"Tenaza", la promesa de Instituto que terminó por liderar a la barra

Juan Federico

El barrio que se devora los deseos. Recorrer los pasillos de villa El Nailon y adentrarse en las profundidades de Marqués Anexo, en la zona norte de la ciudad de Córdoba, termina por convertirse en un viaje hacia los horizontes extraviados.

Casi 30 jóvenes muertos en episodios violentos en sólo 15 años hacen que este sector tenga el sello, desde hace mucho tiempo, de "zona roja". Una marca policial que identifica a aquellos lugares donde la criminalidad en sus diferentes formas aparece mucho más seguida que en otras partes de la misma ciudad.

Las "zonas rojas", marcas que terminan por configurar un estereotipo cruel ya que engloba a cientos de familias ajenas a esos conflictos, se han multiplicado en la ciudad en los últimos tiempos. Una mancha en la que se entremezclan la venta de drogas, los tiros y el control territorial que se ha ido ensanchando de manera dramática en la Capital cordobesa. Vivir al ritmo de la violencia. Con el código del delito como único norte.

Es allí, en villa El Nailon, que hace 15 días se respira un clima de tensión extrema. Los asesinatos de los hermanos Maximiliano Ezequiel Gómez (30) y Tomás Ismael Moyano (19), ocurridos en menos de 48 horas, entre la madrugada del pasado jueves 14 y la noche del viernes siguiente en el interior de la villa se inscriben dentro de una sórdida disputa que trasciente los límites de Marqués Anexo para llegar, incluso, hasta la tribuna principal de la cancha del club Instituto, en Alta Córdoba.

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Las paredes pintadas con los colores rojo y blanco no dejan margen de duda. En El Nailon se formó "Los Ranchos", la principal barra gloriosa.

Tal como sucede con "La Fiel" de Talleres y "Los Piratas" de Belgrano, en los últimos tiempos la barra de Instituto comenzó a cobrar un protagonismo cada vez mayor. Organizaciones en la que en realidad confluyen varios grupos distintos y que hoy se ofrecen como grupos de choques para diversas tareas: de la popular a los sindicatos y a los actos políticos.

Desde hace unos pocos años, a "Los Ranchos" lo lidera Gustavo "Tenaza" Moyano (32), un exarquero de las divisiones inferiores del club que terminó del otro lado del alambrado de la cancha, encima de un paravalanchas.

Desde el último lunes a la siesta, "Tenaza" y su hermano Jorge "Coke" Moyano (41) permanecen detenidos por orden de la fiscal Claudia Palacios, quien tiene a su cargo la investigación por los dos asesinatos en El Nailon. A ellos no los acusan por los crímenes, que tuvieron como víctimas a dos familiares que también formaban parte de "Los Ranchos", sino que los imputa por las amenazas que han sucedido dentro del asentamiento antes y después de los homicidios.

Una espiral violenta alimentada por tiros, bombas molotov, réplicas de granadas y un caudal de agresiones cruzadas impresionantes.

La fiscal sostiene que "Los Ranchos" libraron una disputa a todo o nada contra un conocido vecino de El Nailon, Mariano "el Tuerto" Cabanillas, quien hace poco regresó al sector tras purgar la última de sus condenas. Un sujeto con fama de bravo que pasó 26 años en prisión por distintos delitos. 

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Desde que volvió a la villa, "el Tuerto" comenzó a disputar los espacios de poder que ostentaban "Los Ranchos". Tanto en El Nailon como en la tribuna. Y se desató la guerra interna, alimentada por otras denuncias y antiguos resquemores sedimentados en un sector donde todos se conocen desde hace mucho.

La fiscalía acusa al "Tuerto" y a un hijo de él por el primer asesinato, aunque todavía existen serias dudas sobre si no fue un balazo policial el que terminó con la vida de Gómez. 

El asesinato de Moyano ya tiene un detenido desde la semana pasada: David Leandro Aguilar se presentó ante la Justicia, tras ser acusado de matar al joven al que le recriminaba por haber amenazado a su madre ante la viralización de un video grabado en la propia villa en el que se observaban a diferentes miembros de "Los Ranchos" ostentando un impresionante armamento.

Este lunes -según adelantó Cadena 3- "Tenaza" y su hermano "Coke" llegaron junto a su abogado Lauro Cossar hasta Tribunales 2 y quedaron presos. La fiscalía aún analiza cuántos delitos les van a endilgar.

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La historia de "Tenaza" es una síntesis de los deseos devorados por la propia villa. Hace casi 12 años, quedó detenido durante unas semanas acusado de haber formado parte del contingente de barras que en 2012 atacó a los jugadores profesionales de Instituto tras perder un partido en Corrientes.

Pese a semejante antecedente, volvió a La Agustina, el semillero albirrojo. Es que su potencial como arquero despertaba fuertes expectativas dentro del club. Fue por ello que se decidió darle una nueva oportunidad, pese a las quejas de los jugadores que habían sufrido las amenazas.

Comenzó a entrenarse en 2013 y al poco tiempo recuperó la titularidad en el equipo que jugaba en la liga local. Sin embargo, nunca logró el sueño de la profesionalidad. 

En 2014, fue emboscado en medio de una calle, cerca de El Nailon, y le dispararon tres veces, en las piernas y los genitales. "No quisieron matarlo, sino arruinarlo, que no jugara más al fútbol", contaron en ese momento. Fue un ajuste de cuentas vinculado a las disputas barriales. Un mensaje a él y a sus amigos, a los que señalaban por una serie de asesinatos cometidos allí en los últimos meses.

Nunca quedó claro para los investigadores quién le había disparado. Pero "Tenaza" y el barrio siempre lo supieron: un allegado al "Tuerto" Cabanillas que le recriminaba una supuesta participación, jamás probada en Tribunales, en uno de aquellos asesinatos.

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Tras recuperarse y refugiarse fuera de Córdoba, "Tenaza" regresó a la villa e intentó de nuevo en el fútbol, en clubes de la Liga Cordobesa. Pero los sueños ya se habían esfumado en medio de tanta violencia desparramada. 

En 2020, en un periódico barrial, su nueva historia apareció escrita, a la cabeza de un comedor infantil en villa El Nailon. 

“La idea de dar una mano siempre estuvo basada en lo que hacía mi mamá. Ella tuvo el comedor Los Nanitos durante 13 años en Villa El Nailon pero después lo tuvo que cerrar. Pasó un tiempo y yo le pedí a mi familia que lo retomáramos. Así fue como empecé a organizar los Días del Niño y en las Navidades me disfrazo de Papa Noel y salgo a repartir juguetes, golosinas y meriendas. La idea es dibujarle una sonrisa a los chicos y que se diviertan un poco”, le contó a Expresión Norte.

“Para mí, el fútbol después de mis hijos, es lo q más amo en el mundo. Volver a atajar y estar hoy en Argentino Peñarol después de todo lo que me pasó, es una revancha, una bendición de Dios. Estoy convencido que Dios acomoda todo a su debido tiempo". Lo dijo en mayo de 2020. Fue su última experiencia en una cancha. Al menos, del lado de adentro. Al poco tiempo, quedó al frente de "Los Ranchos".