Se sentó en el piso para vacunar y entregó dosis de empatía

Flavia Irós

Muchas veces lo que para tantas personas es corriente, obvio y parte de un trámite, para otros resulta una situación traumática. Afortunadamente en una sociedad mecanizada encontramos oasis de empatía, personas que se animan a ponerse en el lugar de otro para poder desde ahí ayudar y hacer que lo caótico se vuelva menos desolador, estas personas saben desde donde alojar.

Así aparece Yanina, enfermera del dispensario de James Craick que frente a la llegada de Rebeca mamá de David de 11 años con diagnóstico de TEA (Trastorno del Espectro Autista), puso lo mejor de sí para sortear la situación, entendiendo que una primera dosis, más allá de representar una cantidad de medida de medicamento, en su lugar, implica una cantidad de medidas a tomar y tener en cuenta: contener a esa mamá paralizada por la reacción impredecible de su hijo, un niño con mucho miedo, con poca tolerancia a los cambios bruscos de rutina; y con los ojos llenos de lágrimas.

El piso fue el gran escenario y Yani tomó la mejor decisión. Desde allí, los dos sentados a la par tranquilizó a David, el único protocolo que primó fue la empatía, y en el suelo inmunizó a este niño, logrando el sello y la firma de su carnet profesional de humanidad, marcando en el calendario de la vacunación ese día que nadie le va a borrar, la sonrisa de satisfacción personal.

Así, estas personas que tejen redes nos invitan a sentir que no todo está perdido, que hay eslabones en esta cadena llamada solidaridad que ofician de ansiolítico a tanto padre y madre cansados de una diaria en dónde se necesita de estos jugadores que devuelven ese eco que acuna y recuerda que no estamos solos: ¡Gracias YANI!