Directores técnicos, una profesión de riesgo en Argentina

Juan Schulthess

La salida de Javier Sanguinetti como director técnico de un Newell’s de andar irregular, con 11 fechas por delante en el torneo local y el duelo de Copa Argentina ante Talleres en el horizonte, reverdeció un debate siempre presente en el fútbol argentino acerca de los entrenadores y los tan mentados proyectos.

Rosario, una plaza que vive el fútbol con una pasión particular y en ocasiones desmedida, es un reflejo de lo difícil que es permanecer por un largo tiempo en el cargo para quienes tienen el buzo y se sientan detrás de la línea de cal.

Sanguinetti, que había tenido un arranque prometedor, decidió renunciar tras ganar apenas un partido de los últimos 11 con “La Lepra”. El ex defensor de Banfield había asumido a finales del año pasado y sus números, pese al mal momento, no eran tan malos, aunque también le jugó una mala pasada la derrota en el clásico con Rosario Central, a partir de lo cual su ciclo se deterioró.

Precisamente, “El Canalla”, en la misma ciudad, es otro portador de un banco “caliente”. “El Kily” González, un ídolo de la institución auriazul, tuvo que dejar el cargo en el primer semestre víctima de los malos resultados y una crítica en espiral ascendente.

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En su lugar asumió Leandro Somoza, quien tampoco pudo enderezar el rumbo de Central y pegó el portazo en el amanecer de la Liga Profesional y a pocos meses de asumir, alegando marcadas diferencias con la dirigencia y molesto por la falta de refuerzos.

Carlos Tevez, a poco de manifestar públicamente su deseo de ser entrenador, fue el elegido para ocupar ese lugar. “El Apache” tuvo que agarrar un hierro caliente en su primera experiencia como técnico en un gigante del interior y con el respaldo de sus logros como futbolista. Con vaivenes y tras un ruidoso arribo por su pelea con “El Chapa” Retegui, el siempre rimbombante espaldarazo de un triunfo en el clásico le dio aire para trabajar.

Los grandes del fútbol argentino tampoco le escapan a esta realidad. A excepción de River, donde Marcelo Gallardo es indiscutible, y Racing, que tiene hace casi un año a Fernando Gago, Boca, San Lorenzo e Independiente tuvieron que atravesar vientos de cambio.

El domingo 22 de mayo de 2022, Sebastián Battaglia se coronaba campeón con su Boca de la Copa de la Liga tras golear 3-0 a Tigre en el Kempes y bordaba su segunda estrella como técnico.

El miércoles 6 de julio de 2022 a la noche, menos de dos meses después, quien supo ser el jugador más campeón del poderoso club de la Ribera fue despedido tras la eliminación de la Libertadores con Corinthians.

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En su lugar asumió otro gran referente del “Xeneize”, como Hugo Ibarra, quien llegó al cargo con un panorama muy similar al de Battaglia: desde la Reserva, siendo símbolo y sin experiencia previa. Estos factores, sumados al andar irregular del equipo y a un abanico de polémicas internas, ponen su nombre en un manto de duda permanente y con un futuro incierto.

En San Lorenzo, Pedro Troglio tuvo que dejar el cargo en la pasada Copa de la Liga antes de cumplir 100 días al frente del plantel profesional. El ídolo de Gimnasia había asumido el 5 de enero, tras el efímero paso de Paolo Montero y el interinato de Diego Monarriz. A mediados de abril tuvo que irse.

Otro interinato, con Fernando Berón, fue la antesala del arribo de Rubén Darío Insúa a un convulsionado “Ciclón” que no daba pie con bola. Pese a un arranque difícil, el experimentado entrenador parece de a poco lograr poner su sello en un equipo que exhibe una remontada sostenida.

El caso de Independiente es particular, ya que al mal momento deportivo se le suma una profunda crisis institucional. En ese marco, una curiosidad: Julio César Falcioni lo había dirigido hasta diciembre del año pasado, se fue a Colón y volvió al “Rojo” meses después tras un paso en falso de Eduardo Domínguez.

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La trituradora de técnicos que es el fútbol argentino, claro está, siguió con su maquinaria a lo largo de toda la temporada. La salida de Sanguinetti fue la número 21 en lo que va del año: 11 en la Copa de la Liga y 10 en lo que va de la Liga Profesional.

Una particularidad, por ejemplo, es la de Sergio Rondina: “El Huevo” renunció en Central Córdoba, se fue a Colón y allí rescindió a 40 días de llegar.

Talleres también tiene un año particular: por primera vez desde que Andrés Fassi es presidente del club, un entrenador tuvo que despedirse antes de finalizar la temporada. Los malos resultados y rendimientos opacos del equipo, sumados a las críticas ascendentes, llevaron a que Ángel Guillermo Hoyos se fuera de la “T” en forma prematura.

En su lugar llegó el portugués Pedro Caixinha, con su primera experiencia en esta parte del mundo. Bajo su dirección técnica, “El Matador” tampoco pudo levantar en el ámbito local, lo que llevó a más cuestionamientos, aunque logró una histórica clasificación a cuartos de final en la Libertadores y sigue con vida en la Copa Argentina.

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Del otro lado de la línea, entre los pocos casos de los técnicos que sí pudieron mantenerse en el tiempo y consolidar un proyecto se destaca, por lejos, el ciclo de Marcelo Gallardo en River.

“El Muñeco” ganó todo con “El Millo” desde su arribo en 2014 y se convirtió en el DT más exitoso de la historia de la laureada institución de Núñez. A pesar de ello, la temprana eliminación en la Libertadores ante Vélez y un arranque irregular en la Liga Profesional sembraron algunas dudas, que se fueron disipando con el correr de las semanas y una mejora en el rendimiento y los resultados.

Otros ciclos algo más extensos que lo habitual en la máxima categoría son, por ejemplo, el de Sebastián Beccacece, que imprimió su sello en Defensa y Justicia; el de Gabriel Milito, que lleva un año y medio en Argentinos, y el de Ricardo Zielinski, quien asumió en enero de 2021 en Estudiantes.

Ante los primeros resultados adversos, el run run de los hinchas en un fútbol argentino que no se destaca por cultivar la paciencia termina llevándose puesto, casi siempre, en primer lugar a los entrenadores. Esta semana le tocó a Javier Sanguinetti.

¿Se le debería dar más tiempo a los técnicos? ¿La culpa de un mal momento recae solo en ellos? ¿Por qué cuesta tanto respetar los procesos? ¿Qué tanto influye un DT en un plantel? Las preguntas se multiplican y abren el debate, mientras el deporte rey en nuestra tierra sigue siendo una profesión de riesgo para los entrenadores.

*Textos: Juan Schulthess; Narración: Raúl Monti; Edición: Érika Andujar.