Bruno Zapelli es de esos jugadores cuyos hinchas entran a la cancha y lo primero que buscan en el rival es al “10”, porque no debe haber en el mundo un espectador que no haya preguntado al vecino de la platea o de la popular: “… ¿Che, quién es el 10 de ellos?”. Uno mira a Zapelli y ve un futbolista de tranco cansino, que puede ser sospechado por displicencia o baja intensidad. Lo que todos deberían ver es que en jugadores como él, la velocidad está en la pelota, en la pausa, en el tiempo y el espacio, en las opciones de pase.
Con apenas 20 años declara como alguien de experiencia, con recorrido, la tiene clara a la hora de explicar cómo se siente después de más de 60 partidos en el primer equipo de Belgrano, luego de aquel debut de la mano de Caruso Lombardi el 5 de diciembre de 2020 ante un despoblado Gigante de Alberdi, en el medio de la pandemia, ante Independiente de Mendoza. Dejaba la cancha Gervasio Núñez y fueron apenas 3 minutos, pero ahí comenzaría esta joven historia. “Me siento mucho mejor. Cuando empecé a jugar pensaba qué tanto puede influir jugar más o menos partidos. Cada día aprendo más distintas situaciones, momentos, conocer mis sensaciones, mi cuerpo… a pesar de ser otra la exigencia, me siento en un gran momento. Me costó un tiempo, arranqué bien, después entré en un bache y ahora hace varios partidos que estoy más seguro”, comenta.
¿Y cómo recuerdan el debut en el seno familiar? Papá Ángel sostiene que fue un orgullo tremendo y un premio al sacrificio. “Fue una emoción, un orgullo tremendo verlo en el primer equipo, después de tanto sacrificio, de tantos años de lucha y uno que aportó su granito de arena y verlo ahí fue una emoción increíble. Que tu hijo logre un objetivo es mucho orgullo”, remarca.
Y en ese esfuerzo también va un recuerdo de mamá Hilda, cuando Bruno de niño se levantaba a la mañana sin desayunar para ponerse a jugar a la pelota: “Tengo tantos recuerdos. Era tan chiquito, tenía 4 años cuando empezó en la escuelita del club Carlos Paz. Les encantaba a todos mirarlo jugar, hacía cada jueguito, se divertía tanto… se levantaba a la mañana, no desayunaba y se ponía a jugar a la pelota”.
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Su juego es parecido al de Franco Vázquez, todos lo dicen, todos se lo dicen. Claro, Bruno es diestro, el Mudo es zurdo pero ambos tienen buen pie, movimientos elegantes, cabeza levantada para jugar, lectura, desmarque, control, técnica y desequilibrio en el uno contra uno. “Me lo dijeron muchos compañeros, hinchas, amigos, el técnico, mi viejo, el padre del Mudo que habla con mi viejo… Hasta yo veo que en algunas cosas somos parecidos y me pone orgulloso la comparación con él que es un crack. Pero intento tomarlo para aprender y mejorar”, señala.
Vázquez visitó al plantel de Belgrano en Villa Esquiú hace poco pero la timidez pudo más en Zapelli: “No me dijo nada. Yo he hablado con él pero poco y aquella vez, en persona, lo saludé y nada más”.
De todos modos, la similitud con el Mudo (cuyos padres Ángel y Oscar se conocen y hasta fueron compañeros de colegio) no es sólo futbolística, es un “déjá vu”. Vázquez despertaba esperanza y desesperación, clamor popular y murmullo, fue resistido, Zielinski lo bancó en las tormentas y se fue a Italia habiéndose ganado el corazón de los Piratas. No sabemos si Zapelli se irá a Italia, aunque en los hinchas despierta casi lo mismo, a veces parece que lo resisten y ahí aparece ya no Zielinski pero sí un discípulo suyo como Guillermo Farré para protegerlo y sostenerlo desde aquel julio de 2021 cuando declaró que se ganó el puesto.
Zapelli reconoce que escucha esos murmullos pero tiene un aplomo mental que lo hace aún más fuerte. Quizá esas sesiones con un psicólogo para tratar de enfrentar las presiones y demás cuestiones que puedan afectar emocionalmente, tienen mucho que ver. “Intento acordarme y visualizar los momentos dentro de la cancha. En donde mejor me siento es cuando me aíslo de todo y juego como si estuviera en mi casa… Es difícil aislarse con tanto ruido pero me concentro, sabiendo lo que tenés que hacer”, reflexiona Bruno.
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No obstante, el premio del reconocimiento le llegó. Ante Instituto fue una de las figuras y debe haber jugado su mejor o uno de los mejores partidos con la camiseta celeste al punto de que cuando Farré decide cambiarlo, una ovación bajó desde las gradas del Gigante de Alberdi. “Siempre que me tocó salir, los hinchas me demostraron cariño pero esta vez se sintió mucho y me emociona. Me hace sentir orgulloso porque uno trabaja para todos aquellos que te quieren ver bien y me pone contento dejar a la gente tranquila”, remarca el diez.
