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Gatillo fácil en Córdoba
FOTO: La reunión de los jefes policiales momentos después del crimen de Blas, al desnudo.
FOTO: El video que generó indignación en el juicio por el crimen de Blas
El texto completo que Soledad Laciar, la mamá de Blas, leyó al terminar las audiencias por el crimen de su hijo. El 31 de marzo se conocerá la sentencia.
"Señor presidente, señores vocales, señoras y señores integrantes del jurado:
Permítanme antes que nada, agradecer profundamente a todos los que nos han acompañado como familia a lo largo de este camino de tanto dolor. A todas aquellas personas, la mayoría cordobesas y cordobeses anónimos que incluso a la distancia nos dieron aliento y nos ayudaron a transitar este camino de padecimiento tan indescriptible que significó la irreparable pérdida de Valentino Blas.
Quiero agradecer profundamente esos gestos de cariño y acompañamiento en nombre de toda mi familia. Y también el enorme apoyo que nos han brindado los medios de prensa. Porque sin el acompañamiento desinteresado que nos han manifestado tantas personas a lo largo y ancho de toda Córdoba y del país, y sin el generoso y cuidado apoyo de los trabajadores de los medios locales y nacionales, que se solidarizaron con la injusta y tremenda muerte de Blas, nos hubiera resultado imposible seguir adelante. Y nos hubiera resultado muy difícil lograr la fortaleza y la entereza necesaria para afrontar un proceso judicial tan duro y absolutamente plagado de intereses, contra el monumental y por momentos perverso poder institucional de la Policía de la Provincia Córdoba.
Lo menos que podemos hacer, es agradecer como familia y dar las gracias por tanta generosidad que nos permitió salir de la oscuridad que produce la muerte, y llegar a este momento tan importante, después de tanta lucha.
Perder un familiar en estas circunstancias genera sensaciones indescriptibles y dudas muy difíciles de responder, que créanmeseñores jueces, y señoras y señores del jurado,atormentan de un modo que por momentos apenas permiten seguir viviendo.
Uno de esos interrogantes, tal vez el más inentendible, ha sido tratar de comprender por qué razón las personas dedicadas profesionalmente a protegernos del delito asesinaron a un adolescente, sin ningún tipo de necesidad.Sin ninguna necesidad y sin ningún sentido.
Vine buscando la respuesta a esta pregunta que me atormenta en cada minuto de mi vida. Y lamentablemente siento que en este juicio no he encontrado ninguna respuesta. Por eso espero ansiosa, y más allá de un veredicto justo y acorde a tanta desgracia y pesar, una palabra de ustedes, señores jueces y señores del jurado, que nos ayude a encontrar un sentido a tanta injusticia, que nos ha causado una inmensa desolación y un profundo dolor de manera absolutamente innecesaria.
Pero entre tanto desconcierto, también quiero compartirles algo que aprendí a lo largo de este doloroso proceso que significó la pérdida irreparable de Blas. Algo que me enseño justamente, su ausencia.
Los que afortunadamente no han tenido que pasar por la espantosa situación de perder un hijo, tal vez ignoran que inmediatamente después de ese golpe durísimo, que significa enterarse de la inesperada e inexplicable muerte de alguien a quien le dimos vida, nos inunda la sensaciónde que todo, absolutamente todo, pierde sentido.
Y en esos momentos de caos absoluto se tiende a creer que esa desolación, y esas sensaciones de vacío y dolor indescriptibles, son absolutamente personales e individuales. Que sólo a nosotros nos ha tocado padecer.
Pero a poco de andar y luego de mirar alrededor, nos hemos encontrado con la triste realidad de que esa espantosa sensación también la han padecido otras personas, muchas otras, que en un primer momento seguramente también creyeron que era un dolor personal o individual. Y no lo es. Lamentablemente no lo es.
Porque cuándo las lágrimas se comienzan a secar y como en el caso de nuestra familia, nos asomamos por primera vez a la historia de la violencia institucional y policial en Córdoba, nos encontramos que estos terribles hechos, lamentablemente, han sucedido una y otra vez a lo largo de la historia de nuestra provincia. Muchas veces.
