Clemente Rodríguez: ¿el mejor 3 de la historia de Boca?

Raúl Monti

Cuando Juan Román Riquelme afirmó que Clemente Rodríguez era el mejor lateral izquierdo en la historia de Boca, la frase no pasó desapercibida entre los hinchas. Los más jóvenes, en su mayoría, se mostraron de acuerdo con el “10”; los más grandes, en cambio, se indignaron por lo que consideraban una falta de respeto hacia un prócer como Silvio Marzolini.

Sin embargo, cuando el protagonista de la historia fue consultado por la polémica, se sacó el cassette y respondió con el corazón: con tres Copas Libertadores y una Intercontinental en sus vitrinas, Clemente Rodríguez está convencido de que ningún lateral izquierdo defendió mejor que él la camiseta azul y oro.

Nada en sus inicios hacía suponer que llegaría tan lejos en su carrera. Clemente Juan Rodríguez nació el 31 de julio de 1981, en el seno de una familia humilde de la provincia de Buenos Aires. Era un pibe de barrio, calentón, que jugaba de delantero en las inferiores de Ferro hasta que lo dejaron libre y estuvo cerca de largar todo.

El club Los Andes le dio una oportunidad cuando más lo necesitaba y él se acostumbró a pelearla en el ascenso hasta que se cruzó con el hombre que cambiaría su vida para siempre: Carlos Bianchi.

El día que integrantes del cuerpo técnico de Boca fueron a buscarlo a la práctica de Los Andes, Clemente pensó que le estaban haciendo una broma de mal gusto. En aquel momento tenía 19 años, vivía en una casita en Lomas de Zamora donde la plata no sobraba, y semejante propuesta le parecía demasiado buena como para ser real. Por suerte para él, estaba equivocado: al poco tiempo estaba entrenando en la Bombonera, junto a jugadores de Selección y bajo las órdenes del “Virrey”.

Carlos Bianchi lo marcó a fuego desde el principio, con actitudes y consejos que excedían los límites de la cancha.

El ex técnico de Vélez fue quien lo invitó a vivir en la pensión del club cuando notó que Clemente llegaba cansado a las prácticas, por los viajes en colectivo desde Lomas de Zamora. Fue quien lo tomó del hombro en un entrenamiento y le dijo que cuando empezara a ganar plata tenía que comprar una casa para sus papás, y no un auto lujoso. Y fue Bianchi quien lo hizo debutar en Boca a fines del 2000, cuando empezó a escribir su historia en el club de La Ribera. Una vez que se ganó la titularidad, no la soltó más.

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Formó parte de un grupo tocado por la varita, con una mística ganadora que marcó una época y los campeonatos no tardaron en llegar. Las inolvidables conquistas en las Libertadores del 2001, 2003 y 2007, sumados a la Intercontinental del 2003 contra el Milan, colocaron a Clemente Rodríguez entre los futbolistas más ganadores del continente. Como si fuera poco, también se colgó una medalla olímpica de oro en Atenas 2004, con Marcelo Bielsa como entrenador.

A lo largo de su extensa carrera, Clemente tuvo pasos por el fútbol español, brasileño y ruso, además de jugar en varios clubes del fútbol argentino. También representó al país en el Mundial de Sudáfrica 2010, convocado por Diego Maradona. Pero es consciente de que pasó sus mejores noches vestido de azul y oro, y que así será recordado en el futuro. Es por eso que, en los últimos años de su carrera, repitió una y otra vez que su último anhelo era despedirse jugando en Boca, el club de sus amores.

Su gran amigo y compañero en aquellos días de gloria, Juan Román Riquelme, no dudó en presentarlo como el mejor lateral izquierdo de Boca de todos los tiempos. Si el 3 de la era Bianchi merece semejante título es discutible. No todos están de acuerdo con el pensamiento de Román. Pero nadie podrá negar que, a fuerza de copas y vueltas olímpicas, Clemente Rodríguez se ganó un lugar de privilegio en la historia “xeneize”.