Esta vez no fingieron. No hubo disfraces ni roles. Sólo agacharon la cabeza, dijeron entre dientes que estaban arrepentidos y solicitaron un juicio abreviado. O sea, confesaron.
En la Cámara 7ª del Crimen de la ciudad de Córdoba acaba de escribirse el último capítulo de la banda conocida como "Los Simuladores". Los siete acusados de haber integrado una asociación ilícita que cometía asaltos a manos armada en medio de una llamativa logística terminaron condenados con penas de entre ocho y tres años de cárcel, según lo resolvió el juez Víctor Vélez tras un acuerdo de juicio abreviado.
Claudio Eduardo Miranda, un hombre de 50 años, fue sindicado como el cabecilla de la banda. Junto a su pareja, María del Pilar Guzmán (31), estuvieron varios meses prófugos, hasta que finalmente fueron atrapados en barrio San Nicolás.
Tuvieron que responder por dos violentos asaltos ocurridos en los primeros días de 2020.
Pero no se trataba de pistoleros improvisados. Según la investigación policial, tras realizar tareas de inteligencia respecto de los movimientos de las oficinas y de sus ocupantes, los imputados irrumpían en el local en el que el ilícito tendría lugar, de manera conjunta o escalonadamente pero siempre durante el horario comercial y montando logradas escenas, en las que algunos simulaban ser clientes ocasionales y otros poseer cierta calidad funcional (tales como ser empleados de correo, oficiales de Justicia, miembros de las fuerzas policiales, contando además con uniformes iguales o similares y elementos propios de dichos oficios).
El episodio delictivo más llamativo ocurrió el 30 de enero de 2020, cuando los delincuentes simularon un allanamiento judicial para ingresar a robar en una financiera ubicada en 25 de Mayo 271, plena city cordobesa.
La actuación, aquel día, fue total: una joven se vistió con un uniforme policial que se presume que sería oficial; uno de los delincuentes, de traje, dijo ser un oficial de Justicia; un falso cartero con mameluco fue introducido con la excusa de que iba a ser testigo del operativo; otro ladrón fingió ser guardia privado de seguridad y dos asaltantes más ingresaron como meros clientes.
Apenas todos estuvieron dentro de la firma, sacaron las armas, redujeron a las víctimas y se alzaron con una importante suma de dinero.
En las inmediaciones, según se constataría luego a través de las cámaras de seguridad de la zona, la banda había estacionado al menos dos vehículos, una Ford Ecosport y un Toyota Etios, con los que huyeron tras cometer el atraco.
De manera paciente, los agentes de Robos y Hurtos -primero junto al fiscal Rubén Caro y luego con la dirección del fiscal Juan Pablo Klinger- fueron trazando el presunto organigrama de la banda. Y ubicaron, en la cúspide, a Miranda, sindicado como quien el día del asalto simuló ser un oficial de Justicia. Su pareja, Guzmán, está señalada como la que se vistió de policía.
A las pocas semanas del robo, cayó el primer sospechoso, Fernando Robledo, quien habría "actuado" como un mero cliente. Cuando lo detuvieron en barrio Crisol, se movilizaba en un Peugeot 307 en el que llevaba 100 mil pesos entre moneda nacional y extranjera. Sólo 11 días después del asalto, Robledo se había comprado un auto que en ese momento acondicionaba en un taller mecánico.
Tres días después de su captura, se entregaron Oscar Brizuela y Víctor Rafael Oviedo. Brizuela. Este último durante el asalto haba simulado ser un guardia de seguridad, mientras que Oviedo está señalado de ser el otro "cliente".
El 2 de marzo del mismo año, en tanto, Gustavo Alfredo Juárez terminó por entregarse ante la Justicia. Está sindicado como el falso cartero que ese día ingresó junto a la banda en la financiera asegurando que lo habían coptado en la calle como testigo del allanamiento "trucho".
A esa altura, ya con el fiscal Klinger a cargo de la causa, las capturas de Miranda y su pareja había comenzado a describirse como la prioridad número uno.
En el medio, avanzaron en las sospechas en contra de un hijo de Miranda. Lo allanaron en mayo de 2020, en plena cuarentena, y le incautaron dos vehículos, uno de ellos un remise adquirido ese mismo año, además de 240 mil pesos en efectivo.
En agosto, finalmente, la pareja fue capturada cuando salía de un domicilio familiar de barrio San Nicolás.
Pero esto no fue todo. El fiscal Klinger y su equipo de investigación lograron demostrar que días antes del atraco en la financiera la banda de "Los Simuladores" había cometido otro asalto violento.
El 7 de enero de ese año, Juárez otra vez se habría disfrazado como cartero para ingresar en las oficinas de la administración de propiedades “Alejandro Della Giustina”, de calle Soldado Ruiz al 2600, barrio San Martín de la ciudad de Córdoba. Allí adentro, según la causa, ya estaba Miranda, quien habría simulado ser un cliente.
Con armas de fuego, redujeron a los dueños y empleadas, a quienes despojaron de una suma de dinero que estaba en una caja de seguridad, además de tarjetas de crédito y de débito.
Siempre según la investigación, con estas tarjetas ya en su poder, la joven Guzmán luego habría realizado diferentes compras en supermercados y en locales de venta de artículos deportivos y electrónicos, además de solicitar adelantos de créditos.
Ahora, al acordar el juicio abreviado, se fijaron las condenas para cada uno de ellos.
Claudio Eduardo Miranda (padre) recibió ocho años y tres meses de prisión por una catarata de figuras penales: asociación ilícita, robo calificado, defraudación y estafa.
Su pareja, Guzmán, recibió seis años y nueve meses de condena. Continuará con prisión domiciliaria.
Brizuela deberá purgar una condena de cinco años y nueve meses de prisión, lo mismo que Juárez.
A Oviedo y Robledo les impusieron un tratamiento penitenciario de cinco años y nueve meses, mientras que Miranda hijo recibió tres años y cinco meses de prisión.
