Peleas y divisiones en la oposición

Sergio Berensztein

La oposición en Argentina no se presenta como un bloque unificado, sino como múltiples oposiciones que reflejan la atomización de las fuerzas políticas. En el peronismo, algunos gobernadores pactan con el gobierno, mientras que otros se sienten atraídos por la figura de la vicepresidenta. Esta situación genera un clima de incertidumbre, donde muchos miran a Cristina Fernández preguntándose hacia dónde se orientará.

En el radicalismo, las divisiones son igualmente significativas. No solo se observa el polo de atracción que representa Javier Milei, sino que también surgen diferencias en políticas públicas y hasta en cuestiones filosóficas. Aunque se ha logrado un acuerdo en temas como el presupuesto para universidades, persisten las peleas internas. Figuras como Mauricio Macri y Patricia Bullrich, que parecían aliados, ahora se encuentran en posiciones distantes, mientras que Horacio Rodríguez Larreta queda más aislado. Esta descoordinación se manifiesta en una falta de cohesión tanto entre los partidos como al interior de ellos.

De cara a las elecciones del próximo año, el gobierno encuentra un escenario casi ideal para consolidar su propia coalición. La reciente discusión sobre la fórmula jubilatoria ilustra cómo el gobierno intenta extender su base electoral, buscando atraer a un 40 por ciento del electorado. La oposición, por su parte, sigue dividida. Aunque de vez en cuando logran unirse, los problemas de corrección son enormes y afectan su capacidad de respuesta.

En este contexto, el gobierno también se enfrenta a la necesidad de movilizar recursos. La política en Argentina, como sabemos, implica más que ideas o proyectos compartidos; implica dinero. La administración actual, que parecía refractaria a ciertas prácticas políticas, ha comenzado a aprender rápidamente sobre la importancia de los recursos y la obra pública. No hay justificación para frenar proyectos que están casi finalizados, y el sentido común parece estar volviendo a guiar algunas decisiones.

Además, el gobierno debe estar atento a cualquier tipo de rebelión. La reciente propuesta de recomposición salarial para docentes universitarios busca desincentivar la masividad de la marcha del 2 de octubre, que se anticipa como una movilización considerable. La política argentina, en definitiva, se mueve en un entorno de tensiones y negociaciones constantes, donde cada actor busca posicionarse de la mejor manera posible ante un panorama electoral incierto.

Así, la dinámica de poder se despliega en un contexto donde la fragmentación de la oposición puede jugar a favor del gobierno, que, aunque no cuenta con un gran poder de fuego en el Congreso, tiene la capacidad de mitigar conflictos y frenar incendios políticos. La política en Argentina sigue siendo un juego complejo, donde cada decisión cuenta y el pragmatismo se convierte en una herramienta esencial para la construcción del poder.