Y ahí comprendemos la magnitud de esta situación tan terrible que es la innecesaria, desproporcionada, injusta, brutal y arbitraria violencia policial, que se ha cobrado la vida de muchos cordobeses, y que hoy, señores jueces, y señoras y señores del jurado, tienen ustedes la enorme responsabilidad de darnos una respuesta.
Una respuesta que será para el caso, individual. Pero todos los cordobeses y cordobesas sabemos que detrás de este fallo sobre un caso puntual, se encuentra la enorme responsabilidad que hoy esta en sus manos, y que significa poner un freno a tanto dolor causado por la injusta y absurda violencia policial que, una y otra vez, se repite a manos de integrantes de la Policía de Córdoba.
Y en ese sentido, queremos decirles que esperamos algo más que justicia para el caso de Blas y sus amigos: venimos apedir y reclamar, señores jueces e integrantes del jurado, una sentencia que permita que esta situación tan dolorosa no vuelva a suceder NUNCA MÁS en Córdoba.
Que ninguna madre, ningún padre, ningún hermano o hermana, ningún abuela o abuelo, ningún amigo o amiga, tenga que pasar por la terrible sensación de desolación que produce la noticia de la pérdida de alguien amado por las injustas balas policiales.
Ha resultado muy importante para mí poder comprender, señor presidente, señores vocaleseintegrantes del jurado, como se ha dado el complejo proceso por el cuál todo ese conjunto de sensaciones que resumimos en la palabra dolor, condensado en una múltiple, diversa, poderosa y contundente demanda de justicia de los familiares sobrevivientes, se ha convertido,tal vez, en el único motor que ha condicionado y determinado el cambio en las políticas públicas en materia de violencia policial en Córdoba, desde la venida de la Democracia hasta nuestros días.
Porque el reclamo público de familiares y amigos de las víctimas de la violencia institucional, que se da en las calles, en los tribunales y en los medios, ha sido lamentablemente, el determinante casi exclusivo de los cambios en las políticas relacionadas a esaviolencia policial. Y en ese proceso de cambio, ustedes, señores jueces y señoras y señores del jurado, tienen hoy un rol fundamental a la hora de dictaminar sobre uno de los casos que estoy segura, quedará en la historia institucional de Córdoba, por el modo absurdo, violento e injusto que se dieron los hechos y por la increíble intención institucional de intentar encubrir lo ocurrido.
En ese sentido, esta Cámara Octava del Crimen ha tenido históricamente un rol muy destacado en determinar un rumbo claro y valiente, algo que he podido conocer por la fuerza inexplicable y misteriosa que determina, a una simple mamá como yo, a buscar la verdad y la justicia, motivada por la pérdida irreparable de un hijo. Fue esta fuerza tan poderosa la que me llevó a leer e interiorizarme de otros hechos y otros procesos judiciales que, de otro modo y de no haber mediado la espantosa e injusta muerte de Blas, jamás hubiera tenido interés en conocer.
Y por eso, señores jueces y señores del jurado, deposito en ustedes toda mi confianza de que sabrán valorar justamente, tanto dolor injusta e intencionalmente causado en tantas oportunidades. Porque a Blas no lo mataron una vez, sino muchas veces.
Lo mataron primero, disparándole con armas de guerra muy poderosas, sin ningún tipo de necesidad ni peligro que lo justifique. Con la cantidad de móviles que llegaron al lugar luego de haberlo baleado y el enorme despliegue realizado para encubrir lo sucedido, ha quedado absolutamente claro que hubieran podido detener a los chicos algunos metros más adelante, sin ningún tipo de inconveniente, y se hubiera podido aclarar todo sin ningún tipo de violencia. Pero los policías optaron por disparar sabiendo perfectamente que tirar de la manera que lo hicieron, significaba necesariamente asegurar un resultado muerte.
