambres de púa y gruesos candados.

En la casa del medio, la inseguridad ya no mostró su costado violento, sino su lado más insólito e impune: este lunes a las 16, plena luz del día, un auto blanco frenó. Dos hombres se bajaron y se llevaron el pesado portón de chapa que continuaba las rejas de adelante. Sí, se robaron un portón.

Cuando los dueños de la casa salieron a la calle no podían dar crédito a lo sucedido. 

"Ayer salgo a comprar a un quiosco y me encuentro que falta el portón de mi casa, un portón largo, pesado. Me dicen que se lo llevaron en un Renault 12 blanco con un tráiler atrás. No se puede creer", dijo el vecino a Cadena 3. 

No se trata del único portón que se han robado en ese barrio en los últimos tiempos. Los vecinos cuentan al menos tres en un radio de sólo cinco cuadras.

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"Hace tres semanas que tengo que ir al Centro, pero no voy. ¿Sabés por qué? Porque para ir a tomar el ómnibus a calle Tipayante tengo que pedirle a mis hijos que me pasen a buscar, porque no puedo ir sola a pie", cuenta otra vecina.  

La parada del colectivo está a menos de 200 metros de su casa. Impresiona que sean tantos allí los que cuenten lo mismo: la odisea de tener que ir a la parada del ómnibus. 

Los delincuentes viajan en moto. De a dos, al acecho. En un segundo aparecen, arrebatan o apuntan. Y se van. No les importa golpear, arrastrar, revolear. 

Ya hubo reuniones con la Policía. Incluso, horas antes de que asesinaran a la joven en moto, los vecinos de Los Químicos habían escuchado la enésima promesa oficial.

El pedido sonaría insólito, pero se trata de un ruego desesperado: quieren que la fuerza tome al sector como "zona roja". "La Policía dice que no somos zona roja y por eso no ponen más patrullaje. Pero acá no tenemos vida, no damos más", dicen a coro.

No hace falta que ellos se expongan más para terminar la descripción: drogas y armas sobran en esa parte del noroeste de la ciudad de Córdoba. También reducidores de objetos robados. Hace tiempo que el delito forjó su propio orden social. Un cordón violento e ilegal que parece ir asfixiando cada vez más a los que encuentra en su interior.