Vuelve el fútbol y no fue desde el pasado miércoles una noticia más, fue la noticia más esperada por el futbolero argentino, por los clubes, por los hinchas, por los sponsors, por los dirigentes, por los jugadores, por los técnicos, por la televisión… por los periodistas. Con un campeonato cortito y armado a las apuradas, para justificar el millonario ingreso de la TV que siguió pagando pese a no tener nada a cambio, vale la pena preguntar: ¿Qué fútbol vuelve?
Será una temporada que se augura complicada, rara, pobre y diferente a lo que solemos estar acostumbrados. Existirá una especie de “Boxing Day” en Argentina, jugando entre las fiestas de Fin de Año y un gran barbijo que cubrirá la tupida barba de Papá Noel para terminar el 17 de enero con un partido en terreno neutral. Es cierto que hemos mirado en Europa cómo se fue transformando la cosa y más acá, primero la Copa Libertadores y las jornadas de eliminatorias nos mostraron la foto de lo que se viene.
Equipos con menos ritmo que otros; un torneo sin grandes figuras, con las pocas que habían quedado yéndose a velocidad de la luz; futbolistas esforzando un físico desacostumbrado en 7 meses a lo que era habitual; y estadios vacíos, a los que sólo entrará el dueño de los derechos de TV hasta que la situación sanitaria esté controlada, y no medianamente, sino total.
La primera impresión, en Europa, con canchas tan míticas completamente vacías no fue sólo una sensación de soledad sino también de miedo nunca vista antes. Traslademos esa situación a Argentina: ¿es viable el fútbol sin público, con estadios para 60 mil, 50 mil o 15 mil espectadores completamente vacíos? ¿Cómo seguirán afrontando los clubes esto en el apartado económico? Y la pregunta del millón: ¿hasta cuándo aguantará el estoico socio que siguió pagando la cuota sin recibir absolutamente nada?
Hagamos la salvedad de que los clubes profesionales, de Primera División y la mayoría de la Primera Nacional no viven de las recaudaciones como sí equipos más chicos, de categorías más bajas como los del Regional Federal Amateur que aún están en un limbo o los mismos conjuntos de la Liga Cordobesa. Es decir, el parate afectó en general pero no a todos de la misma manera. Los clubes humildes, pequeños están en una situación crítica. Así lo refleja Emeterio Farías, tesorero de la Liga: “No podemos jugar sin público, no tenemos ingresos de sponsors ni de televisión. Los clubes de la Liga no tienen cómo afrontar los costos de un partido si no se cobra entrada”. Y no está errado Farías, un equipo que hace de local en el Regional necesita entre 15 mil y 20 mil pesos para abrir su estadio, pues esos son los costos básicos entre seguridad, arbitrajes, personal médico y otros gastos.
Para conocer más profundamente las repercusiones del regreso de la actividad en el país, fuimos a consultar más opiniones. Daniel Potenza de El Doce y radio Pulxo entiende que lo que veremos no será bueno. “Se viene un fútbol muy pobre, de escasa categoría y jerarquía que bajó mucho el nivel. No tengo ninguna expectativa de que vaya a ser un fútbol digno”, opinó “la Vaca”.
Por el contrario nuestro compañero de Cadena 3 Santa Fe, Nicolás Mai, añora y cree que puede ser vistoso, ofensivo, sin especulaciones atado a dos datos muy particulares: no habrá descensos y aparecerán muchos jóvenes valores. “Imagino o deseo un fútbol agresivo, sin temores a la derrota porque lo más importante es que no habrá descensos”, planteó el periodista.
El volante de Unión de Santa Fe, Gabriel Carabajal sostuvo que se verá mucha imprecisión en los equipos. Declaró que lo nota en su equipo y en los amistosos que se están televisando: “Se va a ver mucha imprecisión. Es cierto que a River y a los que juegan copa no les costó porque tienen jugadores de jerarquía, de selección. A los que estamos unos escalones abajo, se les notará”.
Para Eduardo Ramenzoni, periodista de TyC Sports, el contexto no será diferente al que se vio en Libertadores y eliminatorias aunque coincide con Potenza: el nivel de juego será deprimido: “El jugador de cualquier categoría se va a cobrar en dólares en otro lado y los clubes, al no haber descenso, no tendrán la urgencia de salir a contratar”.
El periodista mendocino Fernando Montaña prefiere mirar tres puntos: que hay fútbol, que no habrá público y que puede ser un torneo donde se puedan descubrir futbolistas, con un parecer similar al de Mai y Ramenzoni: “No tener público, ese condimento vital se va a sentir. Y puede resultar interesante ver jugadores con poco rodaje en Primera. Como alguna vez hubo una proyección ’86, esta vez puede haber una proyección 2020”.
El público recién podría volver en 2021 y no sólo producirá un agujero en la recaudación de la industria del fútbol, pues supone una gran fuente de ingresos en tiendas oficiales, comida, bebida, visitas guiadas. La “Vaca” Potenza asegura que el fútbol sin gente es aburrido y lamentó el bajo nivel también de una dirigencia de la que poco se espera: “Me aburre el fútbol que se está viviendo. Un fútbol pobrísimo y una dirigencia muy pobre que no va a cambiar nada”.
Nico Mai y su mirada optimista sobre lo que viene, se enmarca también en que sin gente en las canchas no habrá presión, ni a favor ni en contra, por eso apuesta a partidos con goles, abiertos aunque destaca que más allá de no haber descensos, la silla eléctrica de los técnicos sí estará presente: “El visitante no estará intimidado por 25 mil o 30 mil personas, y el local tampoco estará tan presionado. Y los técnicos no tendrán tanto margen, si no funcionan van a ser despedidos”.
El “Ruso” Ramenzoni coincide con Montaña sobre la aparición de valores jóvenes pero nos recuerda una gran verdad que dijimos apenas abrimos este informe: como Racing un 27 de diciembre de 2001 jugando por el título entre Navidad y Año Nuevo, este torneo y el de los ascensos tendrá actividad en esas fechas.
Cuando la pandemia acabe, la “Torre de Babel” de cada ser humano, reordenará sus prioridades. El fútbol volverá a ser una maravillosa bendición en la lista de frivolidades, pero no de sus prioridades.
Señores vuelve el fútbol y ésa es la gran noticia. La mejor. Pero la verdad, la industria del fútbol, poderosa, intocable, indestructible, impune y hasta inmune debe de haber creído, se estremeció porque nunca pensó que un intruso le saqueara su tranquilidad.
