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La desgarradora carta de Mon Laferte, un grito de arte y supervivencia

 

20/02/2025 | 11:53Redacción Cadena 3

FOTO: Mon Laferte

  1. Audio. Mon Laferte y su desgarradora carta: un grito de arte y supervivencia

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En medio de una controversia que sacude el ámbito artístico en Chile, me encuentro reflexionando sobre la poderosa carta de Mon Laferte, una cantante chilena que ha hecho de México su hogar. Esta misiva surge como respuesta a las críticas que ha recibido por su exposición visual en el Parque Cultural de Valparaíso, donde algunos artistas visuales acusan un favoritismo hacia su figura. Sin duda, el arte, en todas sus formas, genera pasiones y divisiones, pero la voz de Laferte resuena con una claridad que no se puede ignorar.

Mon Laferte se pregunta en su carta: “¿Cómo se gana el derecho de llamarse artista? ¿Nacés? ¿Te hacés? ¿Lo compras?”. Estos interrogantes no solo reflejan su propia lucha, sino que también invitan a una reflexión más profunda sobre lo que significa ser artista en un mundo que a menudo parece medir el valor en términos de popularidad y éxito comercial. Su historia personal, marcada por el abuso y la lucha por la supervivencia, añade una capa de complejidad a esta discusión. Desde su infancia, Laferte ha enfrentado situaciones difíciles, incluyendo violencia y abuso, y ha encontrado en la música y el arte su salvación.

A lo largo de su carrera, se ha enfrentado a un entorno musical que a menudo resulta hostil, donde el acoso y la discriminación son realidades cotidianas. Sin embargo, a pesar de estas adversidades, ha logrado salir adelante, convirtiéndose en una artista reconocida y respetada. En su carta, comparte sus dudas y temores, pero también su determinación de seguir adelante y amar lo que hace. Esta dualidad es lo que la convierte en un referente para muchos, especialmente para aquellos que también han enfrentado luchas similares.

Laferte concluye su carta con una afirmación contundente: a pesar de las críticas, se siente merecedora de su lugar en el arte. Esta declaración no solo es un acto de reivindicación personal, sino que también se convierte en un mensaje de empoderamiento para todos aquellos que han sentido que su voz no tiene valor. Su historia es un testimonio de resiliencia y autenticidad, y su mensaje resuena con aquellos que han enfrentado luchas similares. Para ella, el arte es un acto de amor y una forma de sanar, un concepto que debería ser celebrado y no cuestionado.

En este contexto, es importante recordar que el arte no se crea en un vacío. Mon Laferte no solo habla por sí misma, sino que representa a una comunidad de artistas que luchan por ser escuchados y valorados en un sistema que a menudo parece favorecer a unos pocos. La cultura artística necesita diversidad, y voces como la de Laferte son esenciales para enriquecer el panorama cultural.

La carta completa

¿Cómo se gana una el derecho de llamarse artista?

¿Naces, te haces, lo compras?

Yo no fui a la universidad y no tengo título de artista ni de catedrática ni de ná, pero la necesidad te enseña a ser mas creativa, arreglártelas y a no pedir permiso.

¿Se imaginan hubiera pedido permiso? Yo estaría muerta.

Fui violada a los 7 años, a los 11 empecé a tomar, fumar cigarro y consumir marihuana, probé la pasta base a los 13, estudié en la D.320, almorzaba en la escuela y solo llegué a octavo básico.

Empecé a trabajar a los 13 años y desde esa edad hasta los 18 fui abusada por un tipo 20 años mayor que yo, quien me vendía como mi manager; él se quedaba con la mitad de la plata. Durante ese tiempo canté en la calle, en bares, en las micros, en circos.

A los 17 vivía sola con mi abuela, me tocó cuidarla después de un derrame cerebral que la dejó postrada, yo en las noches salía a cantar y con eso compraba pañales pa ella y a veces uno que otro vestido de la ropa usada pa cantar, aprendí a hacer maravillas cosiendo a mano.

