“El fútbol es la dinámica de lo impensado”, así lo definió el gran periodista Dante Panzeri.
La historia de Lionel Scaloni como director técnico de la Selección Argentina parece ampliar el alcance del concepto, no sólo referido al juego en sí mismo, sino a todo el contexto que lo rodea.
¿Quién podía pensar que un técnico inexperto, sin antecedentes, sin mérito alguno, podía ocupar con éxito un cargo que, en principio, requería de alguna muestra previa de idoneidad?
Scaloni era una incógnita al ser designado por AFA como orientador táctico de la Selección, un lugar donde hay 45 millones de potenciales pretendientes.
Era como poner de director de un hospital a un médico residente, o como jefe de noticias de una radio, a un pasante. Era darle un auto de Fórmula 1 a quién ni siquiera se había subido a un karting.
Lionel Scaloni, contra todo y contra todos, incluida la lógica, acalló todas las voces y produjo una de las alegrías más grandes que ha podido disfrutar el sufrido pueblo argentino, a partir del fútbol, que como dijo Valdano sigue siendo lo más importante de lo menos importante.
Sentido común, inteligencia, criterio, humildad, conocimiento e intuición fueron algunos de los atributos que llevaron a Scaloni a lo más alto del fútbol mundial.
Un cuerpo técnico sólido, honesto, con conceptos claros, convicciones firmes y objetivos en común bien afirmados, lo acompañaron.
La historia de Lionel Scaloni es la de un luchador, la de un tipo simple, surgido de un pueblo pequeño del interior del interior, que peleó con armas limpias por ser cada día mejor.
Lionel Scaloni nació en Pujato, una localidad de unos 4000 habitantes ubicada a 40 km de Rosario, en la provincia de Santa Fe.
Su fecha de nacimiento, el 16 de mayo de 1978, coincide con el día en que se inauguró el estadio Mundialista de Córdoba, en un partido en el que la Selección le ganó a un combinado cordobés por 3 a 1 , en el que Mario Kempes marcó el primer gol en el viejo Chateau Carreras, que hoy lleva su nombre.
Su primer club fue el Sportivo Matienzo de Pujato. Ángel, su padre, fue también su entrenador.
En primera división debutó en Newell’s en 1995, donde jugó 12 partidos.
En el ‘96 pasó a Estudiantes de La Plata, donde se destacó como volante de ida y vuelta por la derecha.
Allí José Pekerman lo descubrió y lo llevó a las Selecciones Juveniles. En Malasia 1997 Lionel conformó un equipo inolvidable junto a jugadores como Aimar, Riquelme, Cambiasso, Romeo, Placente y Samuel, con quienes se consagraron campeones del mundo.
Muchos de ellos conforman el actual cuerpo técnico de la Selección.
Lionel marcó un gol clave (el primero) frente a Brasil, en la victoria por 2 a 0 en los octavos de final.
Me tocó en suerte cubrir ese Mundial en Malasia y percibir el carácter alegre y extrovertido de Scaloni, quién en esa ocasión recibió el aliento de la familia y de su hermanita, la pequeña Corina, una niña rubiecita que aparecía en las imágenes de los tableros electrónicos de los estadios sobre los hombros de Ángel, su padre.
Luego de ganar el Mundial Juvenil, Lionel pasó al Deportivo La Coruña donde se consagró campeón de la Liga Española, un título inédito para la entidad gallega.
En el “SuperDepor”, Scaloni se convirtió en ídolo de la afición.
Fue dos veces subcampeón de la Liga, ganó una Copa del Rey (venciendo al Real Madrid en la final) y una Supercopa española, teniendo a Roberto Ayala y a Pablo Aimar como compañeros.
En 2006 se fue a préstamo al West Ham, de la Premier League.
Luego pasó al Racing de Santander, de allí a la Lazio de Italia, en 2008 jugó en el Mallorca (ciudad en la que actualmente vive junto a su familia), tuvo una segunda etapa en la Lazio y cerró su carrera en Atalanta donde se retiró tras la temporada 2014-15.
En la Selección Argentina, además de ganar el Mundial de Malasia, fue campeón juvenil en Toulon en 1998.
Lionel Scaloni debutó en la Selección mayor en 2003 y participó del Mundial de Alemania 2006, donde fue titular en un partido ante México, en octavos, en el que Argentina se impuso por 2 a 1 con un golazo de Maxi Rodríguez.
