Cristiano Ronaldo, el goleador récord de Portugal

Raúl Monti

No conforme con ser el goleador histórico del Real Madrid, de la Champions y de la Eurocopa, la voracidad ofensiva de Cristiano Ronaldo sigue dando que hablar. 

El goleador portugués se convirtió en el máximo anotador de la historia de las selecciones y añadió un nuevo hito a su legado en el fútbol. 

Aunque lo ganó todo a nivel clubes, aseguró en varias ocasiones que su título más preciado es el primero que consiguió con Portugal, un país al que revolucionó deportivamente con su aparición.

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Su camino en la Selección Mayor inició con una derrota dolorosa, que se grabó para siempre en la memoria de los 10 millones de habitantes de su nación. La Eurocopa del 2004 parecía la oportunidad ideal para que Portugal consiguiera su primera estrella, pero la gloria se les escapó en el último suspiro. 

En el Estadio da Luz de Lisboa y contra todos los pronósticos, el conjunto luso perdió la final ante Grecia, revelación del torneo. Cristiano, que se había ganado un lugar en el equipo titular a pesar de sus 19 años, lloró como un niño cuando el árbitro marcó el final del partido y de su ilusión.

Por aquel entonces daba sus primeros pasos en el Manchester United y la convocatoria era un premio a su rendimiento en el Torneo Esperanzas de Toulon, que los portugueses habían conquistado un año antes. 

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Aunque su primer desafío con la Mayor no tuvo el final soñado, brilló ante los mejores seleccionados del continente y fue incluido en el equipo ideal de la copa. La caída en la final encendió en su interior un incontrolable deseo de revancha, y Ronaldo no frenó hasta conseguirla.

Eran tiempos en los que la camiseta número “7” y la capitanía de la selección pertenecían a Luis Figo. Bajo su sombra, Cristiano no alcanzó su mejor nivel en el Mundial 2006, en el que el equipo llegó a semifinales. 

Su momento más destacado fue cuando provocó la expulsión de Wayne Rooney y le guiñó el ojo al banco de suplentes, en un evento que lo dejó mal parado ante sus seguidores en Manchester. Aún así, todas las miradas estaban puestas en su evolución.

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El entonces presidente de la Federación Portuguesa de Fútbol pidió poco tiempo antes de morir que Ronaldo llevara el brazalete de capitán, en un gesto que trascendía lo futbolístico. Todos eran conscientes de que si el joven goleador tomaba las riendas del equipo, el futuro del seleccionado podía ser brillante. 

Su primera experiencia como líder absoluto fue en la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010, a la que Cristiano llegó como figura del Real Madrid y con expectativas muy altas, pero su performance fue decepcionante.

Solo pudo marcar un tanto en la goleada por 7 a 0 ante la débil Corea del Norte, y recibió críticas muy duras por su actitud. Fue el primero en abandonar el campo de juego tras la eliminación en octavos de final y se negó a declarar ante la prensa, aún cuando era el capitán del equipo. 

Tras su desplante, el propio Figo le salió al cruce y cuestionó que estuviera listo para su nuevo rol. Su director técnico tomó una postura similar y declaró que nadie estaba por encima de la selección, por lo que el goleador tuvo que trabajar duro para recuperar el cariño de su gente.

A pesar de sus esfuerzos, la Eurocopa 2012 y el Mundial 2014 se sumaron a su lista de chances desperdiciadas. Atravesaba el mejor momento de su carrera a nivel clubes y había destronado a Lionel Messi en la competencia por el Balón de Oro, aunque al igual que el argentino, la Selección era su cuenta pendiente. 

Había hecho las paces con la opinión pública en su país y su ciudad natal erigió una estatua en su honor, pero Ronaldo se desvelaba por el único reconocimiento que le importaba, ganar un título con Portugal.

Para el implacable goleador, Francia se convirtió en la tierra prometida. La Eurocopa del 2016 lo encontró en un gran estado de forma y rodeado de futbolistas consagrados como Nani y Pepe. El sueño portugués se fue agrandando con el correr de los partidos y se convirtió en una posibilidad real cuando el equipo llegó al duelo definitivo contra la escuadra de Antoine Griezmann y compañía. 

Decidido a consumar su revancha, Ronaldo saltó al campo a ganar el partido de su vida, pero el destino le jugó una mala pasada y salió lesionado a los 22 minutos del primer tiempo, con lágrimas en los ojos.

Con la figura del equipo condenada a vivir la final desde el vestuario, sus compañeros aguantaron los ataques franceses y llevaron el partido a tiempo suplementario. En ese momento, Cristiano volvió a la cancha, aún rengueando, y se puso a dar indicaciones a la par de su entrenador. Las cámaras registraron cada grito y gesto del capitán, pero la estrella de la noche fue un jugador poco conocido para el gran público, Éder, que marcó el tanto de la victoria. 

12 años después de la derrota ante Grecia, Ronaldo había logrado su objetivo: ante la mirada del mundo y con la cinta de capitán en el brazo, levantó la primera copa en la historia de Portugal.

Sin deudas por saldar con su país, voló bajo en Rusia 2018 y agrandó su leyenda en la Liga de Naciones 2019, cuando volvió a consagrarse campeón de Europa. 

En 2021, el delantero se consolidó como el goleador histórico a nivel selecciones, un logro más en la carrera de un jugador extraordinario, que a sus 36 años sigue vigente y con ganas de hacer historia.

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