La noticia fue como el aleteo de una mariposa: pasó desapercibida. Nadie podía imaginar que terminaría desatando un vendaval. En octubre de 2007 el diario La República de Uruguay aseguró que había una investigación contra Julio Grondona por presunto lavado de dinero. Según la información periodística, al presidente de la AFA se lo acusaba de “…presionar árbitros, revender entradas, arreglar elecciones deportivas, suspender forzosamente partidos y acordar con barras bravas”.
En Argentina apenas se habló del tema. Todo pasó, como decía Don Julio. Pero pasó como él quiso que pasara. El caudillo de Sarandí sabía muy bien qué pieza debía mover. Una de las máximas de Grondona aseguraba que había que tener cerca a los amigos, pero más cerca había que tener a los enemigos. Por eso cruzó la calle, cambió de vereda y propició el nacimiento del Fútbol Para Todos en agosto de 2009.
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El primer gran personaje de la historia tiene nombre y apellido: Carlos Ávila, que además de actor principal fue el inventor de la película. Carlos Ávila empezó produciendo un programa de golf, hasta que en agosto del 85 se le ocurrió crear “Fútbol de Primera”, que se convertiría en un icono de la televisión argentina. La idea de Ávila terminaría de explotar en 1991 cuando se quedó con los derechos para transmitir los partidos de la Primera División de AFA.
El primer contrato que firmaron Carlos Ávila y Julio Grondona era por seis años, por un millón y medio de dólares, pero terminarían extendiendo la licencia hasta el 2014. Originalmente, televisaban un partido que salía en diferido el domingo a la noche. La mayoría pensaba que el negocio serían los carteles de publicidad estática en la cancha. Pero la papa estaba en otro lado. Y Ávila sabía muy bien dónde.
Ningún otro canal podía pasar los goles, que eran exclusividad de Fútbol de Primera. El programa hacía un resumen con el duelo más importante de la fecha y agregaba imágenes de los otros encuentros. Las proporciones desmesuradas a favor de Boca y River en la distribución de los tiempos sería un rasgo característico de la emisión. Los hinchas de los clubes chicos tenían que estar muy atentos para no perderse el minuto de aire que le dedicarían a su equipo.
Al mismo tiempo que se convertía en el dueño de todas las imágenes del fútbol argentino, Carlos Ávila no se quedaba quieto. Creó Torneo y Competencias, armó un canal dedicado exclusivamente a los deportes, después una radio, un diario y una revista. Convirtió sus ideas en un imperio. Inventó los partidos codificados: primero los viernes a la noche y después el famoso “Clásico del domingo”.
Carlos Ávila y Julio Grondona caminaron por la misma vereda hasta que los vientos empezaron a cambiar en 2006. Se juraron lealtad eterna y dijeron no deberse nada, pero algunos años después pasaría lo que nunca nadie había pensado: Grondona rompió con Torneos y Competencias para arreglar con el gobierno la creación del “Fútbol Para Todos”.
Los primeros remolinos salieron del gremio de los futbolistas, que amenazó con no empezar el Torneo Clausura 2009 si los clubes no se ponían al día. Ni lerdo ni perezoso, Julio Grondona aprovechó la oleada, se subió y la usó a su favor. El ya fallecido presidente de la AFA le pidió a la empresa que era dueña de los derechos de televisión en aquel momento 720 millones de pesos por toda la temporada. La cifra era imposible de pagar, según argumentaron los empresarios.
La grieta estaba abierta y el Gobierno apareció con una oferta de 600 millones de pesos para televisar de forma abierta y gratuita los partidos de la Primera División. El final de la historia era más que previsible. El 11 de agosto la AFA rompió el contrato con la vieja TV y el 20 del mismo mes hubo cadena nacional desde el predio de Ezeiza.
Cristina, Maradona y Grondona sentados en la misma mesa hablaron de “goles secuestrados”, “ganancias para la AFA” y “desarrollo del deporte olímpico”. Desde ese día todos los partidos podrían ser emitidos por el canal que así lo deseara.
El encuentro bautismal fue cuidadosamente elegido con Gimnasia, el club de la madre de la expresidenta, como protagonista. Marcelo Araujo, en su momento el hombre que cambió para siempre el relato televisivo, fue el encargado de dar el puntapié inicial y se convertiría en la vieja cara de la nueva era.
Entre el 2009 y el 2015 la AFA recibió al menos 7.000 millones de pesos del Estado Nacional por los derechos del fútbol. El programa sería dado de baja en el 2017, cuando Mauricio Macri ya era el presidente de Argentina. Y ahí empezaría otra historia, que se está cerrando por estos días.
El nuevo Comité Ejecutivo de la Asociación del Fútbol Argentino, encabezado por Claudio Tapia, llamó a licitación y terminó otorgándole los derechos a dos empresas: Fox y Turner, que se comprometieron a pagar 4.400 millones de pesos por cinco años. Se terminaron las emisiones gratuitas, que en muchos lugares del país nunca lo fueron completamente, y nació el “Pack fútbol”.
Como pasa siempre en Argentina: una cosa va de la mano de la otra. Cuando los vientos políticos volvieron a cambiar las veletas de la AFA empezaron a girar. Mientras el fútbol estuvo siete meses parado por “motivos sanitarios”, según argumentó Tapia, los clubes recibieron religiosamente la salvadora plata de la televisión. Hasta que las aguas de la vuelta empezaron a agitarse.
En el medio, Disney compró Fox, una operación que fue legalmente objetada por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, pero los nuevos cráneos de la Liga Profesional, con Marcelo Tinelli a la cabeza, aprovecharon y usaron la fusión como argumento para romper el contrato que tenían firmado con una de las partes. Muchos clubes se enojaron, entre otros River y Boca, porque no fueron consultados sobre la decisión que tomaría la AFA.
Al final, parece que Turner se quedará con toda la torta. Pero hay ruidos de cuchillos afilándose. Desde el gobierno de Alberto Fernández insisten en desmentir la vuelta del “Fútbol Para Todos”. El último que lo hizo fue Matías Lammens, el ministro de Turismo y Deportes de la Nación, que cerró la puerta, pero abrió una ventana cuando dijo que quieren “trabajar para que haya fútbol en la TV Pública”.
Con la vuelta del fútbol en el horizonte el panorama de la televisación todavía no está claro. Sobran los ejemplos históricos para advertir que las peleas por los derechos pueden terminar en rupturas parciales o definitivas. La batalla legal, lejos de terminarse, todavía tiene muchos casilleros por delante. Avanzará y retrocederá, pero nunca se detendrá. Qué pasará en el futuro, solo Dios puede saberlo, aunque tratándose del fútbol argentino quizás ni él logre entenderlo.
