En vivo

Viva la Radio

Raúl y Geo

Argentina

En vivo

Estadio 3

Claudio y Marcelo

Rosario

En vivo

Viva la Radio Santa Fe

Pipy Rivero

Santa Fe

En vivo

Horario corrido

Flavia Dellamaggiore

En vivo

Los Populares

Colorete Gianola

En vivo

Lista manija

Radio

Podcast

Nazareno Cruz y el Lobo

Podcast

La Chacarera, el latido del monte

Podcast

La mesa de café

Podcast

3x1=4

Podcast

La quinta pata del gato

Podcast

La otra mirada

Podcast

El dato confiable

Podcast

Cuadro de Situación

Escuchá lo último

Viva la Radio

Raúl y Geo

Cadena 3

Elegí tu emisora

Video Player is loading.
Current Time 0:00
Duration -:-
Loaded: 0%
Stream Type LIVE
Remaining Time 0:00
Â
1x

Gente como uno

¿Hasta dónde nos cae mejor o peor una persona según de qué cuadro sea hincha?

29/04/2018 | 16:50Redacción Cadena 3

FOTO: Gente como uno

  1. Audio. Gente como uno

    La Previa

    Episodios

¡Así no se puede, viejo! Esto ya es una burla. Ponen los partidos cualquier día y a cualquier hora. ¿A quién se le ocurre que la gente puede ir a la cancha un lunes a las seis de la tarde? Tenés que estar muy al vicio o ser barra, que van porque hacen su negocio y ganan plata. ¿Los que laburamos cómo hacemos? O sos millonario, o sos jefe para mandarte a mudar cuando se te cante. Nadie piensa en los hinchas comunes. Y a veces es peor porque te mandan a jugar un viernes a la siesta, ahí directamente es imposible, ya no te digo ir a la cancha, hasta verlo por televisión o escucharlo por radio es imposible. Tenés que resignarte a seguirlo como puedas, con un auricular de canuto o mirando el celular cada tanto.

Eso sí, a Boca y a River no los tocan: domingo a las 18:15. ¡18:15, qué pavada! Nunca entendí eso: ¿por qué no largan a las 18 en punto? Qué ganas de complicar las cosas. Pero bueno, a ellos sí, a ellos los ponen el domingo a la tarde cuando juegan de local o en ese horario nuevo de la noche cuando van de visitante, total los que se vuelven a sus casas de madrugada son los pobres diablos que no pueden patalear. Probá. Probá que tu señora te deje llevarlo a tu hijo sabiendo que va a volver a la santa hora y al otro día tiene que ir a la escuela. Así es muy difícil. A los clubes más chicos nos están matando, loco. Y nadie dice nada.

Ya me cansé. En el laburo me sacaron la ficha. No tengo más parientes para enfermar, por eso me guardo algunas escusas para los partidos más importantes. Y ojo que no estoy pidiendo mucho: un día y un horario normal, eso pido. Normal, nada más. Sin demasiadas pretensiones. Por lo menos que hagan como en Europa: dos partidos el sábado y el resto el domingo, casi todos a la misma hora. Acá no. Acá arrancamos el viernes, después sábado, domingo y lunes. Está bueno para quedarte en tu casa y mirarlo por televisión. Hasta podes ver como quince partidos si total no se superponen.

Pero qué querés que te diga, para mí no hay como ir a la cancha. Es otra cosa, otras sensaciones. Al Barcelona sí te lo miro por la tele, en pantuflas, tomando mates, cada tanto me levanto, hago unas tostadas, voy al baño, vuelvo y siguen ahí como si no me hubiera perdido nada. Pero en la cancha es distinto: tenés que estar atento y vos elegís qué mirar. Además, podés putear y cada tanto los jugadores te escuchan, hablás con el de al lado, te sentás, te parás. Lo vivís al partido. Pero hay que vivirlo, no como esos papanatas que van a la cancha y andan buscando un monitor para volver a ver las jugadas o se la pasan sacando fotos con el celular. ¡Mirá el partido, por dios! Pero miralo con tus ojos, no con el teléfono.

Cuidado: tampoco soy un nostálgico, ni un iluso, que quiere volver al pasado. Aunque era lindo, ¿no? Se jugaba el ascenso los sábados y la Primera el domingo. Podías ir a la cancha caminando con tu viejo, tu abuelo, con tu mujer, tu hijo, una novia, amigos, con quién quisieras. ¡Y caminando! Con la bandera colgando en la espalda. Si tenías ganas pasabas a tomar algo con los muchachos. Ibas temprano, te veías a la cuarta especial, después la reserva y al final la primera. Todo por mucha menos plata que ahora. Después, a la salida escuchabas los resultados del Prode. Te ibas a comer una pizza. Y como muy tarde, a eso de las nueve de la noche ya estabas de vuelta en tu casa. Llegabas tan lleno de todo que no te quedaba lugar en el cuerpo ni para la famosa depresión del domingo a la tardecita.

Ahora es imposible. Fijate: estamos jugando un lunes a las seis de la tarde. ¿Cómo carajo quieren que haga para ir a la cancha? No hay forma. No tengo otra más que resignarme a encontrar, tan rápido como el tránsito de esta maldita ciudad me lo permita, un bar para ver el partido por la tele.

El problema es que no tengo ni tiempo para elegir a qué bar ir, y por ahí te toca uno donde ni siquiera tienen el partido puesto; lleno de gente a la que no le interesa el fútbol. Igual, lo más complicado son los mozos. Algunos parece que no entendieran de qué se trata la cosa; un mozo de antes, jamás se te iba a cruzar adelante del televisor en el medio de una jugada de peligro. Ahora, hasta se te paran con la bandejita bien al frente. Por atrás, ¡papito! Entrá por atrás con el pedido.