Alegaron que los chicos no se detuvieron en el control. Pero señores jueces e integrantes del jurado, seamos honestos: todos, absolutamente todos aquí sabemos que la gente en Córdoba le tiene miedo a la Policía. Y más de noche. Y portando armas en situación amenazante.
La gente en Córdoba le tiene mucho temor a los policías, justamente porque la historia reciente nos demuestra que no tienen ningún tipo de reparo en disparar o cometer arbitrariedades, como de hecho lo hicieron en este caso. Y lo que pretendidamente es una excusa esgrimida por los policías, vemos que claramente es una práctica habitual, que se ha repetido una y otra vez a lo largo del tiempo: disparar sin ningún tipo de necesidad.
Pero hay más: en esta primera muerte de Blas, sólo a él lo alcanzaron las balas asesinas. Pero claramente esto podría haber sido una masacre: tan sólo un milagro o la casualidad, permitieron que la cantidad de disparos claramente asesinosefectuados a un auto lleno de personas, no terminara en una tragedia con muchos más muertos.
Ante todas estas razones, pruebas y evidencias lógicas, los defensores han intentado refutarlas lo mejor que han podido, pero claramente no han logrado dar respuesta a la situación. Porque nadie ha podido explicar por qué este irracional acto no terminó en una espantosa masacre. Simplemente fue el azar o la acción divina las que influyeron. Porque la acción de los policías disparando del modo que lo hicieron, claramente la podría haber causado.
La segunda muerte de Blas se inició con la mentira perfectamente organizada de plantar un arma que los chicos jamás tuvieron. Todos los policías que estuvieron cerca del hecho y los que participaron de algún modo en él—que ha quedado muy claroa lo largo de las audiencias han sido mucho más quesólo trece— sabían perfectamente que la primera muerte de Blas había sido absolutamente brutal e injusta. Sabían que lo habían fusilado innecesariamente. Y sabían perfectamente que todo podría haber terminado en una masacre, que no se dio sólo por una cuestión del destino.
Y fueron justamente todos esos motivos los que los determinaron a realizar esta maniobra de mentira y enorme perversidad institucional que significa plantar un arma.¿Nos hemos dado cuenta señores jueces, señoras y señores del jurado, lo que esta acción implicó en términos de confianza y credibilidad institucional? Porque la misma Policía que nos reclamaba confianza unos momentos antes del hecho —preguntándose cínicamente por qué los chicos no pararon— justifica sobradamente y con sus propias acciones, por qué razón todos los cordobeses le tememos.
Porque,señores y señoras del jurado y señores jueces, comprobar que los policías pudieron conseguir un arma ilegal tan rápido,es un acto de una gravedad institucional increíblemente grave, como ha quedado demostrado a lo largo de las audiencias. Ese acto, simplemente ese acto, los describe como potenciales y conscientes asesinos ¿Para qué quiere un policía honesto un arma ilegal? Estos policías la llevaban porque sabían que matar o fusilar de manera ilegal a una persona, era una posibilidad absolutamente cierta. Si no, no tiene ninguna otra finalidad. Carece totalmente de sentido.
Por esa razón, la segunda muerte de Blas—plantando artera y mentirosamente el arma— es la prueba más elocuente y contundente de que la primera muerte, fue abiertamente intencional y que sólo un milagro nos alejó de una masacre.
Mataron, porque claramente se habían preparado para ello mucho antes, procurándose un arma ilegal para justificar un asesinato que sabían, en algún momento se daría. Y lo que pasó con Blas, el resultado muerte, podría haber pasado con cualquiera o incluso con todos los chicos que iban en el auto. Cualquier persona que entienda la potencia y capacidad de perforación y sobrepenetración que tiene un proyectil calibre 9 milímetros, sabe que esto es absolutamente lógico, posible y cierto.
La segunda muerte de Blas fue una muerte moral. En la primera muerte, dispararon sobre su cuerpo. Pero en esta segunda oportunidad dispararon sobre su honestidad, con el único objetivo de encubrir el actuar asesino de los policías que tirotearon alevosamente al auto.