Su padre estaba en la cancha esa noche en el clásico y vio cuando el estadio se vino abajo a la hora de esa variante, reconoce algunos cuestionamientos pero con relación al paladar del hincha de Belgrano: “El otro día estaba cuando lo cambiaron, lo aplaudieron, lo ovacionaron, gritaron su nombre… Ver ese reconocimiento después que había sido un poco cuestionado porque es un tipo de jugador que en Belgrano no están tan acostumbrados porque aplauden más a un jugador que se tira a los pies que a un pibe de 20 años que intenta una gambeta”.
Detrás de cada futbolista hay una persona, esa persona tiene una historia y la historia la marcó Federico Bessone, hoy manager deportivo de Instituto y por más de diez años descubridor de talentos para Belgrano en sus funciones de co-coordinador de inferiores y coordinador general de las juveniles del club de Alberdi. Bueno, Bessone es el responsable de que Zapelli esté en Belgrano. “De Atlético Carlos Paz se fue al Villarreal de España. Ahí lo conoció a Fabián Soldini, parte del club Adiur de Rosario. Y cuando regresa de España, se quedó ahí pero yo había creado buena relación con esa gente y pude traer entre otros a Juan Barinaga, Nicolás Meriano, Rodrigo Gómez… Bruno tenía propuestas para ir a jugar, pero lo convencimos”. Bessone reconoce que veía en él un potencial porque jugaba muy bien. “Había que recuperar su confianza, las ganas y vimos desde un primer momento las condiciones. Hizo todo el proceso y se pudo ganar lo que hoy está viviendo”, sintetiza Federico.
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Zapelli, categoría 2002, llegó a España a los 11 años. Dice que tenía todo para quedarse en el Viejo Continente pero una normativa lo impidió. La FIFA prohíbe los traspasos internacionales de jugadores menores de 18 años para evitar su desarraigo y protegerlos de la explotación, ya que advierte que un porcentaje muy pequeño de los que dan el salto a otro país, logran llegar al profesionalismo. Sólo hay tres casos en los que hace una excepción: cuando los padres cambian de país por motivos no relacionados con el fútbol; cuando el traspaso se produce dentro del espacio económico europeo y el jugador tiene entre 16 y 18 años; y cuando el futbolista sigue viviendo en su hogar, a menos de 50 kilómetros de la frontera, y juega para un club que tampoco está a más de 50 kilómetros del límite entre los países. “Soy categoría 2002, llegué en el primero año de la Novena de AFA. Y sí, jugaba en Atlético Carlos paz. Estuve en una prueba de jugadores que hizo Racing Club en Carlos Paz. Después fui a Villarreal ya que me llamaron después de haberme visto una semana en Rosario. En España querían que me quedara pero cuando salió la ley de la FIFA que no podían fichar a menores de edad me volví. Y tuve pruebas en Boca, en Central pero extrañé y me vine a Córdoba”, detalla Bruno.
En su regreso a Córdoba tuvo que elegir. Porque Talleres había aparecido como interesado, sin embargo dice que tomó la mejor decisión: “Cuando estuve en Carlos Paz, los coordinadores de Talleres habían hablado con mi viejo. Hablamos con la familia y decidimos que lo mejor era Belgrano. Y desde que llegué me sentí cómodo, contento por la elección”.
Para conocerlo un poco más, le preguntamos por sus referentes en el fútbol y claro, todos números “10”, enganches, media puntas, volantes de juego aunque en sus predilecciones no está Vázquez. “Miro todo, los que siempre me encantaron son Messi, Iniesta, Riquelme… me ponía a ver videos de ellos. De los de ahora me gustan Pedri, Lo Celso, Enzo Fernández pero no tengo uno puntual”, comenta Zapelli.
A mamá Hilda le alcanzamos un babero. ¡Y cómo no! En un entorno familiar que también lo contiene y no sólo con los lazos directos en donde el hermano atajó y el papá jugó ya que también hay primos y tíos que también aportan. “Bruno es bello, humilde, una persona no interesada para nada, es generoso, de perfil bajo, hace la de él, ayuda a la gente que lo necesita… nos ayuda, nos apoya, estoy orgullosa de él, toda la familia lo está. Es mi amor, mi vida entera”, dice Hilda.
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Zapelli, quien tiene contrato hasta 2024, vale 10 millones de dólares, según la cláusula de rescisión. Tuvo una experiencia en los seleccionados juveniles de la AFA. En su momento se habló de un interés de River, de San Lorenzo y a comienzos de año Belgrano rechazó una oferta de 2 millones de dólares por el 70% de la ficha por parte del Módena de Italia.
¿Quién quiere ser Zapelli? “Uno sueña con crecer, aprender, llegar en un futuro a la selección, a clubes de elite mundial, jugar un torneo importante como un Mundial, una Copa América… eso tengo como sueño lejano”, confiesa el enganche de Belgrano.
Paso elegante y cabeza levantada. Observa el panorama y juega… juega, juega y hace jugar. Ese es Bruno Zapelli.
