Messi no es Maradona, no lo será nunca, ni tampoco tiene por qué serlo. Sería mejor dejarlos tranquilos, a Diego y a Leo. Cada uno con sus cosas. Para qué buscar, para qué forzar la comparación, para qué…
Nacieron en la misma tierra, pero no se criaron en el mismo mundo. El fútbol los junta y los pone a la par, aunque sus formas, sus personalidades, sus perfiles los ubican en caminos diferentes. Ni mejores ni peores: diferentes.
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¿Por qué insistir con “maradonizar” a Messi cuando ni siquiera el mismo Lionel se lo propone? A su manera, Leo nunca buscó ponerse en el lugar de Diego, nunca quiso reemplazarlo, nunca se presentó como el sucesor, nunca jugó el juego de las comparaciones.
También a su manera, Maradona entró y salió de la polémica. Un día decía que había que dejarlo tranquilo a Messi, disfrutarlo y no preguntarse quién de los dos era mejor, pero al otro era capaz de señalarlo por no tener personalidad para ser el líder de la Selección.
En este caso, la comparación además de odiosa es injusta porque Maradona y Messi representan épocas muy diferentes de fútbol mundial. Diego fue el primer gran héroe global de la era televisiva, mientras que Lionel brilla en el universo de los celulares y las redes.
No solo cambió el fútbol, también cambiaron los valores que lo rodean. Antes, la camiseta era una extensión de la patria, hoy las fronteras están borrosas y los futbolistas ya no son únicamente la bandera de un país sino que representan diversos colores.
Los propios jugadores se mueven en ámbitos más amigables, la foto de Messi con Neymar, sentados y charlando después de enfrentarse en una final de Copa América, significa buena parte de lo que los chicos de hoy valoran y difunden.
Los maradoneanos de paladar negro insisten en atribuirle características de Diego a quien definen como el nuevo Messi. Dicen que Leo es más Maradona desde que se peleó con la Conmebol, también desde que canta el himno y hace declaraciones al borde de las lágrimas.
En la otra vereda, están los que siempre bancaron a Messi diciendo que no hay nada nuevo en el 10, que sigue siendo el mismo, solo que después de levantar la Copa América los críticos pretenden cambiarlo para no admitir que estaban equivocados y ahora se dieron vuelta.
Hace 10 años Messi vivía el peor momento de su historia con la Selección. Después de recibir la hostilidad de los hinchas, incluyendo silbidos, terminó tirado en el piso de la cancha de Colón tras quedar afuera en cuartos de final de la Copa América 2011.
Después vendría la zaga de las tres finales. La derrota en el Mundial del 2014 fue dolorosa, pero la gente terminó agradeciéndole al plantel. La revancha que no fue en el 2015 cambió algunas posturas y el quiebre se produjo después del tercer traspié consecutivo en 2016.
Hoy aparece en los archivos como una locura increíble, pero hace cinco años Lionel Messi renunciaba a la selección argentina diciendo que ya lo había intentado muchas veces y sentía que no era para él. Como respuesta la gente salió en masa a pedirle que no se fuera.
Antes de la Copa América del 2019, Lionel Messi contó en una entrevista que su hijo le preguntaba por qué en Argentina lo mataban. Para no dejar dudas dijo que lo seguiría intentando y el fútbol le regaló una vuelta olímpica con la camiseta que más siente.
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Después de un giro de 180 grados, ahora Lionel Messi contó que sus hijos, aquellos que no entendían por qué lo mataban, le recuerdan a cada rato que salió campeón con Argentina. Ese es su mejor título y el gran mensaje final, aunque no lo ponga en palabras.
Como un chico que salió de la escuela el viernes a las cinco de la tarde y tiró la mochila arriba de la cama, Messi está liberado, livianito, feliz. Se sacó un peso de encima, ya no tiene que cargar las frustraciones por la sequía de títulos.
Arropado por el calorcito del reconocimiento unánime del país futbolero, el Messi que viene, el de Qatar 2022, vuelve a encender la llamita de la ilusión. Lionel Andrés Messi sigue siendo el mismo, siempre fue el mismo, pero ahora está mejorado porque el contexto lo potencia.
Un nombre clave en la resurrección es el de Lionel Scaloni, que en su momento recibió críticas justas por los cambios o el armado del equipo, pero con el tiempo también mostró muñeca para administrar los egos y potenciar a los jugadores de la nueva camada.
Quedó en el baúl de las cosas olvidadas, pero Scaloni tuvo un cortocircuito con Di María y lo resolvió con cintura. Lo mismo pasó con Dybala. Otros apellidos son sus grandes aciertos: los Martínez, Molina, Romero, De Paul, los Correa, González…
Faltan 14 meses para el Mundial. Ahí estará Lionel Messi, con la 10 en la espalda, la cinta en el brazo derecho y las ilusiones de un país que ya no lo presionará sino que lo empujará. Pequeña gran diferencia para un Messi que seguirá siendo el mismo de siempre, pero mejorado…