¿Es la primera vez que esto sucede en la Policía de Córdoba? ¿Cómo es que todos los policías sabían perfectamente a qué se hacía referencia cuándo hablaban de un “tango”?¿Y los jefes que pasaron por esta sala parecían que recién se enteraban de que algo así ocurrió y ocurre? ¿Se ha tomado dimensión de lo que significa que los policías dispongan de armas ilegales de modo tan alevoso, generalizado e impune? ¿Tiene esto un sentido distinto que justificar asesinatos o fusilamientos?
Claramente los policías sabían que también debían matar a Blas moralmente, para justificarlo que todos conocían había sido un asesinato, un fusilamiento liso y llano; y de ese modo, plantando el arma, intentaron encubrir el actuar claramente homicida que constituyó la primera muerte de mi hijo. Si no se hubiera descubierto esta maniobra, la versión de los policías claramente hubiera sido muy distinta a la que dieron en esta sala, y eso debe tenerse muy en cuenta.
La tercer muertede Blas, fue la infame acción de dejarlo morir sin posibilidad alguna de asistencia. Y en esta acción claramente homicida y que va contra todo sentido común, también aparece la acción mecánica de la Policía de Córdoba de intentar justificar, una vez más, la muerte. Porque según el mentiroso relato oficial que ahora a todos avergüenza y escandaliza, pero pocos recuerdan fue avalado institucionalmente durante los primeros días, Blas y sus amigos supuestamente agredieron con un arma de fuego a los policías, lo que los obligó a dispararles. Por lo tanto, si las balas no produjeron la muerte de inmediato, la omisión de auxilio deja al descubierto que el deseo de los policías siempre fue direccionado aque Blas debía morir, porque él y sus amigos eran culpables de una acción contra los policías que, como ha quedado demostrado, fue absolutamente inexistente y mentirosa.
A esta altura de los hechos, nos surge la duda: ¿cuántas veces mintieron los policías a lo largo de toda esta causa? ¿Y cuántas veces esa mentira fue acompañada por gestos institucionales de claro apañamiento? Se ha dicho a lo largo de las audiencias que todo lo sucedido ha sido un claro hecho de violencia institucional. Y eso implica un aceitado mecanismo corporativo de naturaleza estatal, diseñado para asesinar y luego mentir tergiversando lo sucedido. Es decir, matando más de una vez a la víctima. Y mintiendo más de una vez en relación a los victimarios que, por otra parte, y merced a ese afinado mecanismo, se les asegura impunidad y continuidad dentro de la fuerza policial. O en otras palabras, se les garantiza la posibilidad de seguir matando de manera impune, algo que reproduce y perpetúa el ciclode la violencia a lo largo del tiempo.
Todo esto avala la tesis de la cuarta muerte de Blas. Porque además de las balas, las mentiras y el abandono, Blas fue víctima de una larga cadena de apañamiento institucionalizado, de una larga cadena de mentiras, que se han repetido a lo largo de este proceso, pero también y de manera lamentable, se han repetido una y otra veza lo largo de la historia de la Policía de Córdoba; gracias a la existencia de un sistema de impunidad intencionalmente amparado, o promovido por la desidia y el desinterés.
Este apañamiento evidentemente es generado por agentes estatales de distintas jerarquías y distintos niveles de responsabilidad, policías o no, pero que tiene un único y mismo empleador: el Estado provincial. Y es evidente que utilizando el poder que les confiere su posición privilegiada, ha causado enormes daños, tanto vidas como en la memoria e integridad moral de las víctimas, en procura de reforzar una posición de supremacía o dominio, sin detenerse un minuto a reflexionar que todo lo que están haciendo es absolutamente ilegal e inmoral.
En el caso de Blas, esto que constituye violencia institucional y su forma especializada que es la violencia policial, ha sido la que produjo su cuarta muerte. Porque de no mediar la intensa lucha por la verdad, apoyada por la gente de manera masiva y por los trabajadores de los medios de comunicación, merced a la existencia de este perverso mecanismo institucional de mentira y encubrimiento, muy posiblemente todo hubiera quedado en la nada y se hubiera consagrado la impunidad una vez más.
