Ricardo Daniel Caruso Lombardi es uno de los pocos personajes del ascenso que pudo sacarse el cartelito y convertirse en personaje del fútbol argentino.
Los fanáticos de TN Deportivo lo recordaran por sus memorables apariciones durante los goles de la B Metro. En esa época, Caruso Lombardi era “el Tano”, un técnico simpático, de barba candado, que dirigía a Italiano, o a Tigre, o a El Porvenir, y siempre hacía declaraciones picantes con las paredes descascaradas de los vestuarios, y el vapor de las duchas, como escenografía.
Una de las primeras veces que a Caruso se le salió la cadena y lo televisaron en vivo para todo el país fue en el 2005. Un lunes por la noche, Tigre perdió 2 a 1 en la cancha de Huracán, entre otras cosas, por un flojísimo arbitraje del inefable Walter Díaz. Caruso Lombardi explotó contra el árbitro y, al borde de las lágrimas, gritaba que abandonaría su carrera como técnico.
Antes de ganarse la fama de salvador en Primera, Caruso armó muy buenos equipos en el ascenso y uno de ellos fue Tigre, donde ganó de punta a punta la B Metropolitana. Después el Matador llegaría a Primera, ya con Diego Cagna como técnico. En el medio, algo disparó la polémica con Caruso Lombardi y ambos entrenadores se tiraron con munición gruesa durante el verano del 2008.
El camino ascendente de Caruso se ganó una recomendación de Diego Maradona para llegar a Primera División. Arrancó en Argentinos Juniors y siguió en Newell’s. De sus primeros dos pasos le quedaron un par de chisporroteos: en el Bicho se cruzó con Diego Scotti, al que acusó de fingir una lesión, y en la Lepra tuvo un contrapunto subido de tono con el Flaco Schiavi.
Entre su primera experiencia en el fútbol grande y lo que vendría, Caruso tuvo un paréntesis increíble: en el 2008, cuando estaba sin trabajo, un programa de televisión lo invitó, como si fuera un reality, a dirigir al último equipo de la D durante una semana para jugar un clásico. Caruso mostró su trabajo para las cámaras y dejó el 3 a 0 final como certificado de garantía.
A esa altura de su carrera, el mundo del fútbol argentino ya había descubierto quién era Ricardo Caruso Lombardi. En Racing había hecho de las suyas y paseaba su habitual histrionismo por los canales de televisión tirando algunas sentencias que hacían ruido, como esa vez que dijo que Messi tenía que ser suplente en la Selección.
En el 2010, una tarde más de campeonato, en Mendoza, Godoy Cruz goleaba cómodo por 6 a 2 a Tigre. No pasaba nada raro hasta que saltaron las esquirlas. Desde los corralitos, Asad y Caruso Lombardi, los técnicos, empezaron a tirarse bombazos brindando un espectáculo dantesco: a los gritos y con señas se decían de todo. De todo lo peor. Después pedirían disculpas.
El 2012 fue un año muy cargado para Caruso Lombardi. Arrancó dirigiendo a Quilmes, que luego ascendería, pero lo que más se recuerda de ese paso fue su pelea con el Chori Domínguez, en un partido contra River, en pleno campo de juego del Monumental.
Después de Quilmes, Caruso agarró uno de los desafíos más importantes de su carrera: salvar a San Lorenzo. Y lo consiguió, pero terminó peleándose con Carlos Bueno, que había sido una de las figuras del equipo en la Promoción. El uruguayo contó que no tenía relación con el técnico y lo acusó de quedarse con la plata de un premio que supuestamente era para el plantel.
Para completar el movidito 2012 de Caruso Lombardi, apareció Fabián García. El episodio fue de lo más bizarro que se haya visto en la televisión argentina. Y eso ya es mucho decir. Caruso dirigía a San Lorenzo y García era ayudante de Madelón, que había precedido al Tano en el Ciclón, ambos se cruzaron a la salida de un canal deportivo y eso derivó en un grotesco de manotazos al aire, con un policía en el medio, que todo el mundo recuerda como el día del “¡no me midás!”.
Cuando se fue de San Lorenzo, Caruso Lombardi volvió a Argentinos Juniors, en el 2013, y ahí tuvo un fuerte cruce de declaraciones con Diego Placente, que lo había acusado de limpiarlo del plantel. El técnico improvisó una conferencia de prensa que fue subiendo de tono hasta terminar con una explosión de bronca contra el futbolista.
Después de algunos años de cierta tranquilidad, Caruso Lombardi volvió a ocupar el centro de la escena en el 2016. Primero se cruzó con un viejo enemigo: Victorio Nicolás Cocco, del gremio de los técnicos, al que acusó de corrupto. Y después se agarró a las trompadas con un grupo de barras de Sarmiento de Junín para defender a sus jugadores.
Con un par de cambios menos de lo habitual, Ricardo Caruso Lombardi transitaba tranquilo los días de cuarentena esperando para volver a competir con Belgrano, hasta que apareció Ariel Garcé. El exjugador de River, que fue dirigido por Caruso en Argentinos, abrió fuego y le pegó duro al Tano, que no se quedó atrás y le devolvió las piedras.
Para completar el cartón, Caruso le salió al cruce al mismísimo presidente Alberto Fernández. El primer mandatario del país recordó una anécdota con Pipo Gorosito y por añadidura dijo que no le gustaba cómo hacía jugar Caruso a su Argentinos Juniors. El técnico, a través de las redes sociales, le respondió a Fernández aclarándole que se estaba confundiendo y le recordó las dos veces que salvó al Bicho del descenso.
Ricardo Daniel Caruso Lombardi es muchos en un solo envase: personaje, técnico, calentón, pillo, entrador, simpático, polémico… amado y odiado, casi por igual. Para algunos sigue siendo “el Tano”, pero para otros se convirtió en “Carhumo”.
