El hospital Neonatal de la ciudad de Córdoba, oficialmente denominado "Ramón Carrillo", es escenario de poco más de 4.500 nacimientos anuales. Se trata del principal centro provincial público de alumbramiento.
Hace ya largos siete años, en junio de 2015, el Neonatal quedó en el centro de las miradas de todo el país por un episodio de vergüenza: una joven alumbró a su bebé en un baño del hospital.
Pese a que ese día había siete médicos de guardia, la joven madre que había llegado con su embarazo a término no lograba que nadie la atendiera. Sus ruegos de auxilio parecían no conmover a nadie, hasta que logró llegar hasta un baño, donde los alaridos fueron escuchados por todos en el hospital. Tuvo que sostener al bebé, con lo que le quedaba de fuerzas, para evitar que se cayera a un inodoro, mientras los médicos comenzaban a llegar y a preguntarle qué había pasado. En esos primeros minutos, ella tuvo que rodear con su ropa a la criatura, hasta que finalmente llegó una reacción por parte del equipo del hospital.
La noticia fue un escándalo. En aquel momento, ya era directora del Neonatal la médica Liliana Asís. Ella, 24 horas después, se presentó en la habitación de la joven madre y le pidió disculpas.
Un mes después, el entonces ministro de Salud provincial, Francisco Fortuna, indicó ante un pedido de informes por parte de la Unicameral (encabezado por quien en ese momento era una legisladora opositoria, la hoy funcionaria municipal Liliana Montero) que se había convocado a la Dirección de Seguridad del Paciente, a la dirección del hospital y al Comité de Seguridad del establecimiento provincial "para que se replanteen los procedimientos y se corrijan las insuficiencias, y se reestablezcan los roles de todos los integrantes del equipo de salud".
Siete años después, en medio de la conmoción que impacta en Córdoba y en todo el país tras conocerse que se investiga la muerte provocada de al menos cinco bebés en sólo cuatro meses, además de otros ocho casos sospechosos en los que criaturas recién nacidas terminaron dentro del hospital con lesiones gravísimas, otra vez asoman gruesas críticas por la atención en el Neonatal. Hasta el jueves último, la directora había continuado siendo Asís, la médica que más tiempo estuvo frente a un hospital durante la gestión del ministro de Salud Diego Cardozo.
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El martes último, en medio de una sentida protesta de familiares de bebés que murieron en el Neonatal, se escuchó una larga serie de irregularidades dentro del hospital. Las mujeres relataron que sufrieron maltratos, discriminación, que a sus parejas no las dejaron ingresar en los partos y que en muchos casos ni les dieron la información básica sobre el alumbramiento.
Una catarata de reclamos que el nuevo director del Neonatal, Esteban Ruffin, tuvo que escuchar a la fuerza luego de los que manifestantes irrumpieran por la fuerza y coparan su despacho del primer piso. "Por favor, que nunca más ninguna madre sufra lo que me pasó a mí", le dijo una mujer, con todo respeto, mientras le describía los comentarios denigrantes que dijo haber soportado cuando en febrero llegó a la guardia con un embarazo a término.
"Nos discriminan porque nos creen ignorantes", le dijo otra mujer al director. Y detrás de ella se alzó un coro de voces con experiencias de todo tipo, todas negativas. Lo que se llama "violencia obstétrica", en pleno 2022, cuando se supone que los derechos elementales en materia de salud ya están acordados y protocolizados.
Verónica, una joven que tuvo a su beba en octubre del año pasado, relató a Cadena 3 una experiencia que terminó por ser traumática. Un momento soñado, de felicidad, que se convirtió en una pesadilla. Dijo que ella ya tenía el embarazo a término, que ya se sabía que iba a ser una beba de gran tamaño por lo que se había acordado una cesárea. Pero que cuando ya estaba todo listo, hubo un cambio de guardia médica y la facultativa recién ingresada decidió, en ese instante, que iba a ser un parto natural. Verónica comenzó, entonces a sufrir un dolor insoportable, hasta que se desmayó. Cuando despertó, ya le habían practicado una cesárea. Afuera, su marido esperaba sin noticias. La beba, recuerda ella, nació a las 17. A él le avisaron a las 20. Antes de desmayarse, denuncia Verónica, una enfermera le dijo que si no le gustaba la atención se hubiera buscado un hospital pago.
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