Habrá que rendirse ante la evidencia y aceptar que la hazaña de Quito le imprimió a la historia reciente de Atlético Tucumán una mística especial para las noches de Copas.
Todo empezó el 7 de febrero de 2017 a las 19,15, hora de ecuador. Atlético tenía que presentarse en el estadio Atahualpa para jugar por primera vez en su historia un partido de Copa Libertadores. Pero los jugadores del Decano nunca llegaron a horario.
El final de la película se recuerda como una de las grandes gestas del fútbol sudamericano. Atlético llegó tarde a la cancha, mientras Luis Juez, que era el embajador argentino en Ecuador, hablaba por teléfono con el presidente de El Nacional para rogarle que los esperaran.
Como si el retraso no fuera suficiente, la utilería del club había quedado varada en Guayaquil y los dirigentes tucumanos tuvieron que pedir prestadas las camisetas y los botines de los pibes de la selección argentina, que estaban jugando el Sudamericano.
Los jugadores del Decano se bajaron del colectivo y, prácticamente sin entrar en calor, salieron a la cancha para redondear el cuento. Porque si Atlético no ganaba todo quedaba como una anécdota más, pero no: el equipo de Lavallén cerró la alocada noche como debía, con una victoria por 1 a 0 con un inolvidable gol de Zampedri.
La hazaña estaba completa, pero todavía quedaba un paso más: meterse en la fase de grupos. Y Atlético Tucumán lo hizo de nuevo. Después de golear a Junior en el Monumental José Fierro, los decanos cantaron bingo y se dedicaron a recorrer el continente.
La aventura de jugar la Libertadores, a menos de dos años de volver a Primera, significó para Atlético, y para todo el norte del país, un acontecimiento inédito. Los decanos anduvieron por Brasil, Uruguay y Bolivia; no les alcanzó para avanzar a octavos, pero terminaron terceros y fueron a la Sudamericana.
Precisamente en la Copa Sudamericana, Ricardo Zielinski ganaría su primer partido como técnico de Atlético por 3 a 2 de visitante contra Oriente Petrolero. El camino se terminó rápido, ante Independiente, pero una nueva etapa estaba comenzando en el Deca.
La temporada 2017/18 fue la primera que Zielinski dirigió completa en el banco de Atlético Tucumán y no es una exageración decir que está entre las más exitosas de la historia del club. Empezó tomándose revancha de Independiente, eliminándolo de la Copa Argentina y no paró hasta la final con River.
Más allá de la derrota contra el equipo de Gallardo, para Atlético llegar a la definición de la Copa Argentina significó subir un escalón en su crecimiento deportivo y además clasificar por segunda vez a la Copa Libertadores.
Para el 2018, el Ruso Zielinski tuvo que hacer lo de siempre: rearmar el equipo sin que le sobrara billetera y sabiendo que tenía por delante, como mínimo, seis partidos internacionales.
Mientras jugaba con la doble obligación de no descuidar el campeonato, para no sufrir con los promedios, y tirarse alguna fichita a la Libertadores, Atlético se las arregló para llegar con chances de clasificar a los octavos de final faltando dos fechas para cerrar el grupo.
Fue clave para mantenerse vivo en la Copa el triunfo histórico contra The Strongest en La Paz, por 2 a 1 con goles de Toledo y Romat. Desde ahí no volvería a perder, incluyendo el 1 a 0 a Peñarol en Tucumán, y sacaría su boleto para octavos de final.
Cualquiera podría pensar que el Ruso y sus muchachos ya estaban hechos con ver el nombre de Atlético Tucumán en el cuadro de octavos de la Libertadores. Pero no. Fueron por más y se cargaron al poderoso Atlético Nacional de Colombia.
Atlético Tucumán se convirtió en el primer club indirectamente afiliado a la AFA que llegó a los cuartos de final de la Copa Libertadores. Aunque los hinchas se quedaron con bronca por perder contra Gremino, el campeón vigente de esa edición, fue mucho más grande la sensación de orgullo y agradecimiento para un plantel que, con el Pulga Rodríguez a la cabeza y el Ruso Zielinski desde el banco, terminó entre los ocho mejores del continente.
Un detalle para nada menor: mientras competía contra los poderosos de América, Atlético Tucumán paralelamente redondeó una gran campaña en la Superliga, terminando en el 5º puesto, y avanzó hasta semifinales de la Copa Superliga.
Esas semillas que Atlético había sembrado en la campaña anterior florecieron con forma de Copa Libertadores para el 2020. Las puertas que se tenían que abrir se abrieron y el Decano estuvo ahí para sellar el pasaporte por cuarta vez en su historia a una copa internacional y clasificando a la tercera Libertadores en cuatro años.
La derrota contra The Strongest por 2 a 0, que pudo haber sido más abultada, desparramó algunas dudas sobre el futuro del Ruso Zielinski en Atlético Tucumán. Nada nuevo para el Ruso: siempre que parece que su ciclo se está terminado, el tipo saca un as de la manga.
Atlético hizo los deberes: ganó por el mismo resultado que había perdido en la altura de Bolivia, pero no le alcanzó para evitar los penales. En la definición, cuando estaba con el agua hasta las narices, el salvavidas llegó de la forma menos pensada.
Rolando Blackburn, un nombre que los hinchas de Atlético recordaran por mucho tiempo. Roalndo quiso patear como el Pulga Rodríguez. Y efectivamente lo hizo: si hasta parecía que el mismísimo Luis Miguel era el que estaba ahí para acertarle a Lucchetti y darle una vida más a su querido exclub.
Atlético Tucumán volvió a hacer historia: con 9 triunfos se convirtió en el equipo indirectamente afiliado que más partidos ganó en toda la historia de la Copa Libertadores y quedó a una llave de jugar por tercera vez la fase de grupos.
Pronto sabremos qué le tiene preparado el futuro al Atlético Tucumán del Ruso Zielinski. Mientras tanto, los hinchas disfrutan estirando las madrugadas de cada histórica noche de Copas…
