Inseguridad sin límites: le robaron el loro a una familia de Córdoba

Juan Federico

El auto Fiat Duna ya había estado rondando por la zona de Lavalleja al 3700, en barrio Panamericano, de la ciudad de Córdoba. El reloj marcaba las 19.30 del domingo cuando el conductor de repente frenó y se bajó. En la puerta de la casa, Pedrito, el loro que tienen como mascota desde hace 15 años, intentaba volver a ingresar, cuando el desconocido del Duna lo tomó por sorpresa. En segundos, lo subió en el vehículo y se marchó. Se lo robó.

A diario, el grupo de seguridad que los vecinos de Panamericano tienen en contacto permanente con la Policía Barrial es un muestrario patético de la inseguridad diaria en la ciudad de Córdoba. 

Noches en la que los ladrones se llevan los medidores del agua y dejan verdaderos ríos por las calles. 

Atardeceres en los que las manos de obra baratas de la industria del robo marginal abren las casillas del gas y arrebatan los piquitos, dejando sin suministro a los hogares y generando un enorme dolor de cabeza a sus propietarios. 

Señales de internet que de pronto se apagan cuando alguien descuelga metros de cables que luego descubrirá no le servirán para comercializar el ansiado cobre. 

Bicicletas que son sustraídas del patio de una vivienda o directamente robadas a punta de pistola cuando los chicos van al colegio. 

Motos con escapes libres comandadas por parejas de encapuchados que despiertan todo tipo de suspicacias. 

"Juntas" en las plazas que hacen de esos espacios de recreación retenes para el consumo de todo tipo de drogas. 

El miedo a la delincuencia que se reproduce en múltiples mensajes a diario pidiendo ayuda, que aunque sea un móvil se asome por una cuadra oscura.

Es en este contexto que el domingo a las 19.30 se escribió el insólito robo del loro Pedrito. Mica, su dueña, aún no lo puede creer. Al video que registró todo lo repasó una y mil veces. Esa noche no durmió, intentando entender. Hizo la denuncia y este lunes volvió a la unidad judicial para buscar una copia. 

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"Loro, color verde, con la cabeza azul y plumaje verdes, con rojo y amarilla, de unos 40 centímetros de alto". La descripción fría en ese expediente que sólo tiene una página no le hace honor a su real significado. 

Mica teme que la Justicia y a la Policía, a veces desbordados por una realidad delictiva que asfixia, no le den importancia. Pedrito, cuenta, es mucho más que un loro. 

El lunes, cuando se celebró el día del Animal, su ausencia se hizo nota aún más. Sus dos hijos preguntan por qué se lo llevaron. Pedrito es un miembro permanente de la familia. Saluda cuando llegan. Se enoja cuando se van. Sólo aguarda que Mica le dé de comer. Salta en su computadora cuando hace home office. Espera su videollamada si ella va a la oficina para recién entonces comer. ¿Qué valor de venta puede tener? La familia no logra entender. Sospecha que en realidad, los ladrones quisieron ingresar en la casa. Que fue entones que Pedrito escapó a la calle. Y que como no pudieron entrar, terminaron por llevárselo sólo a él.