Pero al mismo tiempo estamos hablando de un mecanismo que ha establecido una práctica, habitual, abiertamente ilegal y aceptada oficialmente. Y queda en evidencia que antes que Blas murieron muchas otras personas de una forma muy similar, y en ese sentido, también su muerte es consecuencia de este mecanismo institucionalizado, que lamentablemente aún podemos comprobar a través de otros casos posteriores, sigue absolutamente vigente.
Por eso señor presidente, señores vocales y miembros del jurado, entiendo que tienen en sus manos una enorme responsabilidad, tal vez histórica, no sólo de fallar con justicia en este caso, sino también de dar una sentencia que intente revertir esta situación y procure cortarla cadena causal de hechos de violencia institucional, para que dentro de poco tiempo la sociedad cordobesa no esté lamentando otro caso Blas.
También queremos decir y como ha quedado claramente demostrado a lo largo de las audiencias, que sabemos que una sentencia no iba a hacer justicia completa en relación a todo lo sucedido; ni comprende a todas las personas que estuvieron implicadas y que encubrieron o mintieron en relación a la muerte de Blas, y el intento de homicidio de sus amigos, como ha quedado claramente demostrado a lo largo de las audiencias. El trabajo de la querella y el excelente desempeño del Ministerio Público ha dejado este enorme entramado al descubierto. En particular la tarea llevada adelante por señor fiscal de cámara, el doctor Marcelo José Hidalgo, a quien quiero agradecer públicamente y en nombre de mi familia, la valentía de acusar a una corporación policial que no escatimó medios ni recursos para mentir, intimidar, extorsionar o amedrentar, y un poder en las sombras que ha hecho todo lo posible para silenciar este caso.
Sabiendo que una sentencia justa es tan sólo la primera etapa en la búsqueda de Justicia, decidí trabajar a lo largo de este proceso y en particular de estas audiencias, en la redacción de un humilde texto que presentaré en las próximas semanas, con el objetivo de intentar dejar al descubierto este perverso mecanismo institucionalizado y naturalizado que constituye la violencia policial en Córdoba; mecanismo que se encargó de matar varias veces a mi hijo Blas, y mentir una y otra vez sobre los hechos.
No lo hago con ánimo de revancha, sino de intentar que este inmenso dolor generado por la pérdida de mi hijo, no la tenga que pasar nadie más en Córdoba. Y en eso incluyo no sólo a las víctimas sino a también a los victimarios de este proceso, que de algún modo, también son mansas, domesticadas y silenciosas víctimas de un sistema injusto y perverso.
Porque más allá de que ha quedado absolutamente demostrado que los policías presentes en esta sala asesinaron y mintieron, también entiendo que de algún modo, han sido víctimas del mismo y perverso sistema que los educó y les enseño a matar y mentir.
Todo indica que dos de ellos pasaran el resto de sus vidas en la cárcel. Otros, varios años. Y todos perderán sus trabajos, condenando a sus familias a una penosa y angustiosa situación moral y económica, por haber aceptado de manera acrítica y mansa las enseñanzas de un perverso mecanismo que también a ellos, les destruyó la vida. Y también por no haber optado por decir la verdad, auncuando todo lo sucedidoy todas sus mentiras, han quedado descubiertas y al desnudo.
Por eso creo que es tan importante señor presidente, señores vocales, señoras y señores integrantes del jurado, es tan importante y significativo que además de la sentencia justa de conductas que merecen tanto reproche social, quede plasmado ese perverso mecanismo institucional que nos ha destruido la vida a todos. A nosotros y a ellos.
Como dije anteriormente, no me moviliza el deseo de revancha, sólo el pedido de justicia por la espantosa muerte de mi hijo. Ysobre todo, mi deseo de que esto NUNCA MÁS, pero realmente NUNCA MÁS vuelva a ocurrir.
