El murmullo bajaba de las tribunas del Mario Alberto Kempes cuando la pelota iba hacia el lateral izquierdo. Muchos hinchas de Talleres no estaban conformes con el rendimiento del “3” y lo hacían saber. Sin embargo, en el club algo veían en él.
El futbolista en cuestión, Facundo Medina, venía de no ser tenido en cuenta por Marcelo Gallardo en su exitoso River. Siendo aún un pibe que no llegaba a los 20 años, Andrés Fassi apostó por contratarlo.
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El defensor ya tenía sus primeras convocatorias a las selecciones juveniles de Argentina y el presidente de la “T” lo tomó como una apuesta a futuro. Pese a las dudas iniciales, con el tiempo se acomodó y se convirtió en un bastión del fondo. Su rendimiento sorprendió a propios y extraños y empezó a avisar que estaba para algo serio.
Facundo Medina nació en Villa Fiorito, Buenos Aires, el 28 de mayo de 1999. Creció en las mismas calles donde se crió Diego Armando Maradona y atravesó una infancia que no fue fácil, en la que mamó desde pequeño la necesidad de luchar para afrontar las adversidades.
Mientras descubría su amor por la pelota en los potreros y las calles de Fiorito, trabajó, siendo un niño, como cartonero. Junto a sus tíos, agarraba el carro y salía a recorrer la zona.
Afortunadamente, su madre, Mónica, era empleada de un supermercado y tenían para comer, pero un inquieto “Facu”, llevado por su abuela, se sumaba a acompañar a sus familiares a ganarse unos pesos. Pese a todo, le ponía su impronta y lograban pasar un buen momento.
En paralelo, su pasión por el fútbol crecía. Mientras entrenaba y soñaba en el club de su barrio, lo fue a buscar Lanús, pero su paso por “El Granate” no prosperó.
Un día le llegó la gran chance: River Plate puso los ojos en él y fue a una prueba, que no salió como quería, ya que se olvidó del certificado médico.
Sin embargo, le dieron una nueva chance, y quedó. Facundo, ya adolescente, se fue a vivir a la pensión del “Millonario” para empezar a escribir su propia historia.
Medina fue afianzándose en las inferiores del club de Núñez y sumando minutos, y lo citaron a la pretemporada de 2017 junto a Lucas Martínez Quarta.
Sin embargo, al pasar al plantel de Primera no estuvo en la consideración de Gallardo: se sentó cuatro veces en el banco de suplentes y apenas jugó tres amistosos con “La Banda”.
En el invierno de 2018 lo fue a buscar Talleres. Fassi algo vio en él y compró el 65% de su ficha. “Facu” ya había tenido convocatorias al seleccionado argentino Sub 20, y se fue al “Albiazul” en busca de la continuidad que no conseguía en River.
Los primeros meses en Córdoba no fueron sencillos para el juvenil defensor, que por primera vez vivía solo. Tenía que hacer muchos viajes a Buenos Aires para entrenar con la Selección y los aprovechaba para visitar a su familia.
En su arribo a la “T” se apoyó en jugadores de experiencia que lo ayudaron, como el goleador Santiago Silva. Hizo sus primeras armas en la Reserva de Talleres y dio la vuelta olímpica en la categoría.
Más tarde, con Juan Pablo Vojvoda de técnico, tuvo la posibilidad de debutar en “El Matador” y de afrontar el desafío de jugar ante una multitud.
Al comienzo, le costó: no logró afianzarse de lateral izquierdo y el murmullo bajaba de las tribunas del Kempes cuando la pelota iba hacia él. Su rendimiento no convencía e iba alternando entre la formación titular, el banco de suplentes y el predio de Ezeiza, hasta que llegó su primera gran alegría: los Juegos Panamericanos de Lima.
En ese torneo, Medina también jugó de “3”, pero comenzó a enarbolar un gran nivel, y fue titular en la final en la que Argentina, dirigida por Fernando Batista, goleó a Honduras y ganó la medalla dorada tras 16 años.
A la vuelta a Talleres, ya con Alexander Medina como entrenador y el envión del seleccionado juvenil, hizo un click y empezó a tener chances de zaguero central, el rol en el que se siente más cómodo. Y ahí explotó.
“Facu” se convirtió en titular indiscutido entre medio de grandes defensores centrales, como Juan Cruz Komar o Rafael Pérez, y cambió silbidos por aplausos con un nivel ascendente.
En el amanecer del 2020, volvió a gritar campeón con Argentina: se coronó en el Torneo Preolímpico Sudamericano Sub 23.
Ya consolidado como baluarte de la defensa de Talleres pese a su juventud, en el parate por la pandemia de coronavirus despertó el interés de varios equipos. Finalmente, fue transferido al Lens de Francia por una cifra millonaria. Fue la primera vez en 20 años que el club de barrio Jardín realizaba un traspaso directo de un jugador de la institución a Europa.
En el combinado francés pronto comenzó a jugar y debutó en la red con un golazo de chilena que sorprendió a todos.
A muchos también los sorprendió ver a Medina en la lista de Lionel Scaloni para ser parte del plantel del seleccionado mayor que inició el camino rumbo al Mundial de Qatar. En las Eliminatorias Sudamericanas, y con solo 21 años, se dio el lujo de tener sus primeros minutos en el equipo capitaneado por Lionel Messi, y ahora vuelve a tener una nueva convocatoria, por la lesión del "Huevo" Acuña.
Así como su vida, la incipiente carrera de Facundo Medina está atravesada por la resiliencia. De Villa Fiorito a Talleres, y de Talleres al mundo, el defensor promete regalarles muchas alegrías a los fanáticos de la redonda.
