El sábado 12 de mayo del año pasado debutó un nuevo esquema en la organización de las fiscalías de Córdoba. Ya no había más turnos rotativos, sino que se asoció a cada una de las fiscalías a Unidades Judiciales (UJ) que abarcan un territorio delimitado. Un sólo fiscal, con su equipo de trabajo, para siempre en el mismo territorio.
Fue dentro de este nuevo esquema que en una investigación se descubrió lo que hasta entonces pasaba inadvertido. Ocurrió cuando un fiscal, Juan Pablo Klinger, se reunió con sus colaboradores, la unidad judicial y las brigadas civiles que operan en la misma jurisdicción de lo zona noroeste de la ciudad de Córdoba para relevar las denuncias acumuladas en el último tiempo.
Así, lograron observar que en un mismo callejón hacía seis meses que se iban acumulando denuncias similares: una banda que cortaba el paso de los vehículos arrojando escombros o gomas y que aprovechaba cuando los conductores aminoraban la marcha para salir de entre las sombras y asaltarlos a punta de pistola.
Hasta entonces, semana a semana los fiscales se iban reemplazando turno tras turno y ninguno observaba cómo la misma modalidad se iba repitiendo con una frecuencia insólito: más de 20 asaltos iguales en el mismo lugar, el callejón de bulevar Los Polacos, al fondo de Los Boulevares que lleva hacia la avenida Lucchese, ya de Villa Allende, en una ruta de tierra alternativa al pago del peaje de la E-53.
Allí el tránsito suele ser intenso: el callejón no sólo comunica con uno de los accesos al barrio Nueva Esperanza, una urbanización que nació marginal y que hoy muestra un llamativo crecimiento, sino también con Los Cortaderos y al tramo de la avenida Spilimbergo que comunica con la Circunvalación. A un costado del bulevar Los Polacos asoma el club Los Amigos y una caballeriza, además de diferentes empresas y el country San Isidro.
Las descripciones de cada uno de estos asaltos no dejan de asombrar por la repetición. Conductores solitarios y familias enteras que terminaron rodeadas por grupos de tres o más ladrones armados con escopetas y pistolas que obligaban a todos a descender y arrojarse al suelo, mientras los amenazaban de muerte y revolvían todo el rodado. Luego, a pie, se perdían corriendo por medio de una infinidad de callejones que llevan hacia un basural, hacia La Esperanza y hacia Los Cortaderos-Cooperativa La Ilusión. El manejo del territorio por parte de la banda era infernal.
Al equipo de investigación se sumó una brigada de Robos y Hurtos. Y con esa certeza de que no sólo que los ladrones estaban cebados, sino que eran de la misma zona, la causa comenzó a avanzar.
A fines de octubre pasado, cuando una patrulla fue hasta ese callejón a remover un palet con el que intentaban interrumpir el tránsito, los agentes escucharon un ruido entre la maleza del costado, en medio de la noche. Al acercarse, un desconocido comenzó a correr, campo adentro, en dirección a Los Cortaderos. Tras una persecución, finalmente el sospechoso, Cristian Miguel Aliendro, fue detenido.
Días después, gracias a información recolectada en la propia zona, los investigadores lograron la captura de otros dos sospechosos: Rodrigo Alejandro Cuello y Ángel Daniel Videla.
A todos ellos el fiscal Klinger ya les dictó la prisión preventiva.
Pero no todo terminó aquí. Resulta que a raíz de una de las últimas detenciones, y a raíz del trabajo en el propio territorio que habían realizado los sabuesos de Robos y Hurtos, la investigación logró conectar a parte de esta banda con otra organización delictiva que tenía a maltraer a grandes firmas ubicadas en esa misma zona de Los Polacos.
En la madrugada del 28 de diciembre pasado, al menos cuatro delincuentes treparon el cerco de una cantera, encañonaron al guardia de seguridad y se llevaron un millonario botín entre herramientas, maquinarias y hasta cubiertas.
Días después, en la siesta del domingo 14 de enero pasado, por lo menos tres ladrones realizaron un boquete y se colaron en el interior de una conocida constructora. Según la denuncia, los delincuentes se llevaron ocho escaleras extensibles, una devanadora, varias herramientas, un taladro, ventiladores de pie y una impresora, entre otros elementos.
Ante la evidencia reunida, el fiscal Klinger ordenó el viernes pasado seis detenciones: a Gustavo Exequiel Pellico, Leandro Jesús Salas y Matías Gabriel Oviedo los acusó por ambos robos, mientras que a Marcos Exequiel Oga se le endilgó el asalto a la cantera, ya que fue detenido días después por otro episodio delictivo.
Además, en los mismos procedimientos con epicentro en Los Cortaderos y en La Esperanza, también fueron capturados Armando Pedro Alarcón y Gustavo Ismael Pellico (padre de Gustavo Exequiel), acusados de ser los presuntos "reducidores" de los objetos robados.
Los Pellico son padre y hermano de Alberto Fernando "Güere" Pellico, un joven de 18 años que en 2014 fue víctima fatal de un resonado caso de "gatillo fácil" policial ocurrido en el ingreso a Los Cortaderos.