Por ese motivo y aunque vaya en contra de todo el dolor que siento, quiero pedirles señores jueces y señores integrantes del jurado, que contemplen la posibilidad de una pena reducida a la señora Wanda Esquivel. Realmente para mí, y se los quiero decir mirándolos a todos a los ojos, me genera muchísima contrariedad pedir esto. Me revuelve lo más profundo de mi ser. Porque la señora Wanda Esquivel es quien, plantando el arma trucha, ilegal, intentó ensuciar sin éxito la memoria de mi hijo, cuándo aún su cuerpo tenía temperatura y su corazón se intentaba aferrar a la vida.
Es algo realmente asqueroso y reprochable lo que hizo esta mujer. Porque sin rasgo alguno de humanidad, se dedicó a mentir de una forma que la haría merecedora de una pena sumamente rigurosa.
Pero tal vez por conveniencia o simplemente siguiendo el buen consejo de su abogado defensor—hábil conocedor de los pliegues del Derecho y el Poder en Córdoba— decidió contar cómo había sido la maniobra de encubrimiento. Y eso entiendo, permitió un avance significativo en la causa.
Pero además del impulso en lo atinente al descubrimiento de todas las muertes de Blas, la declaración de la señora Wanda Esquivel puso en evidencia y desnudó el perverso mecanismo diseñado para matar y mentir, que tanto se niega pero que aparece reiteradamente, una y otra vez, en el accionar de la Policía de la Provincia de Córdoba.
Y por ese motivo, y más allá de lo que significó en el caso puntual de la causa que se juzga la muerte de mi hijo, entiendo que esta acción ha sido muy relevante a la hora de exponer, por dentro,el perverso mecanismo de la violencia institucional.
Insisto señores jueces y señores y señoras del jurado, no es nada simple para mí realizar este pedido que me genera enormes contradicciones en todo mi ser. Porque fue esta mujer, la señora Wanda Esquivel, la que se rió a carcajadas y celebró cuándo mi hijo acababa de recibir un balazo y comenzaba lentamente a morir. Como madre, siento algo despreciable por ella, lo confieso.
Pero como ciudadana entiendo que su postura puede ser preventiva de futuros hechos de violencia institucional y un fuerte mensaje hacia el interior de esta corporación tan impenetrable y cerrada que se ha demostrado es la Policía de la Provincia de Córdoba.
Por ese motivo, y como aún el juicio no ha terminado, quiero pedirle señor presidente, señores vocales y señores miembros del jurado, que si esta mujer, la señora Wanda Esquivel, en el uso del derecho que le asiste, al decir su última palabra, decide aportar información significativa que aún no conocemos o no ha quedado clara en este juicio, en relación al mecanismo de encubrimiento institucional sobre los hechos ventilados; y esa información significativa constituye un avance importantede modo tal que permita conocer nuevos nombres o nuevos hechos que arrojen luz sobre lo sucedido,sea considerada su situación y la posibilidad de una pena disminuida,más allá de la justa pena que solicitaron los representantes del Ministerio Público y las querellas.
Este pedido no lo hago como jurista, porque no lo soy y por esa razón sepan disculpar la rusticidad con que lo formulo. Lo hago como mamá de un hijo al que nunca más voy a poder abrazar, pensando en otras mamás, otros papás, otros hermanosysobre todo, en otros abuelos, para que no tengan que pasar por esta misma situación tan dolorosa que nos tocó atravesar.
Y para que por fin, intentemos entre todos desterrar este perverso mecanismo tan aceitado que ha permitido por años a la Policía de la Provincia de Córdoba,matar y mentir.
Aprovecho la oportunidad y me quiero referir al resto de los imputados, señor presidente. Y quisiera decirles por su digno intermedio, que también sería bueno que reflexionen sobre esta última oportunidad que tienen. Que puedan advertir que como victimarios, matando, mintiendo y encubriendo, sólo han reproducido mecanismos institucionales que los han dañado tanto como me han dañado a mí y a mi familia. Que no tiene ningún sentido seguir manteniendo el silencio corporativo, porque hace rato que la misma Policía de Córdoba que les enseñó estas perversas prácticas, que informalmente los educó para matar, para fusilar y tirar un “tango”, un arma ilegal,esa misma Policía y casi todos sus ex compañeros, hace rato se han olvidado de ellos para siempre y los ha desechado por completo.
