Ayer nos enteramos, a través de la web del diario La Nación, que el Gobierno repartió 18 millones de cuadernillos escolares que incluyen contenidos políticos y difusión de actos de gestión.
La nota firmada por los periodistas Iván Ruiz y Bianca Pallaro cuenta que el Ministerio de Educación desembolsó $406 millones entre marzo y abril para imprimir 18 millones de cuadernillos educativos con el propósito de mantener contacto con alumnos de la escuela pública durante la cuarentena.
El objetivo del Ministerio de Educación es muy bueno: imprimir material de lectura y estudio para estar en contacto con 6 millones de alumnos de escuelas públicas y de otras instituciones del Estado que no puedan conectarse a Internet.
Para ello, el Gobierno imprimió un cuadernillo por alumno y lo distribuyó en los principales centros urbanos.
Y ese material se usa como una guía educativa durante tres semanas. En lo que va de la cuarentena ya se imprimieron tres fases y ahora van por la cuarta.
Hasta aca, repito, todo muy bien.
Porque en un país con tanta desigualdad, no todos los chicos tienen acceso ni condiciones para tener clases virtuales.
De hecho, el ministro de Educación, Nicolás Trotta, que está a cargo de la iniciativa, dijo que se tomó la decisión de "desplegar la presencia del Estado para garantizar la educación en una Argentina con mucha asimetría también en la conectividad a Internet"
El problema empieza cuando se politiza el material.
Cuenta el diario La Nación, que los últimos seis millones de ejemplares, distribuidos este mes, comienzan con un mensaje del presidente Alberto Fernández.
Los anteriores, empezaban con palabras del ministro de Educación, Nicolás Trotta.
Y aunque, repito, no es el eje central de los cuadernillos, varios pasajes del material didáctico que leen niños y adolescentes están dedicados a la difusión de las políticas del Gobierno.
Ejemplos:
Dice el diario La Nación:
Los alumnos de sexto y séptimo grado (11 y 12 años) se encontraron con un texto del diario La Unión, de Lomas de Zamora, titulado: "Buscan terminar 12 hospitales en 15 días para enfrentar el mayor pico de contagios del coronavirus".
El artículo primero enumera las obras públicas que ordenó el Poder Ejecutivo para hacer frente a la pandemia, luego resalta esas políticas oficiales con declaraciones del ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, y por último, el cuadernillo lo ilustra con una imagen de los módulos hospitalarios que se montaron en Tecnópolis.
Otro caso:
A los alumnos de 2° y 3° grado (7 y 8 años) les pidieron, por ejemplo, que leyeran un artículo de Página/12 (publicado el 3 de abril) que destaca un proyecto de la legisladora porteña Lucía Cámpora, que integra la agrupación juvenil kirchnerista, en el que exige que las empresas de transporte de bienes y alimentos garanticen el uso de elementos de protección a sus repartidores.
"Para el personal es muy importante contar con leyes que lo proteja, ¿por qué?. Conversen sobre este tema con sus familiares", dicta la consigna escrita en el cuadernillo.
Hay más:
Les proponen a los alumnos de 4° y 5° grado (9 y 10 años) que lean el artículo 8 del decreto firmado por Alberto Fernández: "Los trabajadores y trabajadoras del sector privado tendrán derecho al goce íntegro de sus ingresos habituales". Y luego, la consigna del cuadernillo indica: "En este artículo se establece un derecho de los trabajadores y una obligación de los empleadores. ¿Cuáles son las razones que llevan a establecerlo? ¿Cuál es el propósito de las autoridades? Anoten las respuestas en sus cuadernos".
Consultado por el diario, el ministro Trotta dijo que "son 1400 páginas de contenidos, yo no leo todo. De todas formas, las notas que he leído (que este medio le facilitó) no me parecieron incorrectas: muestra el despliegue del Estado en el marco de la pandemia".
Y agregó: "Los cuadernillos constituyen un material sobrio producido por el Estado que expresan pluralidad y que contribuyen a la formación de un pensamiento crítico. Está bien que la escuela pueda dar estos debates en Ciencias Sociales".
Después de la publicación del diario La Nación, Unicef Argentina, que financió parte de los 18 millones de cuadernillos escolares que repartió el Gobierno, aclaró que no avala la inclusión de contenidos políticos en sus publicaciones educativas.
Se escucharon voces críticas desde la oposición.
El ex ministro Alejandro Finnochiaro escribió en su cuenta de Twitter que "se debe educar siempre en busca de despertar espíritu crítico, pero esto es adoctrinamiento escolar, indicador del peor populismo".
Todavía no escuché objeciones o reproches desde el oficialismo.
Pasaron 70 años de aquellas publicaciones escolares del primer peronismo. Pero se ve que Raúl Apold hizo escuela y todavía hoy tiene muchos discípulos que siguen el manual de la propaganda política diseñado por el secretario de medios de Perón.
Yo pensé que a esta altura del partido ya no se repetirían hechos que forman parte de la historia argentina.
Y que la tentación por el adoctrinamiento político en la escuela no se repetiría.
Que eso ya era parte de la historia. Pero se ve que no.
Camila Perochena aporta al debate sobre los cuadernillos que repartió el Gobierno al recordar en Twitter que "las editoriales tienen miles de manuales nuevos que se imprimieron y no se vendieron porque empezó la cuarentena. El gobierno les pidió que donaran el contenido cuando muchas están al borde de la quiebra".
Y se pregunta "¿por qué no comprar y repartir ese material que se escribió y supervisó a lo largo del año pasado? Qué necesidad de hacer algo nuevo, rápido, gastando más plata cuando podés ayudar a reactivar un sector productivo? Un manual no se hace en dos semanas, lleva meses de trabajo".
¿Por qué no ayudar a la educación con propuestas plurales?
¿Por qué usar a la educación para hacer propaganda política?
Repito: pensé que los adultos ya habíamos aprendido de la historia.
Y que ya habíamos aprendido que la tarea de la escuela es enseñar a pensar, no decirle a los chicos cómo pensar.
