Juan José López fue un volante extraordinario, inolvidable, reconocido en el fútbol por su inmensa calidad.
J.J. fue un “8” ideal: tenía todos los atributos de un grande.
Inteligente, claro, habilidoso, solidario, con una pegada formidable y una admirable facilidad para llegar al gol.
Allá por los ‘70, J.J. deslumbró en tiempos de grandes volantes por el sector derecho como Miguel Brindisi, Osvaldo Ardiles y el Chino Benítez.
El mítico relator José María Muñoz lo rebautizó para el mundo del fútbol: él le puso J.J. López.
Por su jerarquía y clase tal vez debió llamarse J.J. Fútbol.
El viejo y sabio detector de talentos, Palomino, lo descubrió y a los 13 años lo llevó a River.
Sócrates, su papá fanático de River, se había encargado de contarle una y otra vez, durante su niñez, las hazañas de José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera y Ángel Labruna.
El técnico brasileño Didí, aquel del “Jogo Bonito que el gol viene sólo”, lo hizo debutar en River en 1970, con sólo 19 años.
Didí armó un equipo de pibes, aprovechando la huelga de los profesionales y los sostuvo una vez levantado el paro de los futbolistas.
En 1971 reunió a un mediocampo que hizo historia: JJ Lopez, Mostaza Merlo y el Beto Alonso.
En una noche de noviembre de ese año, el River de los pibes le pegó un baile de novela a Boca y le ganó 3 a 1.
En El Gráfico de aquella semana, el gran Osvaldo Ardizone escribió: “Fue la noche en la que Disney se metió en una cancha de fútbol y transformó en espejos los charcos de lodo de la cancha de Racing, y en un juguete preciado, acariciable, mágico una pelota de fútbol”.
“Fue la noche de los trucos de circo, del engaño de frente, de las sonrisas de once muchachos que no habían cumplido aún los 19 años e iban vestidos con una franela blanca, atravesada por una banda roja, aunque pareciera que llevaban puesta una camisa de frac y que sus brazos, en vez de manos terminaban en un sombrero de copa, de donde salían conejos, lazos de diversos colores, palomas o serpentinas, según el gusto de cada quien y las circunstancias del juego”
Aquella noche JJ fue la figura y confirmó una costumbre, hacerle goles importantes a Boca.
Años después, en 1981, J.J. le marcó un gol a la Pantera Rodríguez, arquero de Boca, casi desde la mitad de la cancha.
Los primeros años del Negro J.J. en la Primera eran de sequía y mucha presión para los más chicos, es que River no lograba un campeonato desde 1957.
En 1975 llegó Don Ángel Labruna, quien armó un equipo con tipos de experiencia a los que sumó la juventud de tres pibes: JJ, Merlo y Alonso.
Labruna los convenció qué con ellos, con su frescura y su insolencia juvenil, River rompería el maleficio.
Los Tres Mosqueteros del mediocampo se cansaron de ganar campeonatos y brindar recitales de buen fútbol hasta 1981.
J.J. López era el despliegue, el socio del Beto para construir fútbol y el de Mostaza para recuperar.
Desde 1976, se sumó un cuarto Mosquetero: el Nene Emilio Commisso, un 11 con espíritu de sacrifico y oxígeno para donar a ese mediocampo lujoso.
El final de su carrera en River, después de 11 años en primera, 6 títulos, 466 partidos y 86 goles, llegó de una manera inesperada para él.
A pocos días de dar la vuelta olímpica ante Ferro, River, con Alfredo Di Stéfano como DT, le dio el pase libre, como un premio que J.J. nunca quiso, ya que su voluntad era seguir en el club Millonario.
En 1982, J.J. López jugó en Talleres, donde volvió a tener a Labruna como DT.
Aquel equipo albiazul con JJ, Coudanes, Artico, Morete, Reinaldi y Pedro González (todos ex River) llegó a la semifinal del Nacional, en la que perdió con el Ferro de Griguol, que después fue campeón.
Ese Talleres goleó a Boca por 4 a 0 en el viejo Chateau cordobés, con tres goles del Puma Morete y uno de J.J.López
En 1983 se fue a Boca, lo que algunos hinchas de River jamás le perdonaron.
En ese momento era bastante común en casos como Mastrángelo, Randazzo, Tarantini, Olarticoechea, Morete, Ruggeri o Gareca , que pasaron por River y por Boca o viceversa, pero J.J., sin ser un ídolo, fue muy especial para el riverplatense que lo sintió como una traición.
En Boca estuvo una temporada, jugó 38 partidos y marcó 6 goles.
Un año después pasó a un Argentinos Juniors inolvidable, campeón en dos ocasiones del fútbol local, aquel que logró la Libertadores en 1985 y perdió por penales una final Intercontinental épica frente a la Juventus de Platini, en Tokio.
En 1986 pasó a Belgrano, allí integró un equipo excepcional que ganó el Regional de AFA de manera invicta, con un mediocampo de lujo: J.J. Lopez, José Luis Villarreal (Villita) y el Tato Martelotto.
J.J. se retiró en 1987 y fue de los pocos futbolistas que jugaron en River y en Boca, en Talleres y en Belgrano.
Llegó el tiempo de ser DT para J.J, no sin antes ser el ayudante de campo de Pedro Marcheta.
Empezó en Racing de Córdoba. Dirigió muchísimos clubes, entre ellos a Instituto y a Talleres, donde terminó tercero en el Clausura del 2004, pero fue echado del club después de perder en la Promoción ante Argentinos Juniors.
El fútbol, que suele ser injusto como la vida, lo marcó con un histórico fracaso en el club de sus amores.
J.J. López fue el DT de River en el descenso del 2011 ante Belgrano.
Diego Simeone, Néstor Gorosito, Leonardo Astrada y Ángel Cappa, fueron los técnicos que dirigieron a River en el tobogán hacia el fracaso, pero el apuntado, fue el último, el que dio la cara ante una sucesión de errores dirigenciales con Aguilar y Pasarella a la cabeza.
Pasarella lo había llamado para dirigir las inferiores, pero en 2010 ante la destitución de Ángel Cappa se hizo cargo de levantar a un River cuyo promedio era riesgoso y preocupante.
Como dijo J.J: fue a ponerle el pecho a las balas, aunque sin un chaleco antibalas que lo protegiera. Fue la crónica de una final anunciado y doloroso.
Aquel 26 de junio de 2011 decretó el primer descenso de River y el cuarto en la trayectoria de JJ como DT (instituto en el 2000, Unión 2003 y Talleres en el 2004).
También determinó el ostracismo para J.J. en River y en el fútbol.
Nada más injusto. Que el árbol no tape el bosque.
J.J. López fue una figura referencial del fútbol argentino y de River en particular.
Un futbolista de colección, un volante de manual.
Es cierto que su tarea como DT está llena de frustraciones, pero su calidad humana y futbolística lo reivindican.
Juan José López es J.J. Fútbol.
El tiempo, que suele ser el juez natural de todas las causas, pondrá las cosas en su lugar.