Que estos señores, a quienes quiero mirar a la cara señor presidente, puedan darse cuenta que de algún modo, son tan víctimas de la violencia institucional como ha sido mi familia y los amigos de Blas y sus familias. E intentar a través de estas palabras que adviertan y sean conscientes hasta que punto se han dañado no sólo ellos sino también sus familias, manteniendo una mentira que nadie cree, y una fidelidad institucional, tan inútil como unilateral.
Quiero decirles por su digno intermedio y respetuosamente, señor presidente, que después de la sentencia va ser muy tarde para arrepentimientos. Y va ser muy tarde para darse cuenta que cuando pasen a ser condenados en un penal, estarán solos, ellos, sus consciencias y sus familias.
Y comprobarán que la institución policial de la que alguna vez sintieron orgullo, les da la espalda de manera increíblemente cruel y cínica.
Mientras ellos estén en una celda encerrados, otros y otras tal vez disfrutarán las mieles de suculentos sueldos y un futuro asegurado, olvidándolos sin misericordia y con mucha menos humanidad que quien les habla.
En relación a la pena a imponer, señor presidente, señores vocales, y miembros del jurado, quiero decirles que esta curiosa y dolida mamá ha intentado bucear en aspectos que le eran absolutamente desconocidos antes de esa horrible madrugada del 6 de agosto de 2020; tratando de comprender por ejemplo, el fundamento y fin de una sanción penal.
No será esta humilde mujer quien les intente explicar precisamente a ustedes sobre este aspecto académico. Pero sí quiero decirles, quiero pedirles, que si la pena tiene entre otros aspectos, un fin preventivo, es decir evitar que se vuelvan a cometer hechos de la misma naturaleza, sería conveniente además de aplicar las sanciones penales solicitadas por los representantes de la querellas y los representantes del Ministerio Público, con la salvedad hecha de la señora Wanda Esquivel, se consideren otras acciones que tengan mayor visibilidad para los mismos policías en actividad y para la sociedad toda, en procura de intentar desterrar para siempre la violencia institucional ejercida por cuadros policiales.
En ese sentido quisiera sugerir se inste al Poder Ejecutivo Provincia para que levante un memorial en recuerdo de todas aquellas personas que han sido víctimas de violencia institucional, dentro del mismo predio del edificio Central de Policía. Un lugar administrado por los mismos familiares de las víctimas, de acceso público y a la vista de todos, fundamentalmente de los policías en actividad, como un modo de recuerdo permanente de las prácticas policialesque ningún cordobés quiere ni desea y que deberían desaparecer para siempre. Un lugar dedicado a la memoria de los que murieron injustamente a causa de la violencia policial, ubicado en algún sector de los amplios jardines que rodean el Edificio Central de Policía.
También quiero solicitarles señores vocales y miembros del jurados, y en relación a los ex Jefes y ex Sub Jefes de la Policía de la Provincia de Córdoba, tan adeptos a eternizarse en galerías de honor, se inste al Poder Ejecutivo Provincial para que se haga un agregado en las fotos que los recuerda, del nombre y fecha de muerte de las víctimas de violencia policial ocurridas durante su gestión, como un modo de generar una memoria integral, no sólo de su paso por la función pública sino también de los hechos en los que han resultado, directa o indirectamente, responsables desde el punto de vista institucional.
Resulta lamentable ver como muchos policías sin mucho brillo y plagados de fracasos, son obligadamente reconocidos, ocultándose convenientemente gravísimos hechos de violencia institucional que han ocurrido bajo su mando. Y además se priva a las nuevas generaciones a que no tengan ningún derecho a enterarse de sus lamentables gestiones. Porque se aseguran que sus fotos permanezcan para siempre y de manera cuidada. Pero intencionalmente procuran que el nombre de sus víctimas, se pierda en el olvido. El recuerdo y la memoria es un acto también de justicia y debe advertirse el poder enormemente reparador para los familiares y amigos de las víctimas. Pero también la memoria opera como un freno a nuevos hechos, porque invita a la reflexión particularmente de los policías en actividad, algo que muchos fallos han solicitado, pero la Policía de Córdoba ha omitido una y otra vez.
