El ex arquero Juan Carlos Olave habló con Cadena 3 sobre el sostén de su familia durante toda la vida, el refugio en sus amigos de Las Palmas en la carrera futbolística y el “lastimoso” paso como directivo deportivo en Belgrano.
El ídolo “Pirata” contó que la cuarentena lo agarró “nostálgico” y reviviendo viejos recuerdos que antes no podía disfrutar. “Ahora, con un poco más de calma, tenemos tiempo para verlos. El análisis a lo lejano es mejor de cuando suceden las cosas”, comentó.
Definió a Las Palmas, club donde surgió y donde actualmente se desempaña como director técnico, como “el lugar donde te ponen el hombre y te sacan las lágrimas en los momentos dolorosos”.
“Sabía que llegaba y el silencio estaba en el acompañamiento que uno necesitaba. Fue lo que me sostuvo y me volvió a impulsar en diferentes momentos. Al silencio lo entienden los que te conocen desde siempre”, confesó.
Aseguró que fue un gran momento de emoción su retiro en Las Palmas en el torneo Federal B, ya que miraba para el costado estaban aquellas personas que lo habían formado de pequeño. “Y destaco el compromiso de club, porque no ha hecho sólo esto conmigo”, señaló.
Consultado sobre la función de los clubes de barrio, “Juanca” opinó que son las instituciones deportivas “que más sentido tienen en la sociedad”. “Hay clubes, que en silencio, en este momento reparten raciones de comida. Entonces no se puede menospreciar su tarea y menor cortar los sueños, porque tienen una función muy importante”, agregó.
Sobre Belgrano, confesó que cuando se fue al Murcia, de España, sabía que tenía que volver para “sentir de nuevo el fuego sagrado”. “Recuperé de nuevo ese deseo y pude encontrar un buen nivel en esos 10 años. Opté por disfrutar la felicidad de defender la camiseta”, manifestó.
Olave también habló de su familia, el pilar más importante de su carrera. “Extrañaba mucho cuando me instalé en Bolivia y, pese a que aún éramos novios jóvenes, le pedí a mi actual esposa que me acompañe. Luego volvimos y logramos formar una familia”, contó.
Así llegó Thiago y después Arantza, quien tiene el síndrome de Angelman. “Muchos hablan de discapacidad desde un lugar que no conocen. A nosotros nos pegó duro, porque era un mundo nuevo, pero, como creyentes, sabíamos que teníamos que aprender, porque venía para enseñarnos”, relató.
Sobre la crianza, sostuvo que la vida se nutre viviendo experiencias, más que leyendo y estudiando. “Hay cosas que no están en libros, sino en el día a día. Y para esto hay que tener la inteligencia para poder capitalizarlo”, añadió. Comentó que hoy la adolescente es puro amor y que alegra a todos los integrantes de la familia con su sonrisa. “Si tuviéramos que elegir de nuevo, y con todas las cosas que pasamos, querríamos a esta Arantza, que nos llena con cositas simples del disfrute. Es un amor genuino que no se consigue en todos lados”, expresó.
Por otro lado, reveló que lloró “un montón de veces” en el vestuario para alivianar el alma. “El triunfo mío estaba en la felicidad de los que me acompañaban. La euforia es un momento, pero después hay que seguir construyendo. Pero sin dudas que el mayor don del futbolista es hacer feliz a la gente”, indicó.
Ante esto, dijo que por eso siempre eligió festejar con los que lo acompañaron durante la carrera. “Son los que te llaman por tu nombre o el apodo de chico. Y eso hace falte en la vida de un futbolista, porque uno vuela alto. Por suerte siempre me remarcaban esos momentos y mantenía los pies sobre la tierra”, agregó.
Luego, continuó: “También Belgrano te enseña un poco esto. Éramos la imagen del club, pero detrás éramos todos iguales y eso lo hace especial. Todos teníamos la misma importancia y por eso fue tan importante en mi carrera. Belgrano me fortaleció y me hizo sentir seguro”.
Reconoció que, una vez retirado, cometió errores pero dijo que los mismos le sirvieron para aprender y madurar. “Soy un tipo impulsivo que con el tiempo lo fui controlando, aunque seguí chocando por las actitudes”, aseguró.
En otro segmento de la entrevista habló de su paso como directivo deportivo de Belgrano. “No esquivo los desafíos, y están buenos siempre y cuando no salgas lastimado. Y yo salí lastimado. El vestuario que más lloré fue con Lanús, que no había jugado pero fue el que más me dolió”, dijo en referencia al partido que sentenció el descenso en 2019.
“Los movimientos internos lo conocen más los dirigentes, porque es un perfil más político, de negociación y de dejar de lado convicciones. Y yo no sé si soy ese tipo de personas. Me hizo daño y me empecé a alejar. Por algo los dirigentes son dirigentes. Es como si te quisieras meter en política y no sabés cómo funciona. Vivís situaciones que son grises y si no tenés ese carácter no podes seguir”, confesó.
Anheló para que en las próximas elecciones de Belgrano gane la mejor propuesta y que el club esté por encima de todas las personas.
“Contrariamente a lo que se piensa, me quedaron un montón de amigos de mi carrera, tanto dentro como fuera de la calle. Es gente que me abrió la puerta y sostuvieron a toda mi familia”, aseguró.
Por último, cerró con una anécdota sobre sus actitudes contra los jugadores. “Una vez el ‘Picante’ Pereyra se enojó y me encaró en el vestuario. Le tuve que aclarar que salí del arco para hacer tiempo. Y con ‘Chiqui’ Pérez nos puteábamos lindo”, concluyó entre risas.
Entrevista de Carlos Andrés "Bocha" Houriet.
