El gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, criticó con dureza a los manifestantes anticuarentena con una desafortunada frase: “Lamentablemente, a la Argentina que trabaja le sobran muchos porteños”.
Lo hizo ayer durante una conferencia de prensa.
“No nos podemos distraer con lo que piensen cuatro o cinco”, Ziliotto después de presentar el Ente Municipal de Transporte Urbano junto a otras autoridades políticas y sindicales.
De esa manera se refirió a una serie de protestas que tuvieron lugar sobre todo en Capital Federal, donde se criticó la medida de aislamiento del Gobierno nacional para enfrentar la propagación del virus.
Ziliotto habla desde La Pampa, que fue una de las primeras en abrir el comercio: habilitó todas las actividades comerciales, peluquerías, profesiones liberales, agencias de quinielas y otros rubros para que trabajen de lunes a viernes de 10 a 18 y los sábados de 8 a 18 horas.
Y, además, La Pampa fue pionera en permitir las salidas recreativas.
Es más: Ziliotto contó que ya tienen “la autorización del Gobierno nacional para que se sumen nuevas actividades que conllevan mucho riesgo por el aglomeramiento y contacto de las personas”, y que por eso apela "a la responsabilidad social”.
Desde este fin de semana La Pampa tendrá habilitado el 95% de la actividad económica. Solo quedará por abrir el turismo y otros desarrollos menores.
Es entendible que con pocos casos y bajo nivel de reproducción del virus, esa provincia esté volviendo a la nueva normalidad.
Ziliotto dice que en materia económica "La Pampa tocó piso" pero que ya se percibe "una recomposición, un rebote".
Lo curioso es que, en esa crítica a los porteños, Ziliotto se olvide de contar un dato interesante: De la coparticipación federal de impuestos, La Pampa recibe el 95% más de lo que produce y la ciudad de Buenos Aires recibe el 70% menos de lo que genera.
O sea, Ziliotto critica a los porteños desde la vereda del frente, pero recibe mucho de lo que los porteños generan.
Ziliotto gobierna La Pampa desde diciembre del año pasado.
En estos meses cultivó un perfil tan bajo que, la verdad, no se sabía mucho de él hasta que ayer saltó a la galería de la fama con una frase que me pareció desafortunada.
De todas maneras, con 56 años, no es un novato en la política pampeana y lleva una larga trayectoria en la administración.
Desde que asumió la gobernación, Ziliotto tiene como eje de su gestión lo que llama "pampeanidad", un concepto simpático que imagino debe ser algo así como el "cordobesismo" que impulsó De la Sota en su momento, para insuflar más amor propio a sus "queridos cordobeses" en momentos de la disputa entre Córdoba y la Nación.
La Pampa y su gobernador peronista no están en una disputa con el poder central.
Todo lo contrario: su declaración respecto de que "a la Argentina que trabaja le sobran muchos porteños" lo puso en el tapete defendiendo la cuarentena que dispuso el presidente.
Y se sumó así al nuevo debate nacional: entre los pro-cuarentena y los anti-cuarentena. Entre la infectadura y la saludcracia.
El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, también criticó ayer duramente los movimientos anticuarentena, diciendo que le quieren hacer "daño" al Gobierno.
No sólo eso. Cafiero se puso en el lugar de los que defienden la vida.
¿Quiere decir Cafiero? ¿Que los que critican la cuarentena estricta o proponen una cuarentena segmentada están a favor de la muerte?
A mí, por ejemplo, la carta de los intelectuales que hablaron de infectadura me pareció desafortunada.
Pero no por eso voy a decir que los firmantes no defienden la vida.
Puede ser que algunos tengan intencionalidad política pero también entiendo que muchos quieren hacen una crítica constructiva o un aporte para buscar una alternativa a la cuarentena estricta.
Es que, si no, es muy difícil decir algo porque rápidamente surge alguien, en el oficialismo o en la oposición que te rotula.
Y la Argentina Unida que pregona el Gobierno no se construye con rótulos.
Y ayer Ziliotto rotuló, dio un buen título pero que no sirve para un debate profundo.
En todo caso, ayer Ziliotto sumó su granito de arena a una Argentina enamorada de las grietas, a una Argentina en la que no sobre nadie y a la que, entre otras cosas, le falta trabajo, matices y sentido común.