Mirá, mirá, lo que te digo: el mozo que me tocó. Vino porque le clavé de tal forma la vista que hasta capaz se sintió incómodo. Bueno, por lo menos parece que le estaba prestando atención al partido, aunque medio de costado, como si no quisiera mirarlo. Me saludó por obligación el tipo. Entiendo, por ahí viene acumulando cansancio del fin de semana. No es fácil tener que soportar la obligación de ser igualmente simpático con todo el mundo y todo el tiempo. Pero bueno, es tu trabajo, viejo. Si sos tachero tenés que conocer las calles y si sos mozo tenés que atender bien a la gente. Es simple. No hay muchas vueltas.

Igual, seguro que a éste algo le pasa. Por ahí la mujer lo echó de la casa y no lo puede disimular. De repente el tipo está tratando de pensar qué le pasa a la mina y en eso una pareja de tortolitos le pide la contraseña del wifi. Y… te digo que es bravo… hay que remorderse para no sugerirles que hablen entre ellos o, directamente, mandarlos a la re mismísima madre de dios. Ahora, supongamos que el mozo tiene un problema más grave, ¿cómo hace para no trasladarlo al trabajo? Es lógico, por algún lado se le tiene que escapar. Lo tiene que exteriorizar.

De todas formas, no hace falta que se las agarre conmigo. Apenas abrió la boca para saludarme. No le pido que me saque tema de conversación porque eso sí que es molesto. Mozos que se meten en las charlas de los clientes y opinan como si se lo pidieran o a alguien le interesara lo que ellos piensan. ¿Tan difícil es entender que a algunos no nos gusta que nos hablen cuando estamos mirando fútbol? Pero tampoco el otro extremo.

Decí que no se puede mirar un partido en un bar sin tomarse una cervecita. Es ley: en el bar mirando fútbol se toma cerveza. Aunque ahora nunca falta el modernoso que pide un agua saborizada. ¡Agua saborizada para ver fútbol! Nah. Hasta la Coca te banco, pero a esas aguas con gusto a caramelo dejalas para las minas. Sin ofender, eh.

Ahora, digo yo, hace falta que apoye el porrón en la mesa de esa forma. Con un desgano tan evidente. Presentá carpeta, viejo. Pedí el día. No sé, qué sé yo, algo. Pero no te la agarres con el pobre gil que no pudo llegar a su casa porque recién salió de trabajar y lo único que quiere es mirar el partido que están jugando esa manga de invertebrados a los que la camiseta les sobra por todos lados.

Decí que podemos jugar diez días seguidos y no vamos a hacer un gol, porque si se llega a producir semejante milagro y lo grito como se debe gritar, mínimo el ortiva este llama a la policía para que me saquen del bar. ¿Por qué será que hay gente a la que le molestan los pequeños gestos de felicidad ajena? Tampoco es que me gané el Quini. No, loco. Estoy mirando un mugroso partido de fútbol. Dejáme verlo en paz.

¿Cómo puede ser que existan hombres a los que no le gusta el fútbol? Me podés decir. ¿Qué les gusta? ¡¿Y hay tipos que no juegan al fútbol?! Este seguro que debe ser uno de esos. Está bastante armadito, clavado que se mata en el gimnasio, se le nota cuando lleva la bandeja. ¡Ir al gimnasio antes que a un picado con los amigos! Nah. Las dos cosas está bien, te acepto. Pero que un tipo diga que solo le gusta ir al gimnasio, esa no. Si es para levantarse una mina, bueno puede ser, sino, no. ¿Qué te puede gustar del gimnasio? Levantar pesas, ¡ooohhh! ¡Mirá, mirá cómo levanto cinco kilos! ¡Dejate de joder! Salí, sociabilizá. Juntate a patear y después comete un asadito. Eso es vida. No mirarse al espejo subiendo y bajando unos fierros inanimados. No jodamos…

¡Gol! ¡Goool, la puta madre que lo partió! ¡Gol! Por fin una para nosotros, diosito. Por fin el muerto éste metió un gol. Ya ni se acuerda cómo se festejan. Mirá, mirá. ¡Era hora, viejo! Una vez teníamos que ganar sobre el final uno de estos partidos intrascendentes de los que nadie se acuerda dentro de diez días. Ahora sí, mozo. Mozito, ¡vení gil! Vení y cobrame lo que quieras. Pago contento y me voy rajando porque mi señora me va a matar.

¿Qué? ¡¿Qué dijo?! ¿Escuché bien? ¿“Vamo’ la Acadé”, dijo? ¡Sí, escuché bien! Dijo: “Vamo’ la Acadé”. Lo susurró, en realidad. Contento lo susurró. Amontonando las palabras para que no se le note. ¡Está bien! Está laburando el tipo, pobre no puede andar a los gritos como yo. ¡Qué grande el mozo! ¡Es hincha de Racing! ¡Vamos carajo que este año no se nos escapa! 

Lo más visto

Deportes

Podcast

Fórmula 1

Podcast

Grandes del Deporte

Podcast

La Fama es puro Cuento

Podcast

Una Pastilla para la Memoria

Podcast

Contame una historia

Podcast

Al diván

Podcast

El dato Basterra

Podcast

Talleres

Podcast

Belgrano

Podcast

Instituto

Podcast

River Plate

Podcast

Boca Juniors

Opinión

Podcast

La otra mirada

Podcast

La mesa de café

Podcast

La quinta pata del gato

Podcast

3x1=4

Podcast

El dato confiable

Podcast

Política esquina Economía

Podcast

Abrapalabra

Podcast

Cuadro de Situación

Podcast

Los editoriales de Alberto Lotuf

Podcast

Agenda económica

Podcast

Las Claves de Zucho