Todo indica que este viernes, después del mediodía, Roberto José Carmona (62) recibirá su tercera condena a prisión perpetua por el cuarto homicidio que ha cometido en un lapso de 36 años.
En las dos audiencias celebradas esta semana ante los jueces de la Cámara 8° del Crimen de la ciudad de Córdoba, Carmona ya reconoció haber asesinado al taxista Javier Bocalón (45).
Con una frialdad que generó estupor entre los asistentes al juicio, sin expresar remordimientos, el múltiple asesino contó cómo abordó al taxista aquel martes 13 de diciembre a la tarde, mientras el país se paralizaba por el partido de la selección de fútbol frente a Croacia por el Mundial de Qatar y terminó por asesinarlo a traición, apuñalándolo en el cuello por la espalda.
Este miércoles, en un extenso relato de más de una hora, Carmona comenzó a contar el crimen mientras miraba al padre de la víctima, sentado a unos cinco metros. Se refería al taxista asesinado como "el hijo del hombre", lo que motivó la indignada intervención de la hermana, Andrea Bocalón, que le gritó el nombre completo de Javier Bocalón.
"Él (por Carmona) se cree que es el protagonista de este juicio, pero no es así: el protagonista es mi hermano, Javier, la víctima", subrayó una vez que terminó la audiencia.
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Sustraerse del morbo que significa ver a Carmona detrás de una jaula blindada dentro del banquillo de los acusados es todo un desafío en este juicio.
En un relato sin antecedentes, ya que no declamó inocencia ni pidió clemencia o dijo haber estado arrepentido, Carmona sólo se limitó a relatar cómo lo había asesinado.
“Como el delincuente que he sido toda mi vida me convertí en un maldito depredador. Como un hombre en el medio del mar, trata de mantenerse a flote a cualquier precio”, dijo sin inmutarse.
Pero ninguna de las palabras que expuso fueron elegidas al azar. Carmona disfrutó de ser Carmona, un hombre sin escrúpulos que se cree capaz de engañar a todo el mundo. Una inteligencia supra valorada: con la de mañana, sumará cinco condenas (un robo y cuatro homicidios), lo que revela que suele ser descubierto con facilidad.
De manera pausada, con un tono monocorde y altanero, Carmona habló mucho tanto el lunes como el miércoles. Y de manera pensada, trató de elaborar un discurso creíble pero que esconde otro objetivo: dejar afuera de la acusación a su esposa Ángela Estudie.
Ella y los seis guardiacárceles chaqueños ingresarán en un segundo juicio, acusados de "facilitación culposa de evasión": o sea, lo dejaron escapar aunque no lo hicieron adrede.
Esta carátula legal supone una baja pena, incluso cambiable por una multa, por lo que el fiscal de Cámara Hugo Almirón y el abogado querellante Carlos Nayi ya comenzaron a pensar en este segundo juicio.
Carmona también. Por eso, nunca quiso hablar hasta el juicio y ahora presentó un único relato, evitando así caer en contradicciones.
De esta manera se explica que Carmona haya decidido contar con varios detalles cómo supuestamente escondió los cuchillos que utilizó para matar al taxista dentro de un pequeño televisor que llevó desde la cárcel de Chaco hasta la casa de su esposa en barrio Las Violetas, en el marco de una insólita visita autorizada por la Justicia.
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Tanto en la audiencia del lunes como en la del miércoles, el múltiple asesino habló de este escondite y hasta remarcó que a la cuchilla que empleó para concretar el crimen se la había comprado a un guardiacárcel chaqueño por 15 mil pesos.
Su objetivo es claro: sacar de las sospechas a su esposa.
Intentando parecer casual, Carmona dijo estar arrepentido de haber traicionado a su mujer, que quedó involucrada en la causa de la fuga. Dijo que pudo más su ego que el amor.
Pero aquellos que tienen olfato judicial aseguran que todo se trata de una treta más de Carmona.
Es que siempre se dudó si al bolso que Carmona llevaba cuando se fugó, con tres cuchillas, una muda de ropa y un set para primeros auxilios lo armó él o si su esposa se lo había preparado.
Tres días antes de realizar su última visita al domicilio de Las Violetas, su esposa había cambiado una ruidosa puerta de chapa, que daba a la calle, por otra más endeble y, sobre todo, silenciosa. Por allí se escapó Carmona.
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Se sabe que los guardiacárceles chaqueños fueron negligentes. O, por lo menos, nunca se pudo comprobar que hubiesen cobrado para dejarlo escapar. Pero esa facilitación "culposa" de la fuga puede tener anexada otra figura penal que todavía no pesa sobre ellos: la omisión de los deberes de funcionarios públicos.
En su doble relato, Carmona ya dejó en evidencia gruesas falencias por parte de los guardias.
Si el fiscal Almirón logra imponer esta doble figura penal en el segundo juicio, facilitación "culposa" de la fuga y la omisión de los deberes de funcionarios públicos, ya la situación de los guardias sería mucho más complicada y no podrían salvarse mediante sólo el pago de una multa.
En tanto, la esposa de Carmona, Ángela Estudie, podría verse envuelta en un panorama más complicado: si ella armó el bolso, le dio las cuchillas y cambió a propósito la puerta, su rol podría sospecharse como el de partícipe necesaria del crimen que luego cometió su pareja.
Hasta ahora, estas pruebas no fueron halladas en la instrucción, pero tanto la fiscalía del juicio como la querella han apuntado varios puntos del relato de Carmona para intentar avanzar en esa dirección en el próximo juicio.
