El pragmatismo de Milei, también en política exterior

Sergio Berensztein

En un contexto donde el pragmatismo se vuelve esencial, la figura de Milei se redefine a medida que avanza en su gestión. La curva de aprendizaje que enfrenta es evidente, y lo hace con una habilidad notable. Comprender la complejidad de gobernar un Estado no es tarea sencilla, y el presidente, sin experiencia previa en gestión, se adapta rápidamente a esta nueva realidad.

En el ámbito de la política doméstica, Milei ya ha mostrado su enfoque pragmático en diversas ocasiones. Sin embargo, lo más interesante se observa en su política exterior. Las relaciones con Brasil, históricamente complicadas, han encontrado un nuevo rumbo. A pesar de las tensiones con Lula, la crisis en Venezuela ha reafirmado que Argentina y Brasil siguen siendo socios estratégicos. Este vínculo es crucial, ya que Brasil representa los intereses argentinos en la región, especialmente en un contexto donde las relaciones con Venezuela se deterioran constantemente.

La relación con China, el segundo socio comercial de Argentina, también ha tomado un giro significativo. Milei reconoce la importancia de este vínculo, dejando de lado la ideología que podría entorpecer la cooperación. Esta decisión no solo responde a la necesidad financiera del país, como el swap con los bancos centrales, sino que también busca atraer inversiones y fomentar el comercio, elementos clave para la recuperación económica.

Es interesante observar cómo Milei, en su papel de outsider, enfrenta la realidad política. Durante la campaña, su postura de no negociar con China por motivos ideológicos parecía firme, pero la presidencia exige una adaptación a las circunstancias. En este sentido, Milei se aleja de las oscilaciones típicas de la política tradicional, mostrando una disposición a priorizar lo que realmente importa para el país.

Por supuesto, el presidente mantiene una retórica encendida, como se evidenció en su reciente discurso en el Parque Lezama. Sin embargo, en las decisiones que toma, se asemeja cada vez más a un presidente en funciones, cumpliendo con lo que establece la Constitución. Esta evolución es fundamental, ya que la gestión del país requiere más que palabras; demanda acciones concretas y coherentes con los desafíos actuales.

En definitiva, el camino que recorre Javier Milei es fascinante. La política exterior, en particular, revela un pragmatismo que podría ser clave para el futuro de Argentina. La habilidad para navegar entre ideologías y necesidades económicas será determinante en su gestión, y solo el tiempo dirá si este enfoque dará los frutos esperados.