Europa, ante un cambio climático profundo

Adrián Cragnolini

El inusual ascenso de las temperaturas en lo que va del verano europeo está causando cambios profundos, y al parecer duraderos, en el clima y en la situación ambiental de todo el continente.

Prácticamente desde finales de junio se vive en el sur de Europa una persistente ola de calor que ha llevado a máximas de 45ºC en Andalucía y Canarias por ejemplo, pero que se ha extendido a latitudes jamás alcanzadas, como la de Londres con un tope de 40ºC el miércoles 20 de julio.

La falta de lluvias disminuyó la humedad del aire y la de los suelos, lo que disparó el registro de pavorosos incendios forestales en Portugal, España, Francia y Grecia, que en total alcanzan hasta el momento unas 600 mil hectáreas calcinadas, equivalente a la superficie de la Isla Soledad, en Malvinas.

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También preocupa el nivel de ríos y lagos en Europa, como los lagos de Garda y Como y el río Po en Italia, el Rhin y el Danubio en Alemania, además de los glaciares en los Alpes, que sufren deshielos de los que al parecer no podrán recuperarse.

Ello ha provocado que algunas regiones comiencen a tomar medidas de racionamiento del suministro de agua potable para consumo y para el riego de los cultivos, como en el interior de Cataluña.

Los pronósticos del tiempo extendidos para la primera quincena de agosto anticipan que las temperaturas extremas se moderarán en el norte y centro de Europa y se reducirán moderadamente en el sur, sin descartar jornadas aisladas en las cuales los termómetros vuelvan a subir por encima de los 40ºC.