Monseñor Rossi, en Domingo de Ramos: "Que el olivo sea singo de amor"
El ramo de olivo simboliza esperanza, paz y fortaleza en la Semana Santa: la homilía completa de Monseñor Ángel Rossi. Audio.
13/04/2025 | 08:53Redacción Cadena 3
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Audio. El mensaje de Monseñor Rossi en Domingo de Ramos: "Que el olivo sea singo de amor"
Santa Misa
La homilía completa de monseñor Ángel Rossi
La entrada de Jesús en Jerusalén, montado en un burro y recibido por el pueblo con ramos de olivo, simboliza una profunda esperanza y alegría. Este ramo, que representa la humildad y la paz, contrasta con las entradas triunfales de emperadores romanos, quienes se creían dioses y eran recibidos con gran pompa. En este contexto, el gesto de Jesús se vuelve significativo, pues su humildad resuena en un mundo donde muchas veces el poder se asocia con la opulencia.
El ramo de olivo, además, es un símbolo de luz, purificación y sanación. En un mundo que puede parecer tenebroso, se nos invita a ser luz y a curar las heridas que se abren en los conflictos. El amor es la fuerza que transforma nuestras heridas en algo precioso. Este simbolismo nos recuerda que, aunque las relaciones humanas suelen estar marcadas por el dolor, el amor tiene el poder de sanar.
El olivo, un árbol resistente y perenne, representa la fortaleza y la capacidad de resistir. En esta Semana Santa, el ramo de olivo puede ser un signo de esperanza que nos acompañe en nuestros momentos difíciles. Cuando nos sentimos apaleados, podemos mirar hacia este símbolo y recordar que el Señor nos acompaña en nuestro camino.
Al comenzar esta Semana Santa, se nos invita a ubicarnos en la escena de la entrada de Jesús a Jerusalén y a reflexionar sobre su pregunta: “¿Venís conmigo?” Este es un momento crucial en su misión, donde se enfrenta a la muerte y la resurrección. La decisión de Jesús de entrar a Jerusalén, endureciendo su rostro, refleja la necesidad de enfrentar decisiones difíciles en nuestra propia vida.
El seguimiento de Jesús se transforma en un despojo, donde ya no se trata de seguir a un maestro que ofrece maravillas, sino de acompañar a alguien que se despoja de todo. Este camino hacia la cruz no es atractivo, pero es necesario para quienes deciden seguirlo. La invitación es a encontrar ese lugar que el Señor reserva para cada uno de nosotros en esta Semana Santa, ya sea en las calles de Jerusalén, en la Eucaristía o en la soledad del patio de Pilato.
La Semana Santa nos ofrece la oportunidad de estar frente al Señor, despojados de condiciones y protocolos, para escuchar la palabra que tiene para cada uno. Esta búsqueda sincera puede llevarnos a encontrar respuestas a las preguntas más profundas de nuestra vida, como le ocurrió a Pieter van der Meer en Notre Dame, donde descubrió su fe frente a la cruz.
El encuentro con el Señor en esta Semana Santa no es solo una cita de amor, sino una invitación a abrirnos a la transformación. La generosidad del Señor es infinita, y quien lo busca, encuentra. No debemos perder esta oportunidad de encontrarnos con Él, de escuchar su llamado y de buscar nuestra propia sanación.
Leopoldo Marechal, en su poesía, evoca esta búsqueda como una "cacería del ciervo herido", donde el ciervo representa a Cristo. La imagen de correr tras el ciervo herido nos recuerda que, al buscar a Cristo, también encontramos nuestro propio camino. En este viaje hacia Jerusalén, se nos invita a seguir a Jesús, a morir con Él y, así, resucitar con Él.
Este camino no termina en la cruz, sino que es un puente hacia la resurrección. Que esta Semana Santa sea un tiempo de gracia, donde podamos encontrar en la Virgen a la madre que nos acompaña en cada paso de nuestra pasión. Que así sea.