Tanto la galería de ex Jefes y Subjefes de la Policía de la Provincia de Córdoba, como cada centímetro del Edificio Central de Policía, es sostenido por el aporte económico de todos los cordobeses y cordobesas. No les pertenece a los policías, sino que nos pertenece a todos los que habitamos esta bendita provincia. Y un gesto de esta naturaleza les recordaría que ellos no son dueños ni del patrimonio del Estado, ni tampoco de la vida e integridad física de los cordobeses. Y generaría justicia en el relato muchas veces mentiroso y autoimpuesto sobre un pasado supuestamente glorioso y gallardo, cuándo la sociedad abiertamente desprecia tanto sus prácticas como sus gestiones.
Las penas de cárcel no nos van a devolver a nuestros seres queridos. Y estas acciones performáticas y de intervención del espacio público, particularmente de los edificios policiales, entendemos, generan la posibilidad de una reflexividad que puede ser muy útil para prevenir nuevos hechos. Por eso señores vocales, les pido encarecidamente contemplen mi pedido, porque entiendo sería muy sanador y muy preventivo.
Por último señor presidente, señores vocales, señores miembros del jurado, como dije al principio vine tratando de buscar respuestas a la pregunta de por qué.
Por qué lo hicieron.
Por qué lo mataron.
Por qué mintieron.
Por qué ocultaron.
Por qué lo abandonaron.
Por qué lo dejaron morir.
Créanme que albergaba una mínima esperanza de poder llegar a escuchar de boca de los acusados algo de verdad en este juicio, algo que para mí hubiera sido muy reparador. Peromás allá de que han quedado absolutamente probadotodo los hechos por los que han sido acusados, lamentablemente de parte de los imputados y en el legítimo derecho que les asiste —derecho que no le reconocieron a Blas pero que sí queremos que se les reconozca a ellos— nos hemos encontrado con excusas y en algunos casos, incluso con más mentiras, pero sobre todo, sugestivos silencios.
Vine a tratar de encontrarme con lo que me queda de mi hijo, con su recuerdo; tratar de reencontrarme con la verdad que me acerque a Blas, que salió esa tarde de agosto y no volvió jamás a aquella que fue su casa.
Pero que por alguna extraña razón que aún no llego a comprender, decidió instalarse en el corazón y el recuerdo de cada persona que habita esta bendita provincia.
En su memoria, pero sobre todo por los que hemos quedado vivos y por las generaciones por venir, les quiero pedir encarecidamente señores jueces, y señoras y señores del jurado, un fallo verdaderamente justo y correctivo. Y no sólo para las personas hoy sentadas en la silla de los acusados, sino fundamentalmente para todo un sistema policial, que, como ha quedado claramente demostrado, ampara, legitima y enseña a sus agentes, a matar y mentir. Y cuándo caen en desgracia, los abandona para siempre.
Para que NUNCA MÁS alguien tenga llorar a sus seres queridos fruto de la violencia institucional en Córdoba.
Y para que NUNCA MÁS alguien les tenga que volver a pedir a los jueces de esta provincia una sentencia justa, movido por el tremendo dolor que genera la espantosa pérdida de un ser queridoasesinado con armas, balas y acciones policiales, empuñadas y realizadas por personas que fueron entrenadas por el Estado cordobés,supuestamente para cuidarnos, y no para mentir, ocultar y asesinar".
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El equipo hizo un gran esfuerzo para llegar con las reparaciones: "Vamos en un mejor estado que al último evento", dijo el jefe de mecánicos. C3M y su enviado Fran Reale estarán allí para contártelo.
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Cada viernes, hasta el 20 de diciembre, habrá premios de $500.000 y el máximo ganador se llevará $5.000.000. Enterate cómo participar.