"El Búfalo" Funes, un símbolo puntano que brilló en River

Raúl Monti

Su carrera como profesional duró apenas 10 años, pero le alcanzó para ganarse un lugar en la historia del fútbol sudamericano. Nunca vistió una camiseta por más de dos temporadas, pero son varias las hinchadas que lo idolatran.

Se convirtió en un símbolo de la provincia de San Luis, donde una avenida y un estadio llevan su nombre. “El Búfalo” Funes murió a los 28 años y dejó de ser un simple ídolo para transformarse en una leyenda.

Juan Gilberto Funes nació el 8 de marzo de 1963 en la ciudad de San Luis. Pasó su infancia rodeado por los paisajes puntanos y sintió desde muy chico un gran amor por la pelota.

Hizo todas las divisiones inferiores en Huracán de San Luis, y debutó en primera cuando era un adolescente. Su primer gran desafío llegó en 1983, cuando se sumó a las filas de Gimnasia de Mendoza para disputar el Torneo Nacional.

Jugó dos temporadas con la camiseta albinegra, ganó una liga mendocina y se metió a la hinchada en el bolsillo. En el 2015, una de las plateas de su estadio fue bautizada en su honor, sellando su romance para siempre.

Funes se animó a cruzar la frontera para sumarse a Millonarios, un grande de Colombia. Llegó al club como un desconocido, el técnico le daba pocas oportunidades y él tenía la pólvora mojada.

Se le abrió el arco en su segunda temporada y la hinchada se acostumbró a gritar sus goles. Metió 32 en seis meses, terminó como uno de los máximos artilleros del campeonato y se ganó el mote del “Búfalo de San Luis”.

Cuando River sufrió la partida de Enzo Francescoli, encontró en Juan Gilberto Funes al refuerzo ideal para el ataque. Corría el año 1986 y el club luchaba por conquistar su gran obsesión: la Copa Libertadores.

El “Millo” había perdido la final del torneo en dos oportunidades, y a su vitrina le faltaba el máximo trofeo continental. “El Búfalo” se sumó al equipo en la segunda fase del campeonato, y debutó como titular en la inolvidable final ante América de Cali.

Funes no quería jugar el primer partido porque no se sentía a punto físicamente, pero Héctor “Bambino” Veira, su entrenador, lo convenció para que juegue. La final de ida era en Colombia, y el técnico creía que su pasado goleador en esas tierras podía marcar la diferencia.

Juan Gilberto no decepcionó: el equipo ganó 2 a 1 en la ida y él hizo el gol de la victoria. Una semana más tarde, en el Monumental, volvió a marcar tras una corajeada en el área, venció al arquero Julio César Falcioni y le dio a River su primera Copa Libertadores de América.

Jugó 29 partidos con “La Banda” y metió sólo 5 goles, pero se dio el gusto de ganar la Copa Intercontinental y la Interamericana. Una vez más, a Funes le bastó con sólo una temporada y goles en el momento justo para convertirse en un ídolo de los hinchas.

Comenzó su travesía por Europa y pasó por Grecia y Francia, donde recibió una noticia que cambió su vida. Estaba a punto de firmar un contrato con el Niza cuando los médicos descubrieron que tenía problemas cardíacos, y el traspaso no se concretó.

Vélez apostó por él de todas formas y rindió dentro de la cancha, pero su salud se convirtió en un obstáculo ineludible. Tenía 27 años cuando le dijeron que debía abandonar el fútbol por su propio bien, pero Funes no concebía una vida sin jugar a la pelota.

Coqueteó con Boca y dio todo de sí para demostrarle a los médicos que estaban equivocados, pero su corazón dijo basta. Juan Gilberto Funes murió el 11 de enero de 1992, a los 28 años, y las calles de San Luis se llenaron de personas que salieron a despedir a su gran ídolo.

“El Búfalo” fue un tocado por la varita, un hombre que forjó su propia leyenda a base de gritos decisivos. El mundo del fútbol aún lo recuerda como un goleador con un corazón enorme, que dejó de latir antes de lo esperado.