Como jugador, Scaloni fue volante o marcador de punta por derecha con un enorme despliegue y una gran personalidad.
Retirado del fútbol, ya había comenzado el curso para ser DT.
Trabajó con los juveniles del Mallorca y Jorge Sampaoli lo convocó para formar parte de su cuerpo técnico en el Sevilla, como uno de sus ayudantes.
Cuando Sampaoli llegó a la Selección Argentina, nuevamente llamó a Scaloni, que cumplía el rol de analista de los rivales del equipo nacional.
Lionel fue una especie de mediador en las peleas entre Beccacece y Sampaoli y de este con el plantel.
El mundial de Rusia fue la crónica de un fracaso anunciado para nuestra Selección y Jorge Sampaoli debió dejar el cargo.
Scaloni pidió seguir en juveniles y junto a Pablo Aimar se consagraron campeones en el certamen internacional de L’Alcudia, Francia.
Lo demás es historia conocida: ninguno de los técnicos de renombre quería hacerse cargo de la Selección Mayor, entonces Claudio “Chiqui” Tapia lo designó de manera interina y por tiempo indefinido, junto a Pablo Aimar y Walter Samuel.
Allí comenzó el proceso de renovación generacional del plantel.
Siendo DT interino la Selección ganó 4 de sus 6 partidos amistosos, empató 1 y perdió ante Brasil. Hizo debutar a 16 jugadores y convocó a más de 40.
En noviembre de 2018, mientras otros técnicos seguían diciéndole que no a Tapia, el presidente de AFA lo confirmó para la Copa América del año siguiente, donde Argentina cumplió un papel digno y terminó tercero.
Tapia y César Luis Menotti, director de Selecciones Nacionales, decidieron extender el vínculo con el cuerpo técnico hasta el final de las eliminatorias de Qatar.
Con Lionel Messi como líder y referente indiscutido, el 10 de julio de 2021, en el Maracaná, Argentina con gol de Angel Di María se consagró campeón de la Copa América después de 28 años.
A partir de ese momento todo cambió. La Selección Argentina, denominada "la Scaloneta", se sacó de encima una pesada mochila y en septiembre le ganó a Italia por 3 a 0. Así obtuvo la Finalísima entre el campeón de América y el de Europa.
En la continuidad de las eliminatorias, Argentina aseguró sin sobresaltos el pasaporte al Mundial de 2022.
Lo que sucedió en Qatar, ya está en el libro dorado de la historia del deporte argentino y en el corazón de todos.
Lionel Messi y compañía, jugando de menor a mayor, lograron cumplir el sueño más deseado de los futboleros de nuestro país, la tan ansiada y esquiva tercera Copa del Mundo.
Todo un país, de norte a sur y de este a oeste, vivió una explosión de algarabía popular y colectiva pocas veces vista, que se tradujo en millones de personas festejando en las calles.
La Scaloneta fue el equipo de todos y Lionel Messi entronizó en el lugar que siempre mereció ocupar.
Detrás de todo eso había un hombre sensible, humilde, criterioso y trabajador que pudo contra todo y contra todos.
Una persona que a contramano de los manuales y contra las reglas de la lógica, fue aprendiendo en el camino.
Un tipo que cuando llegó a lo más alto no se subió al podio del orgullo egocéntrico, ni ejerció ningún tipo de revanchismo.
Lo vivió con emoción, lo disfrutó con respeto y junto a Messi nos mostraron un camino.
Lionel Scaloni y sus jugadores lo hicieron.
Ese será su legado para todos los tiempos por venir.
No solo una Copa del Mundo, sino la convicción para transitar un camino dificultoso y lleno de escepticismo para llegar a un final soñado, para el cual se trabajó sin pausas.
Lionel Scaloni nos llevó a la gloria deportiva, alegró a todo un país, nos hizo felices por esa pasión que llevamos en la sangre llamada fútbol.
Pero más importante aún, Lionel Scaloni nos demostró que con trabajo, humildad, formación, criterio y sentido común, todos los sueños, aunque parezcan imposibles, pueden cumplirse.
Porque lo creyó posible, cuando nadie lo creía
Lionel Scaloni dió todo por un sueño.