A los 18 encontré una oportunidad en la tele, eso para mí fue la salvación de mi vida, ganaba 30 lukas a la semana, después empecé a tener pitutos y con eso ayudaba a mi familia. Durante los 5 años que estuve en la tele fui acosada por un productor musical, me besaron a la fuerza varias veces y me trataron de puta sin talento, me la creí y aguanté por necesidad, pero finalmente tuve el valor y me fui.

Con 23 años y 4 palos que había juntado me fui a México, sin pitutos, sola con ganas de salir adelante. Cuando llegué a Mexico me tocaron los años más difíciles del crimen organizado, salí escapando un par de veces de algún antro en Veracruz, canté covers en bares durante 8 años. Ganaba 300 lukas al mes. Con eso a veces le podía mandar plata a mi familia en Chile.

Tuve cáncer de tiroides. Me operaron en el sistema público de salud, quedé con una parálisis facial y no pude mover el lado derecho de mi cuerpo por dos meses. Aún esto me pasa la cuenta, no siento la cara de mi lado derecho. Casi me quedé sin voz después de la operación, tuve que aprender a cantar de nuevo, el doctor me dijo que no podía cantar en 6 meses pero a los 2 meses volví a los bares, yo tenia que trabajar.

A los 31 años llegó mi éxito masivo en la música con un disco como artista independiente, antes de eso tuve dos discos. Toqué cientos de puertas, viví en sillones, en casas de putas, me cagué de hambre. Tuve depresión, me intenté matar dos veces, he sido alcohólica, me tuvieron que dar comida en la boca por los temblores de la abstinencia, no podía ni vestirme sola. Pero a las dos semanas me paré y volví a trabajar, empastillada y aún con depresión, me levanté.

He sido una mujer muy triste, realmente muy triste y lo único que sé hacer es trabajar ¿pero saben también hice durante todo este tiempo?

Yo pinté y pinté y pinté y bordé y lloré mientras pintaba, mientras la música me daba pa comer, la pintura me salvaba de toda la mierda que tuve que pasar.

Fui a un museo por primera vez en México a los 30 años, antes de eso no conocía nada de ese mundo, yo lo veía lejos, sentía que no pertenecía.

Tengo 8 discos publicados, más de mil obras como artista plástica, pero hasta el día de hoy me siento como una intrusa. Es verdad que hoy tengo un lugar privilegiado, me volví una burguesa, una nueva rica y sé que no pertenezco y nunca voy a pertenecer porque yo siempre voy a ser una flaite y ahora una flaite famosa.

Entonces pienso, yo jamás podría haberme formado en esa cola imaginaria porque antes de mí estaban los académicos, los que sí saben pintar ¿y saben? yo les encuentro razón de todo lo que dicen de mí, yo a veces dudo y dudo de todo lo que hago, aveces pienso que todo mi arte es una mierda, y no solo dudo como artista, dudo de mí también como mamá, dudo de todo, porque siempre me dijeron que no valía y yo me la creí.

Pero avanzo igual, porque lo único que sé hacer es trabajar y amar, amar el arte como lo único que me ha salvado la vida. Y ese miedo que me dice que no soy suficiente, ese casi siempre viene empujado por el ego, y ese a mí no me la va ganar.

Yo no tengo nada que perder, todo para mí ha sido ganancia porque yo le gané a la vida.

Quiero que sepan que con humildad comparto mi arte, lo hago con el respeto que merece mi oficio.

No soy mejor que nadie, el arte es subjetivo dicen, pero todo lo que yo hago me sale de los ovarios, de lo más primitivo. Yo soy un animal, una tora, una yegua como Lemebel. Siéntate en el piano, destruye la métrica, grita en vez de cantar, decía la Violeta.

Yo no ando queriendo ocupar el espacio de nadie, pero tampoco voy a andar disculpándome por ocupar el mio.

Aquí tienen mi historia y ¿saben qué? si esto se trata de meritocracia, entonces yo me lo merezco todo.


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